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Este chiste del Pedro y el Juan finlandeses resume la esencia callada, retraída y extremadamente respetuosa del otro que identifica a los habitantes del segundo país nórdico en población y tamaño (sin contar con Groenlandia, claro). Es la tierra donde desde ayer posan sus reales Juan Arrom, Anuncio Martí y Víctor Colmán y es también un paraíso de justicia social e igualdad, con los niveles de calidad de vida y bienestar más altos del planeta.
Se puede decir mucho de este trío, pero no que no sabe elegir dónde vivir bien: Finlandia es en este 2019, y por segundo año consecutivo, el país más feliz del mundo, según el Informe Anual de la Felicidad que publica la Organización de las Naciones Unidas (la misma que otorgó a los tres paraguayos sus pasaportes laissez passer –literalmente, dejar pasar–). Según otro índice de felicidad, el que genera la encuesta Gallup, Paraguay también es el país más feliz y más positivo del mundo. Habría que ver a quién creerle.
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Otra similitud entre la patria que vio nacer al trío fugitivo y la que los acoge podría considerarse la cantidad de habitantes. Finlandia tiene 5,4 millones, y Paraguay, unos 7 millones, aunque no se sabe con rigor, porque el último censo –hecho en el 2012– fue un fracaso que costó más de 16 millones de dólares.
A partir de ahí, Finlandia está en las antípodas de Paraguay. No geográficamente, que esas están en aguas de Taiwán; la contraposición está en otras cuestiones.

Un dato: Finlandia no es considerado un país escandinavo, sino nórdico, aunque esto es motivo de grandes discusiones con sus vecinos de la región. Con sus 338.000 km2, es una democracia parlamentaria unicameral, que tiene como moneda el euro, como idioma principal el finés y se declara mayoritariamente luterano, aunque en la práctica sus habitantes son seculares.
En el imaginario subtropical, lo único que atinamos a pensar –si alguna vez pensamos en la tierra de los mil lagos, los bosques, las hadas y los duendes– es que se trata de una especie de cubito de hielo gigante. La verdad es que de mayo a setiembre la temperatura ronda los 30 °C. Es en Laponia, en el extremo septentrional, donde más frío hace y está registrado que en 1999 el termómetro marcó allí -51°C.
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Pero no es nada de eso lo que hace de Finlandia un país tan atractivo. Para los turistas, vivir la experiencia de la aurora boreal o la del sol de medianoche es un imán irresistible. Sus paisajes son de cuento y su gastronomía, memorable (arenques, cangrejos de río, arándanos cosechados a mano en bucólicos paseos entre los árboles, y –más que nada– la bollería). Su tradición de sauna, de chocolate y café, de caminatas por los bosques –que ocupan el 65% del territorio nacional– le dan una atmósfera de ensueño. Es la capital mundial del heavy metal y también se ha ganado un lugar en la literatura negra nórdica, que hoy llena estantes en las librerías y genera series de nordic noir en Netflix.

Aunque lo que de verdad es admirable en el nuevo país que acogió a los tres prófugos de la justicia paraguaya son sus altos niveles de educación, seguridad social y servicios de salud estatales. Finlandia es número uno en el último Good Country Index, índice que mide “lo que cada país del planeta contribuye al bien de la humanidad”, una evaluación de 35 mediciones que muestran los aportes de los países en siete categorías: ciencia y tecnología, cultura, paz y seguridad, orden mundial, planeta y clima, prosperidad e igualdad, y salud y bienestar.
Los chicos finlandeses empiezan a ir a la escuela recién al cumplir los 7 años, no suelen llevar tareas a casa y tienen jornadas educativas cortas. Así y todo, están hace varios años a la cabeza de los resultados en las pruebas Pisa. Desde el año 2000, ocupa los primeros puestos entre los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Este es un éxito que se atribuye en buena parte a la alta calidad de sus docentes y al respeto generalizado del que gozan; combinado con un estado de bienestar general y la igualdad de oportunidades para todos.

Ese bienestar se refleja también en su bajísimo índice de criminalidad. Para tener una idea: en el 2017 se cometieron en ese país 69 asesinatos, mientras que en el 2016 hubo en Paraguay 617. Y además, como se sabe, muchas de las cárceles finlandesas no tienen rejas y el país tiene la menor relación de policías-población de Europa: 149 por cada 100.000 habitantes, según indicadores de las Naciones Unidas. En Paraguay esa relación se duplica y el ministro del Interior Juan Ernesto Villamayor quiere convencernos de que se necesitan muchos más agentes y por ende mucho más dinero para pagarles.
En este conglomerado de islas (más de cien mil) la bicicleta es la reina. Solo en Helsinki, la capital hay 1.300 kilómetros de bicisendas y la bici es el medio de transporte favorito aún en invierno. No es de extrañar, porque el cuidado del ambiente es también un eje de la cultura finlandesa.
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Otro ámbito en el cual Finlandia es pionero es la igualdad de género. Instituyó el voto femenino en 1906, algo que nuestro país solo logró en 1961. En 1907 estas frías tierras ya tenían 19 mujeres congresistas, apenas dos menos de las 21 que más de un siglo después hay hoy en Paraguay, sumando diputadas y senadoras.
Este nivel de vida tiene obviamente un costo, que se solventa con una alta tasa impositiva, que se calcula de forma individual, pero que equivale a alrededor del 40% de los ingresos.
Claro que no todo es color de rosa. Como otros países de la región y en parte atribuido a los largos inviernos de días breves y noche prolongadas, aquí el alcoholismo es un verdadero problema y también lo es el suicidio. Según la Organización Mundial de la Salud, en el 2016 la tasa de suicidios por cada 100 mil habitantes fue de 15,9, mientras que en Paraguay alcanzó 9,5.
Así es, a vuelo de pájaro la tierra nórdica que estaba fuera del radar paraguayo y de zopetón se volvió trending topic. Si le picó el bichito, y quiere conocer de primera mano este país como turista, sepa que con un pasaporte paraguayo no necesita visa y que un pasaje de ida y vuelta le costará unos 1.150 dólares en clase económica.
(No podemos terminar este artículo sin mencionar lo más importante de todo lo que de importante tiene Finlandia: es el país de Papá Noel).