Los que no tienen la suerte de toparse con un asiento vacío se ven obligados a viajar parados, pero no solamente en el interior del ómnibus luego de sortear el molinete, sino también en las estriberas del mismo poniendo en peligro sus vidas.
Son muchos los casos de pasajeros que perdieron el equilibrio y cayeron bajo las ruedas de los buses. Esto se podría evitar si se cumple la normativa de prohibir la circulación con las puertas abiertas.
Otro problema es que si se controla la cantidad de personas que pueden circular a bordo de un solo bus tal vez miles de personas dejen de llegar a horario.
Además del peligro de viajar “como sardinas enlatadas”, el sofocante calor, el maltrato que se recibe por parte de choferes que no dan vueltos, que no detienen la marcha del todo para el descenso y que corren criminales carreras con sus pares, existen carteristas que aprovechan la aglomeración de personas para despojarles de sus pertenencias.
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De acuerdo a los registros de Setama, en Asunción y el área metropolitana circulan diariamente unos 2.500 ómnibus.
Para el Centro de Empresarios del Transporte del Área Metropolitana de Asunción (Cetrapam), suman 600 los colectivos “chatarra” que circulan de manera irregular.
