La historia detrás de la Loma

Loma San Jerónimo, el primer barrio turístico de Asunción, se ha convertido en un punto de encuentro de cada fin de semana para aquellos que viven en la capital paraguaya y para quienes la visitan. Detrás de su éxito hay una historia de lucha que sigue.

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Definitivamente San Jerónimo tiene algo mágico. Sus 3,2 hectáreas de extensión divididas en siete manzanas de forma irregular esconden un sinfín de historias.

El barrio, en el que actualmente viven unas 600 personas, se levanta altanero sobre una de las siete colinas que forman Asunción y está delimitado por las calles Díaz Pefaur, Don Bosco, Oliva y la Avenida República.

Por sus angostas calles, pasillos y callejones se pasearon varios nombres de relevancia del arte paraguayo. Se podría citar a Emiliano R. Fernández, Emilio Bigi o Luis Alberto de Paraná, quienes encontraron en el centenario barrio una atracción particular.

O quizás se puedan escuchar las anécdotas de los primeros pasos de un joven Agustín Barboza, quien vería la luz por primera vez en San Jerónimo hace ya diez decenios.

De acuerdo a lo que relatan sus pobladores, en el lugar se habría construido un fuerte casi al mismo tiempo que Asunción comenzaba a crecer en la época colonial.

Con la llegada de la segunda mitad del siglo XIX, personas que llegaban desde el interior comenzaron a poblar la zona de manera definitiva y se les sumaron luego profesionales italianos que llegaron al Paraguay para trabajar en los diseños arquitectónicos encargados por los López.

Pero durante mucho tiempo ese potencial enorme del pequeño barrio no fue explotado. Hasta que una “loca idea” llegó a manos de un grupo de sus pobladores, recuerda Ruth Sánchez quien ha habitado en el lugar toda su vida y abrió las puertas de su hogar a ABC Color.

En el 2010, un grupo de profesionales que cursaban un posgrado en la facultad de arquitectura, llegaron hasta el lugar para realizar su tesis. Las materias eran “reconversión urbana” y el “turismo como herramienta de sustentabilidad”.

Mientras realizaban sus trabajos, algunos de estos profesionales manifestaron a los pobladores que San Jerónimo reunía varios de los ítems exigidos a nivel internacional para ser considerado como un punto turístico.

“Acá hay historia, cultura, preservación del diseño urbanístico, lo arquitectónico, el sentido de pertenencia de los pobladores, bajo índice de violencia e inseguridad”, recuerda doña Ruth mientras toma asiento en un sillón frente al portón de su casa.

Fueron esos mismos profesionales los que se encargaron de llevar la idea de potenciar al barrio a algunos representantes del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC).

Desde la cartera estatal demostraron cierto interés y así se consiguió que San Jerónimo se metiera al ruido mediático como un posible sitio turístico a unas cuantas cuadras de la zona del microcentro capitalino.

Pese a que el proyecto inicial con el MOPC se fue estancando, los pobladores siguieron con la realización de sus tradiciones como la fiesta patronal en honor a San Jerónimo, la procesión de los estacioneros y su devoción al Cristo Crucificado.

El apoyo de los medios de comunicación ayudó a que todo esto llegara a la ciudadanía, que se mostraba cada vez más interesada. “Nos dimos cuenta que cualquier actividad que podíamos hacer en el barrio, la gente se prendía”, afirma Sánchez.

Fue así que la entonces ministra de la Secretaría de Turismo (Senatur), Liz Cramer, visitó el barrio y quedó fascinada.

La secretaria estatal comenzó a desarrollar con los pobladores un plan para refaccionar el barrio.

Cuatro de los vecinos recibieron pasajes para viajar hasta Buenos Aires y conocer los barrios de La Boca y San Telmo a fin de buscar ideas para implementar en el lugar.

Pero la idea no era del agrado de todos los vecinos, pues un pequeño grupo comenzó a mostrarse contrario a todo lo que se estaba gestando en el seno de San Jerónimo.

“Algunos pocos pobladores que atendíamos a estas visitas y los que estábamos más expuestos comenzamos a ser criticados por los propios vecinos. A medida que iba surgiendo este encantamiento con el barrio, había un sector de los vecinos, gente mayor, gente que no le gusta la innovación, gente que no quiere prenderse empezó a hacernos un poco la contra”, recuerda doña Ruth.

Sin embargo, esta situación no bastó para frenar a quienes deseaban ayudar a que su entorno tuviera mejores posibilidades, sino que los empujó a seguir con mayor ímpetu con el proyecto.

