Pérez es consciente que ahora está al frente de una de las carteras más complicadas, no por ser la más grande sino por haberse convertido –tal vez– en la más perversa de la administración pública, a causa del negocio que los políticos manejan en los centros penitenciarios.
La lucha que le espera a la flamante ministra es titánica. Uno de los ejemplos más claros es el negocio de las famosas “celdas vip” en todas las cárceles del país. Algo que existió, existe y seguirá existiendo, al menos en el corto plazo.
Y al hablar sobre las celdas vip, uno recuerda el caso del capo narcotraficante Jarvis Chimenes Pavão, cuyo lugar de reclusión en el Penal de Tacumbú, desmantelado en agosto del año 2015, parecía la habitación de un hotel de lujo antes que la celda de un peligroso criminal.
Las entonces autoridades penitenciarias habían informado en esa ocasión que se desmantelaron todas las celdas vip que estaban destinadas a conocidos y peligrosos convictos (22 en total), en su mayoría ligados al narcotráfico. Sin embargo, el tiempo demostró que solo fue una pantalla, ya que un año después, se evidenció que Pavâo seguía gozando de todo tipo de privilegios dentro la prisión.
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A tres años del caso Pavâo, el pasado 25 de octubre fue desmantelada en Tacumbú la celda vip del presunto narco Reinaldo “Cucho” Cabaña. En dicha intervención se encontraron varias celdas con comodidades y lujos como televisores plasma, servicio de cable e internet.
Pero este negocio no es privativo de la principal cárcel del país. El sangriento motín registrado el domingo 16 junio en la cárcel de San Pedro sirvió para evidenciar que las propias autoridades del centro penitenciario, con la complicidad de un juez, encabezaban el negocio para beneficiar a peligrosos delincuentes, quienes vivían en un régimen de semi libertad en una granja vip.
La corrupción penitenciaria posibilitó a algunos peces gordos cumplir su prisión en una casa, construida con el dinero que ellos mismos “aportaban“, que funcionaba de manera totalmente independiente y fuerza de las rejas de la cárcel.
“Como está tan naturalizada la corrupción, ni siquiera hubo un esfuerzo para esconder las cosas“, enfatizó a ABC Cardinal la ministra Cecilia Pérez, al día siguiente de haber asumido en el cargo.
Y ella sabe que tendrá que enfrentarse a sus subalternos, quienes más allá de poder contribuir en la reforma penitenciaria que piensa implementar desde el Ministerio de Justicia, serán un palo en la rueda para su administración, ya que fueron ubicados en esos cargos por los caudillos políticos de la zona y tienen que recaudar a como dé lugar -y sin importar a quién perjudiquen- para pagar ese favor.
Ojalá las intenciones de la nueva ministra no queden solo en buenos deseos y logre iniciar un verdadero cambio en el sistema penitenciario; un cambio que nos beneficie como sociedad, que logre la reinserción de los que cometieron errores y buscan resarcir los daños, que traiga justicia a las víctimas y cárcel para los corruptos que siguen utilizando este corrompido sistema para llenar sus bolsillos.
carlitosmj23@gmail.com
