Personalidad en la adolescencia

La personalidad en la adolescencia cambia rotundamente y es una etapa clave en la formación de la identidad. En ocasiones, los padres se muestran sorprendidos con el cambio que presenta su hijo; sin embargo, el buen diálogo y el ejemplo lo ayudarán en este período de la vida.

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La adolescencia es un período de transición de la infancia a la adultez y se caracteriza como un paso preparatorio para continuar en la siguiente etapa de la vida. Existe una imagen de la adolescencia ideada por la sociedad, como una edad turbulenta, de mucha energía y vitalidad, que surge en esta etapa.

De acuerdo a la licenciada Andrea de Fernández, psicóloga infantojuvenil, la personalidad en la adolescencia es un conjunto de sistemas de pensamiento y de comportamientos, estrechamente relacionados entre sí, que influyen en determinadas conductas relativas al autoconocimiento, al reconocimiento interpersonal en la presentación de la propia identidad en las relaciones sociales.

“Varias son las teorías psicológicas que intentan explicar la personalidad, pero todas ellas tienen algo en común y es que consideran a la personalidad, en definitiva, como el resultado de los aspectos cognitivos, motivacionales y emocionales del ser humano, que caracterizan y describen su actuar”, explica.

En tanto, la profesional menciona que desde el punto de vista psicológico la adolescencia puede ser descripta como un período de transición de la etapa, de la infancia a la adultez joven, aquí “el niño deja de ser niño, pero todavía no es adulto”.

“Esta etapa se caracteriza por ser un tiempo preparatorio para el siguiente período de la vida, en el que deberían primar la experiencia y aprendizaje acumulados durante el proceso inicial de formación adquiridos en su primer entorno social (la familia) y posteriormente en el ámbito escolar y social externo”, afirma.

La adolescencia es un momento clave y crítico en la formación de la identidad personal y colectiva, “ya que el joven busca reafirmar las creencias que lo identifican de forma individual y, al mismo tiempo, adherirse a aquellas grupales que coinciden con sus gustos, intereses y pareceres”.

“Existe una mirada de la adolescencia como una edad turbulenta, de ebullición y estallido de fuerzas, surgidas de repente, intempestivamente”, agrega.

Susceptible y vulnerable

La licenciada Fernández dice que el adolescente aparece como un ser patéticamente vulnerable, en donde reina la confusión, dominado por muy fuertes sentimientos, dentro de los cuales no se gobierna bien y no acierta a orientarse. De ahí que la tarea primordial para el adolescente sea la búsqueda de su propia identidad y luche contra la confusión que todo este proceso de cambio le produce.

“En este camino experimentará cosas nuevas a fin de conocerse a sí mismo y saber qué es lo que realmente le motiva y estimula”, sostiene la profesional.

Añade que “asimismo está presente una elevada sensibilidad que le hace muy susceptible a las opiniones como a las críticas de los demás, especialmente de sus pares”.

“Posee una gran excitabilidad y labilidad (conjunto de alteraciones en la manifestación de la afectividad) emocional que provoca en ocasiones reacciones impulsivas. A lo largo de la etapa y a partir de un esfuerzo consciente, va logrando un control mayor de las expresiones emocionales, lo que le permite una mejor interrelación con los que lo rodean, especialmente con su grupo de amigos y compañeros”, finaliza.

¿Una edad turbulenta?

La adolescencia es un ciclo crítico en el desarrollo emocional de una persona que atraviesa por este período y es una etapa educativa que más dudas y desgaste psicológico provoca en los padres.

De repente, el niño que siempre había sido comunicativo, se convierte en una persona rebelde, reservada, independiente o incluso conflictiva, características que hacen complicada la convivencia con el adolescente.

El día a día con un hijo adolescente puede ser difícil; sin embargo, los progenitores deben saber que se trata de proceso natural en el desarrollo del hijo, que algún momento pasará.

La licenciada Fernández resalta que el papel de los padres es esencial durante esta etapa por la que atraviesan sus hijos. Para ello será importante: 

-Instaurar normas y límites claramente establecidos, orientando las necesidades de los mismos en su rol actual.

-Ser referentes constructivos a partir del diálogo y el ejemplo en las conductas adecuadas y asertivas; en este caso, son los primeros en señalar el error de sus padres y marcar las incoherencias que se presenten.

-Realizar un acompañamiento sin juzgar, sino desde el aprendizaje de las experiencias, todas las veces se abre una oportunidad de aprender y crecer de los aciertos y errores.

-Generar las correcciones sanas a tiempo, ayudándolos a asumir las consecuencias de sus actos, no buscando evitarles, tanto las frustraciones como el malestar que aparecen a consecuencia de las decisiones o de las acciones que realicen.

-Estos elementos colaborarán en la construcción y desarrollo de una personalidad segura, con capacidad de adaptarse, así como de responder de forma adecuada a los desafíos que se le presenten en la vida, permitiéndoles afrontar situaciones desafiantes o de conflicto, con las herramientas que pudieron aprender y desarrollar durante la adolescencia.

Recuerde que la personalidad del niño cambia, así también su apariencia física, por lo que se deberá tener especial cuidado con los comentarios respecto a su físico. Para él es importante la aceptación de los demás y, en especial, la de los padres.

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