Y es que, según asegura nuestra entrevistada, con esta clase de iniciativas se está consiguiendo generar mayores expectativas de desarrollo para los habitantes de San Jerónimo, en particular para la gran cantidad de niños y jóvenes.

El producto “San Jerónimo barrio turístico”, fue puesto en el mercado el pasado 1 de abril y desde entonces ha tenido un impacto bastante positivo en la gente que se ha sumado al proyecto.

Llegar hasta el lugar los fines de semana es toparse con los vecinos poniendo algún puesto de venta frente a sus casas ofreciendo comidas típicas, asados o dulces para los visitantes.

El gran requerimiento que se tuvo desde los primeros días, develó que los pobladores no podían dejar a un lado el gasto cotidiano familiar por lo que decidieron que se necesitaba una inyección de capital operativo.

La Senatur sirvió de nexo con una financiera que ofreció planes de créditos blandos a los pobladores.

“Nosotros mismos hicimos el plan de cómo pagar. Una cuota de un mes la partimos en cuatro semanas y cada lunes ellos vienen a nuestro barrio y recorren casa por casa para cobrar. Lo que tendríamos que haber pagado en seis meses, la gente pagó en tres o cuatro y enseguida accedieron a más dinero de forma automática sin ningún tipo de trámite engorroso”, afirma Sánchez.

Esto expresa el éxito que han tenido los pobladores, aunque lamentan el escaso interés por parte del sector público. Hasta el momento ha sido solo la Senatur la que decidió establecerse en el lugar para trabajar con los vecinos.

“Yo creo que tendríamos que haber estado en una mesa de trabajo, buscando que esto se consolide que siga adelante. Si también el sector público apuesta a la gente, la gente responde”, asevera doña Ruth.

Desde su inauguración como barrio turístico, varias figuras del arte paraguayo han marcado presencia en la loma.

Hace apenas algunos días, la consagrada guitarrista clásica Berta Rojas lanzó un nuevo videoclip grabado con los componentes de la Orquesta de Reciclados en las calles de San Jerónimo.

“Esa es la propuesta, lo que nosotros tenemos es el lugar, la voluntad de trabajar. No somos artistas y entonces dijimos que todo aquel que quiera crear, que quiera venir a exponer sus obras, a cantar, a recitar, todo está abierto para cualquier artista nacional o extranjero”, agrega doña Ruth.

Mientras se desarrolla la entrevista, desde algunas casas vecinas se escuchan algunos saludos, al tiempo que, cargados con “sillas cable” algunos pobladores salen a las veredas para formar rondas de tereré y compartir con algunos amigos.

Imagen otrora tan tradicional de Asunción pero que “muchos ya no se permiten por la inseguridad”, se lamenta doña Ruth.

Una decena de niños de diferentes edades llegan corriendo hasta el club San Gerónimo, fundado en 1926 y todavía en pie como uno de los principales puntos de encuentro del barrio, para jugar un partido de fútbol.

Algunas cuadras más arriba, en la Capilla levantada en honor al Santo Patrono el mismo año en el que se fundó, algunas señoras participan de un rezo y posteriormente de un taller.

Vivencias tradicionales de los barrios de la capital paraguaya, que en otros lugares se han perdido. Y es precisamente eso lo que se pretende en San Jerónimo: mantener viva esa llama de convivencia en los barrios.

“Todo esto está totalmente destinado para que la gente pase un momento de distracción, puede  sentir cómo se vive en un barrio, algo que mucha gente se privó por la inseguridad en la que vivimos”, indica la pobladora.

Sánchez lamenta que haya gente que utilice el calificativo de “marginal” para referirse a ciertos barrios vulnerables.

“No porque no tengas aptitudes, condiciones u oportunidades de estudiar o trabajar en algo que te pueda dar un ingreso estable no es por eso que vos tengas que estar al margen de oportunidades como ésta”, acota.

Doña Ruth finaliza la entrevista expresando su deseo de que en otros puntos de Asunción exista gente que también se decida a ponerse a trabajar para mostrar lo hermoso de la capital, que hoy espera el momento de despertar.

La charla se da por terminada para que doña Ruth pueda volver a sus labores cotidianas. Mientras vamos dejando atrás las pintorescas casas y la escalinata de 42 peldaños, algunos vecinos saludan inclinando ligeramente la cabeza.

La promesa de volver está hecha y la invitación para experimentar una vivencia de barrio está abierta a todo aquel que quiera escuchar la historia que se esconde en Loma San Jerónimo.

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