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El Presupuesto Nacional pasó a ser el botín, la bolsa anual para el saqueo oficial que obliga a esos “prisioneros rentados” a estar presentes en las marchas y concentraciones políticas convocadas por los jefes, capos y mandamases de turno.
Este “despojo legal” solo pretende sostener a parásitos amigos y a una clientela política que sin ningún rubor se cuelgan de lo público. El “pacto” los convierte en operadores de los amos, siendo su trabajo hacer bullicio, entre hurras y vítores incesantes.
Gran parte del Presupuesto y sus cuentas abultadas son destinadas a ilimitados regalos y graciosas concesiones. Si este enfoque de gastar por los socios, capangas y claques no se cambia, el rumbo nacional se torcerá cada vez más y se marchará hacia al abismo.
La experiencia y la realidad nos enseñan que a mayor gasto y a menor ingreso, se genera el déficit, luego el default y posteriormente el caos para desembocar en la quiebra total. En consecuencia, ante el atropello oficial, hay que rebelarse para evitar este desenlace.
La ciudadanía deberá poner punto final a esta barbaridad financiera. No pague más sus impuestos, deje de sostener a estas alimañas gubernamentales que viven en el limbo. Rebelarse contra el engaño y la explotación está apadrinada por la Constitución Nacional.
Horacio Cartes es un traidor consuetudinario. Con prepotencia pisoteó todo. Endeudó al país superlativamente, sin que la república tenga la capacidad de pago sostenido. El empapelado de los “bonos voladores” pesará a partir de ahora sin margen de maniobra.
La patria contratista para los grupos y testaferros de HC acabará por hundir a la república. Con Cartes, todos los negocios fueron amañados, sencillamente porque no figura en ninguna de las empresas pero está en todas ellas, dictando las directrices.
Con Horacio la pobreza aumentó sideralmente, el desempleo se multiplicó, el exilio económico creció y la reforma agraria nunca llegó. El Paraguay se volvió habitable y desarrollista solo para una élite, una cúpula, una corporación de amigos y parientes.
Con esta formulación presupuestaria sin variantes ni ingenio, vamos directo al fracaso, enfilando a la catástrofe. Solo la salud, la educación y la cultura merecen aumentos progresivos. Las demás carteras y secretarías superfluas tendrán que constreñirse o prescindirse.
Los 3 poderes se mimetizaron como sanguijuelas en el Presupuesto, tendrán que achicarse sustancialmente, sacar gente y reducir los salarios exorbitados y demenciales. Las erogaciones inventadas rebasan la capacidad de asombro de cualquier raciocinio.
Marito y su entorno exhiben cobardía al no proceder con prestancia y decisión en un tópico de máxima alerta global. Esperar de su parte la toma de decisiones y medidas estratégicas siguiendo las prioridades, será en vano. En su plataforma la patria no figura en primer lugar.
Esta comedia anual de prever y justificar los gastos desequilibrados va llegando a su fin. El ahorro no forma parte de la causa nacional, en consecuencia, los paraguayos debemos prepararnos para todos los males que vendrán, ellos serán muy duros.
Y, al final del circo, el Presupuesto Nacional está como siempre, disfrazado de legalidad; siendo una simple nomenclatura para el robo directo a la población, protagonizado por los piratas del Estado mediterráneo, esos ladrones eternos de esta patria sin mar.
La dupla Cartes-Marito viene a echar por tierra las ilusiones de los desprotegidos y a destruir por completo la esperanza de los carenciados. El Presupuesto Nacional está pensado solo para la casta maldita, una gavilla que está triturando y destruyendo el país.