Miles de birmanos en las calles pese al despliegue del ejército

Miles de manifestantes prodemocracia salieron de nuevo a la calle el lunes en Birmania, pese a que la junta militar intensificó su represión con el despliegue de tropas y cortes de internet por segunda noche consecutiva.

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SAI AUNG MAIN

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En Rangún, la capital económica, miles de manifestantes se reunieron cerca las embajadas de China y de Estados Unidos.

También se congregaron miles delante de la sede de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Aung San Suu Kyi, donde coreaban “¡Que termine la dictadura militar!”.

Y en la sede del banco central, en el norte de la ciudad, también hubo protestas. “Los movimientos populares no se detendrán, el primer paso fue el más difícil, no tenemos miedo de que nos detengan o nos disparen”, dijo Nyein Moe, un guía turístico.

Pero la presencia de militares, apoyados por vehículos blindados, frenó a los manifestantes y las multitudes eran menos numerosas que en los últimos días, constataron periodistas de la AFP.

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“Intentan asustarnos desplegando soldados”, dijo Htet Aung, blandiendo un cartel que llamaba a la “desobediencia civil” frente a un camión militar.

Se produjeron perturbaciones en el acceso a internet en la noche del domingo y el lunes por la mañana. Y en las primeras horas del martes, volvieron las interrupciones, según la oenegé especializada NetBlocks.

Estos “cortes de internet” no cesan desde las 01:00 locales del martes (15:00 hora paraguaya) en todo el país, precisó la organización, con sede en Londres.

En la capital administrativa, Naipyidó, una concentración fue dispersada por la fuerza y la policía detuvo a una veintena de estudiantes.

“Nos comportábamos de forma pacífica e incluso nos disculpamos [...] pero entonces activaron un cañón de agua”, declaró un estudiante de secundaria a la AFP, que prefirió mantenerse en el anonimato.

En Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, también se registraron episodios violentos, que dejaron al menos seis heridos después de que la policía disparara balas de goma contra los manifestantes, que respondieron lanzando ladrillos, según un socorrista.

Suu Kyi permanece en prisión preventiva

El golpe de Estado del 1 de febrero derrocó al gobierno civil de Aung San Suu Kyi y puso fin a una frágil transición democrática de diez años.

Acusada de importar ilegalmente walkie-talkies, la exdirigente, de 75 años, permanecerá detenida hasta el miércoles, tras el aplazamiento de una vista prevista inicialmente para el lunes, informó su abogado, Khin Maung Zaw.

Suu Kyi se encuentra “en buen estado de salud” y bajo arresto domiciliario en Naipyidó, dijo este fin de semana la LND.

El miedo a las represalias está en la mente de todos en el país, que vivió bajo el yugo de los militares durante casi 50 años desde su independencia en 1948.

Desde el golpe unas 400 personas fueron detenidas, incluyendo dirigentes políticos, activistas, médicos y estudiantes.

Condena internacional

La comunidad internacional sigue denunciando la situación en el país.

“Los arrestos de dirigentes políticos, funcionarios, actores de la sociedad civil y representantes de los medios son muy preocupantes”, dijo el lunes la ONU, insistiendo en que las restricciones de internet y los servicios de comunicación van contra “los principios democráticos fundamentales”.

Por su parte, la diplomática suiza Christine Schraner Burgener, enviada de la ONU, “sigue reiterando al ejército que debe abstenerse de toda violencia y respetar plenamente los derechos humanos, las libertades fundamentales y el Estado de derecho”.

“Cualquier forma de reacción brutal puede tener graves consecuencias”, advirtió.

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Estados Unidos detalló hace varios días una serie de sanciones contra varios generales, pidiéndoles que entreguen el poder, hasta ahora en vano.

El lunes, el líder de los militares golpistas, Min Aung Hlaing, paria internacional por los abusos cometidos contra los musulmanes rohinyás en 2017, insistió en que lo que sucedía en el país era “un asunto interno”.

Cientos de miles de personas salieron a las calles en los últimos días, las protestas más importantes desde la “revolución de azafrán” de 2007 liderada por monjes.

Muchos funcionarios --trabajadores del ferrocarril, profesores, médicos-- se pusieron en huelga en apoyo del movimiento, y los medios de comunicación locales informaron incluso de deserciones policiales.

Los generales golpistas, que rechazan la legalidad de las elecciones legislativas de noviembre, ganadas de forma abrumadora por la LND, autorizaron los allanamientos sin mandato o las detenciones provisionales sin la autorización de un juez.

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