Nuestra infancia está directamente relacionada con los hábitos higiénicos y la mayor parte se adquiere en los primeros tres o cuatro años de vida; eso sí, una vez instaurados, no se olvidan jamás. Durante la niñez, el riesgo de padecer una infección urinaria es 3 a 5 % en las niñas y del 1 % en los niños. Sin embargo, a consecuencia de determinadas malformaciones congénitas de los riñones y de las vías urinarias, y la fimosis (estrechez del orificio del prepucio), es más usual en el varón durante el primer año de vida y en el sexo femenino, luego de ese período. Se estima que cerca del 80 % se evita gracias a una buena práctica de aseo.
Esta dolencia también recibe el nombre de cistitis, infección definida como la inflamación de la vía urinaria secundaria a causa de la presencia de un agente infeccioso, generalmente, bacteriano. “Esta zona es normalmente estéril; cuando una bacteria ingresa en la misma, puede ser eliminada por los mecanismos de defensas naturales del cuerpo, pero en ocasiones este microorganismo vence y ocurre la infección. Es más frecuente en mujeres, especialmente, en las mayores de 20 años”, acota el médico.
No es una ETS
Asimismo, aclara que el acto sexual favorece el desarrollo de las infecciones, pero no se contagian por vía sexual; es decir, no se trata de una enfermedad de transmisión sexual (ETS). Tampoco es una enfermedad venérea. “Lo que ocurre es que la uretra femenina (conducto por el que se expulsa la orina) mide en promedio de 4 a 5 cm y está a pocos centímetros del ano; en cambio la uretra masculina mide entre 20 y 25 cm, por lo que el trayecto que recorren los gérmenes en ellas es más corto. Se calcula que 40 % de las mujeres sufren, al menos, un episodio de infección urinaria”, detalla el Dr. Aldo Lovera, urólogo.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Señala que los síntomas presentados por el paciente, una exploración física y un historial clínico aportan los datos suficientes para el diagnóstico. Posteriormente, se recurren al análisis de orina y al urocultivo. En algunas personas se hacen recurrentes y, en estos casos, se debe investigar la presencia de otra enfermedad o condición del tracto urinario que fomente la aparición, como, por ejemplo, piedras renales, estenosis congénitas de las vías urinarias, incontinencia urinaria, eliminación incompleta de la orina de la vejiga con aparición de residuo posmiccional, reflujo vésico-ureteral (RVU), entre otros.
Prevención
“Como medidas generales se aconseja la ingesta de abundante agua, la higiene íntima previa y posterior al acto sexual (tanto en mujeres como hombres) y la utilización de pantalones holgados. Se recomienda, además, miccionar con frecuencia para vaciar completamente la vejiga, y hacerlo antes y después del coito porque al mantener las relaciones sexuales se incrementa el riesgo de que las bacterias pasen por la uretra, y con la micción se eliminan. Se dice que el consumo de arándanos rojos y frutas ricas en vitamina C mantiene un pH ácido en la orina y dificulta que las bacterias se adhieran a las paredes de la vejiga”, cuenta el especialista.
Asimismo, las víctimas constantes de esta dolencia pueden ser tratadas mediante la administración prolongada de pequeñas dosis de antibióticos para prevenir las recidivas, por medicación prescrita. Los clásicos síntomas son: ardor y olor desagradable al orinar, evacuar seguido y poca cantidad, y sentir que no se vació la vejiga, enrojecimiento en la vulva y picazón vaginal, en algunos casos hasta aparece sangre en la orina. Si se experimentan fiebre y escalofríos, la infección llegó a los riñones.
dbattilana@abc.com.py
