Tragedia familiar

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El día de ayer se cumplieron 24 años de un trágico episodio que estremeció al país: el asesinato a sangre fría de tres miembros de la familia Rivelli en su residencia del barrio Seminario de la capital, a manos de su criado de 14 años. El homicida estuvo doce años preso y en 2005 abandonó la cárcel. Pero diez años después fue asesinado.

La noche del 4 de junio de 1993 la ciudadanía quedó consternada tras conocerse la noticia, a través de los medios de comunicación, del brutal asesinato de tres miembros de la familia Rivelli-Torres en su domicilio ubicado en la calle Gaudioso Núñez casi Cerro Corá del barrio Seminario de Asunción.

Se trataba de María Angélica Torres de Rivelli, de 59 años de edad y sus hijos María Lourdes y José Luis Rivelli Torres, de 29 y 24 años, respectivamente.

El macabro hallazgo fue descubierto ya en horas de la noche por el sicólogo Raúl Rivelli Torres, cuando llegó a la vivienda y al abrir la puerta se topó con el cadáver de su hermano José Luis en la sala, con varios impactos de bala en el cuerpo. Al no hallar a los demás miembros de su familia en las otras dependencias de la casa, pese a que sus vehículos estaban en la vereda, Raúl Rivelli registró las habitaciones hasta que se percató que una de ellas estaba bajo llave. Derribó la puerta a golpes y tras abrirla, vio los cuerpos sin vida de su madre y su hermana. Ambas estaban semidesnudas, maniatadas y con señales de haber sido abusadas.

El responsable del crimen 

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Las sospechas del atroz triple asesinato recayeron directamente hacia Alfredo Manuel Elizeche Zayas, (conocido con las siglas de A. M. E. Z. por contar entonces con 14 años de edad), un adolescente que vivía en la casa como un criado de la familia.

Raúl Rivelli manifestó que minutos antes del macabro descubrimiento, contactó por teléfono con la casa para hablar con su madre. El menor atendió la llamada y le dijo que ella estaba durmiendo y no quería ser molestada. Luego cortó abruptamente la llamada, hecho que llamó la atención del sicólogo.

Esa pista hizo apuntar a A. M. E. Z. como el principal sindicado, ya que desapareció de la casa tras el crimen. El adolescente fue detenido el 5 de junio de ese mismo año en las inmediaciones de la Terminal de Ómnibus, cuando se disponía a regresar a su Encarnación natal.

En principio atribuyó la autoría del triple asesinato a una banda de encapuchados. Sin embargo, después cayó en contradicciones y terminó por confesar lo que sucedió realmente.

El 25 de octubre de 1996, el entonces juez del crimen Félix Silva Monges condenó a Alfredo Manuel Elizeche Zayas a la pena privativa de libertad de 24 años de cárcel.

En las sentencias de primera y segunda instancias se llegó a la conclusión de que obró impulsado por un fuerte resentimiento hacia la familia porque iban a despedirle de su trabajo y ser devuelto a sus padres. 

A esto se sumó la ingesta de alcohol, las lecturas de materiales pornográficos que podrían haber alterado su personalidad, su ignorancia y minoridad, según lo mencionado en los fallos judiciales.

Su liberación y muerte

Tras ser condenado en 1996, Alfredo Manuel Elizeche Zayas purgó su pena en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú, donde se encaminó a una nueva etapa de su vida cuando se integró al pabellón evangélico “Camino a la Libertad”. Durante los años en que estuvo en prisión no protagonizó un solo incidente en los reclusorios donde estuvo.

“Yo quiero disculparme una vez más con la familia Rivelli por todo lo que pasó en mi vida. Fue algo que no tiene reparo, pero el Señor sabrá cómo recompensar a esta persona. Realmente estoy arrepentido”, expresó Elizeche Zayas, en una entrevista concedida a ABC Color en su lugar de reclusión el 20 de febrero del 2002.

Durante los 12 años que estuvo en prisión terminó la secundaria y se recibió de peluquero. 

El 19 de mayo de 2005, abandonó la cárcel después de que la Corte Suprema de Justicia dispusiera su libertad, en cumplimiento de la ley que redujo a ocho años de pena privativa de libertad la máxima condena prevista para menores de edad. 

Se casó y emigró a Cambyretá, departamento de Itapúa, para iniciar allí una nueva vida con su esposa y su pequeño hijo.

No obstante, la noche del 23 de enero de 2015, mientras cenaba con su familia en su vivienda apareció un hombre armado, quien sin mediar palabras descargó seis tiros de su revólver calibre 38 contra la humanidad del exconvicto, quien falleció al instante.

Los investigadores hasta ahora tratan de localizar y capturar al supuesto asesino, cuya identidad aún se desconoce.

cazenave@abc.com.py