El recorrido por el pesebre comienza en la ciclovía del paseo central, con figuras de hasta 2,5 metros de altura.
San José, la Virgen y el Niño Jesús fueron los primeros en cobrar vida hace nueve años, cada uno formado por unas 500 botellas, mientras que los animales ovejas, camellos, burro, vaca y gallo fueron construidos con botellitas más pequeñas, mostrando la paciencia y dedicación de quienes participan en su armado.
“El proyecto comenzó en 2016 con la comisión de eventos culturales. Ellos querían un árbol gigante de botellas, pero les propuse empezar por las figuras principales del nacimiento de Jesús. Desde entonces, cada año sumamos personajes y detalles que hacen que la escena sea más completa y llamativa”, contó Diarte.
Con el paso del tiempo, el pesebre creció junto a la ciudad: primero con la Sagrada Familia, luego los tres reyes magos, pastores y animales. Hoy, la obra integra luces LED de colores, regalos gigantes, velas y esferas, todos realizados con material reciclado, creando así un espacio mágico que combina creatividad, tradición y sostenibilidad.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Para Diarte, el pesebre no es solo arte: “Es un esfuerzo colectivo: electricistas, carpinteros, voluntarios y funcionarios trabajan con entusiasmo para que todo esté listo cada diciembre.
“Ver a las familias que se emocionan al conocer el lugar, que se sacan fotografías y valoran nuestro trabajo, eso nos motiva a seguir mejorando en cada edición”, enfatizó.



Creatividad y compromiso ambiental
El pesebre ecológico de Isla Pucú no solo resalta por su creatividad, sino también por su compromiso con el medio ambiente, transformando lo que sería desecho en una obra que une cultura, tradición y conciencia ambiental. Esto promueve valores de cooperación, reciclaje y respeto por la naturaleza, manteniendo viva la Navidad una de las tradiciones más queridas de Paraguay.

Lea más: La artesanía se impone en Tobatí
