La sacrificada mujer dice amar su profesión, aunque convive con el temor de contagiarse con el coronavirus y llevarlo a su hogar.
“Mis criaturas son aún pequeñas, de 6, 8 y 11 años. Suelen quedar en la casa al cuidado de su papá, cuando él no esta trabajando; de lo contrario, conseguimos ayuda de parientes o amigos para que les cuiden mientras yo estoy trabajando, ya que no puedo darme el lujo de pagar a una empleada, atendiendo a que mi salario solo alcanza para las necesidades más urgentes”, expresó.
Agregó que “solo cuando dejo el hospital en horas del mediodía, debo de urgencia llegar a la casa para preparar el almuerzo”.
“Dependiendo de las circunstancias, existen momentos en que me llaman de urgencia en el hospital, por la llegada de algún paciente que necesita que se le haga una placa radiográfica, sin que importe el horario, inclusive en horas de la madrugada; entonces, no me queda otra que dejar a mis hijos solos, a pesar de lo mucho que esto me duela”, nos dice Mari, como todos la conocen.
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“Estos trabajos fuera del horario de trabajo los realizo de manera gratuita, sin recibir ningún plus salarial al respecto. Actualmente, solo tengo un rubro de G. 3.500.000 y con los descuentos que percibo de manera mensual saco poco más de G. 3 millones”, detalló.
“A pesar de los reiterados reclamos a las autoridades del Ministerio de Salud y de las promesas recibidas por mis superiores de conseguirme otro vínculo o rubro, son solo deseos”, dijo de manera angustiada la sacrificada enfermera, quien reivindica no tener nada que festejar en este día.