Escuela rural de Areguá arrastra problemas de infraestructura y falta de rubros

La Escuela N.º 678 Cnel. Paulino Alen, Isla Valle, refleja la realidad de muchas escuelas rurales que luchan por mejorar su infraestructura y atender las necesidades de los niños. Desde hace seis meses, la docente de aula Francisca Benítez asume el doble rol de encargada de despacho y docente del turno mañana. En febrero la municipalidad tiene proyectado realizar algunas mejoras, aún así la escuela espera otras reparaciones urgentes.

escuela de color amarillo con  plantas alrededor
Pintar la escuela, arreglar el techo y el baño son las prioridades de los docentes que quieren iniciar las clases con una escuela en buenas condiciones.Lourdes Benítez Sosa

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El año pasado, dos directores anteriores de la escuela Cnel. Paulino Alen realizaron pedidos de mejoras que quedaron sin respuesta. Desde hace seis meses, Francisca Benítez y Diana Carballo asumieron el trabajo no remunerado de encargada de despacho, continuando los pedidos de reparación y construcción que se mantienen sin solución. En noviembre del año pasado, la Municipalidad de Areguá tiene proyectado reparar alguna de las instalaciones, pero las reparaciones proyectadas para febrero solo solucionarán una parte de las necesidades.

Problemas de kupi´i desde el 2015 llegaron a causar derrumbes en las vigas y techos arriesgando a 150 niños y niñas que acuden a este centro educativo y hasta el momento no lograron solucionar con esta infestación.

A pesar de los planes municipales, Francisca lamenta que la escuela aún necesita cambios, reparaciones, materiales didácticos y sueña con ofrecer almuerzo escolar en ambos turnos para los niños necesitados. “Vienen niños con muchas necesidades, no comen en sus casas y lo primero que piden es la leche. Si tenemos que quedarnos más en la escuela, vamos a quedarnos más para darle alimento a los niños”, expresa Irene.

La falta de recursos se extiende al área del parque, mantenimiento del patio, escenario, carencia de materiales didácticos y adquisición de mobiliario para todos los ciclos, siendo las donaciones de la comunidad la principal fuente.

A pesar de los constantes esfuerzos y solicitudes al Ministerio de Educación, la falta de respuesta persiste. Benítez menciona que la formalización del cargo de encargada de despacho está pendiente y que esto impide que administre el fondo de gratuidad. Los padres y las propias profesoras asumen gastos urgentes, incluso comprando pinturas de sus propios bolsillos.

Esta escuela, como muchas otras en áreas rurales, carece de los recursos necesarios para ofrecer una infraestructura adecuada que beneficie a más niños y niñas, convirtiendo a la educación, más que un derecho, en un sacrificio.

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