Antonella Aranda Ávila inmortaliza el legado de la Guarania en el corazón de la Chacarita

Antonella Aranda Ávila presentando su obra ganadora.
Antonella Aranda Ávila presentando su obra ganadora.FERNANDO ROMERO 17-12- 25 ESPECT

El mural “Cien años de Guarania”, obra de la artista paraguaya Antonella Aranda Ávila, fue inaugurado el pasado 17 de diciembre en el Paseo de Punta Karapã, sumándose a la galería de murales al aire libre que caracteriza a este espacio emblemático de Asunción.

El mural “Cien años de Guarania”, de la artista paraguaya Antonella Aranda Ávila, fue inaugurado ayer en el Paseo de Punta Karapã, en un acto que reunió a autoridades de la Embajada de Alemania en Paraguay, del Instituto Cultural Paraguayo Alemán (ICPA-GZ), referentes del ámbito cultural y vecinos del barrio.

Lea más: Voces infantiles y arte escénico acompañan el encendido del Árbol de Navidad en la Plaza de la Democracia

La obra se incorpora a la galería de murales al aire libre del lugar y fue realizada en el marco del Premio de Artes Visuales 2025, dedicado al centenario de la Guarania.

La propuesta artística parte de una mirada profundamente ligada a la historia y al territorio. Según explica la propia autora, su intención fue “representar la Guarania como una expresión viva, ligada a la memoria, al territorio y a la transmisión entre generaciones”.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2395

En ese sentido, el mural “pone en el centro a los músicos, mostrando el legado vivo de la música en Punta Karapã, cuna del maestro José Asunción Flores”, subrayando la vigencia de este género musical declarado recientemente Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Arquitecta de formación y artista visual autodidacta, Aranda integra ambas disciplinas en su obra. Esa combinación se hace visible en este proyecto, donde, en sus palabras, “la arquitectura aparece en la organización del espacio, las escalas y la relación con la fachada de la vivienda de José Asunción Flores y las edificaciones del entorno”.

La artista señala además que “el mural fue pensado para integrarse al lugar y al barrio, no como una imagen aislada, sino como parte de su dinámica cotidiana”, reforzando la idea del arte urbano como elemento vivo dentro del espacio público.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2395

El proceso de realización, desarrollado durante diciembre con el acompañamiento de la comunidad, tuvo también un impacto personal y creativo en la artista.

Tras la inauguración, Aranda destacó que “fue una experiencia transformadora”, y que “el intercambio con la comunidad amplió mi mirada artística y personal”. Esta vivencia reafirmó en ella “la importancia de crear desde el vínculo, la escucha y el respeto por el territorio y su historia”.

De este modo, “Cien años de Guarania” se presenta no solo como un homenaje visual a un siglo de música paraguaya, sino también como el resultado de un proceso de diálogo entre arte, memoria y comunidad, donde la voz de la artista y la del barrio se entrelazan en un mismo relato.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2395

El corazón de la Chacarita: una conexión personal y humana

Más allá de lo artístico, para Antonella este proyecto tuvo un trasfondo profundamente personal. Su participación en el premio nació de un doble vínculo: el significado de la Guarania para la identidad nacional y su propia historia de vida. “Yo viví en Alemania cuando era más chica, entonces tengo una conexión importante con ellos, con el pueblo alemán. Por eso, para mí, esto tuvo un doble valor; no fue solo participar y ganar un premio, sino algo mucho más íntimo”, confiesa la artista.

Esa calidez se trasladó al territorio durante la semana de ejecución en Punta Karapã, una experiencia que Aranda describe como “de otro planeta”. Lo que comenzó como un proyecto para aportar belleza estética al barrio, terminó siendo una lección de vida para la autora: “Yo entré a la Chacarita pensando que iba a aportar algo, un mural lindo de ver, pero al final terminó siendo al revés. Me sentí súper acompañada toda la semana”.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2395

La intensidad del trabajo, con jornadas desde las seis de la mañana hasta el atardecer, reveló la esencia solidaria de la comunidad, especialmente cuando los vecinos se enteraron de su embarazo. Antonella relata con emoción cómo el estigma que a veces rodea al barrio se desvanece al entrar con buena intención: “Si el paraguayo ya es solidario de por sí, ahí adentro eso se potencia mil veces. Me prestaron zapatillas, me traían sillas, sombreros y la merienda de Ña Rosa con sopa paraguaya. Si vos entrás a su territorio de buena fe y abierta, te reciben de una manera increíble”.

Este proceso de creación colectiva y convivencia transformó la mirada de la artista sobre su propio país. “Fue una experiencia muy humana que me permitió ver un lado del Paraguay que yo no conocía de esa forma. Ver que la realidad es dura para la gente de ahí, pero que igual le ponen una sonrisa y ganas de salir adelante, me transformó completamente”, concluye Aranda.

Así, el mural no solo queda como un homenaje a la música de José Asunción Flores, sino como un testimonio del encuentro genuino entre una artista y la fibra más sensible de su pueblo.