Bajo el implacable sol del mediodía, dos jóvenes desafían el calor con la frescura de su fe, dejando atrás un puñado de ciudades recorridas de principio a fin.
Carlos Florentín avanza con un termo de tereré agotado, una venda en la pantorrilla izquierda y la camiseta azulgrana de Cerro Porteño. Nos cuenta que salió de su casa en Lambaré a las 3:40 de la madrugada, aprovechando su frescura, con la meta puesta en llegar a Caacupé como desde hace 4 años.
"Un primo salió hace poco de terapia, eso vengo a agradecerle a la Virgen. También siempre le agradezco por la salud de mi mamá", dice Carlos entre bocanadas de aire.
Con una cómoda remera naranja, oscurecida en partes por el sudor, a su lado camina su primo y amigo Arnaldo Allende, quien se sumó a su empresa de fe hace dos años.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Unos 30 kilómetros aún les esperan por delante. Los jóvenes se alejan de la breve sombra para continuar su peregrinación rumbo a la Basílica.
