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Ayer se le preguntó sobre los irritantes casos de nepotismo en el Congreso y quiso salir corriendo. Apenas habló. Y pensar que en sus manos está la negociación con el Brasil sobre Itaipú, por ejemplo.
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Conste que en su red social Santi Pet dice que trabaja gua’u para “posicionar al Paraguay en el mundo”, pero es incapaz de exteriorizar su opinión sobre los casos de nepotismo que golpean fuertemente el bolsillo del pueblo paraguayo.
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Si realmente quiere hacer algo por este país, les tiene que pedir a los aliados de su movimiento colorado que “desalojen” de la función pública a los parientes y amigos de los legisladores.
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Ahora se entiende la frase: “Vamos a estar mejor”. Pero le hubiesen explicado a la gente, durante la campaña electoral, que solo se referían a sus clanes familiares. Una vez más, les engañaron.
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La postura del ministro de Educación, pa’i Ramírez, fue más preocupante aún. Cuando se le preguntó si es un gasto innecesario desembolsar millones de guaraníes en sillones para parlamentarios, antes que invertir en la educación, contestó: “El Estado no funciona así, esa es una muy buena reflexión para el sector privado”.
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¿Cómo que no? Es una cuestión de sentido común. Hay que tener una mejor calidad de gasto. Pero pa’i tampoco quiere emitir una postura, porque teme perder su cargo si critica a la clase política colorada cartista.
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El “profesor doctor” ministro de Economía Fernández Valdovinos, peor aún, contestó con monosílabos.
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El titular de Diputados, Raúl Latorre (ANR, cartista), no tiene ningún interés en amonestar a su director Ricardo Vaesken Ferrer y a su hijo, otro “nepobaby”, por “patotear” en el Congreso.
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Tiró aún más por el suelo la pésima imagen que ya tiene la “Cámara de la Vergüenza”. Pero, como tienen “padrinos”, hacen lo que quieren.