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Por su parte la licenciada kinesióloga fisiatra Paola Yañez Chandia recuerda que “el método taping, fue creado en la década del 70 en Japón, por el Dr. Kenzo Kase, con el objetivo primario de tratar patologías traumatológicas, pero con los años se vio que sus beneficios para la salud eran mucho más amplios”.
La profesional agrega que “es un vendaje elástico, hipoalergénico, resistente al agua, que se pega a la piel del paciente gracias al adhesivo que posee en una de sus caras”.
El doctor Marcovecchio afirma que “el cuerpo se mueve como un gran sistema interconectado contra un solo tejido blando y las articulaciones que lo acompañan, incluyendo al sistema circulatorio y linfático. Cuando hay tensión de algunas estructuras y relajación de otras, al movimiento, por más mínimo que sea, se producen cambios de tensión en la piel, lo cual se transmite a las fascias, músculos, tendones, ligamentos, vasos, etc.”.
Agrega el especialista que “el taping provoca un deslizamiento sutil entre sectores de la piel y el tejido celular subcutáneo (que contienen al tejido graso). Este estiramiento dado en las fibras diagonales y perpendiculares del tejido celular subcutáneo activaría sus mecanorreceptores (unos sensores microscópicos conectados a las neuronas periféricas) los cuales iniciarían un reflejo entre los tejidos”.
La licenciada informa que “el hecho de que el taping sobre la piel forme pliegues cutáneos, aumentaría los espacios, separaría la epidermis de la fascia superficial y profunda, lo cual liberaría la presión sobre los mecanorreceptores y nociceptores (sensores del dolor microscópicos conectados a neuronas periféricas), disminuyendo la trasmisión del dolor al cerebro”.