Bajo la sombra de la corrupción

El ministro de la Corte Suprema de Justicia, Manuel Ramírez Candia, acaba de alertar al país sobre un hecho preocupante: la injerencia política en la máxima instancia del Poder Judicial. La noticia no es nueva, viene de antiguo, pero nunca –o rara vez si alguna– se ha disparado del mismo seno de la Corte.

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La nueva mesa directiva –con César Diesel a la cabeza– salió de fuera del organismo. La orden vino del exterior.

Se acordarán los lectores que Diesel estuvo en el número 17 entre los candidatos a la Corte. De ese puesto saltó por encima de los demás para desembarcar como presidente, con una breve pasantía como miembro. ¿Qué milagro ha ocurrido? Unas manos invisibles –muy visibles– abren la ventana, nunca la puerta, para depositar sobre el anhelado sillón al amigo que se pasará agradeciendo el gesto hasta la edad de 75 años. ¿Cómo un ministro de la Corte expresa su gratitud? De dos maneras muy empleadas: resolver rápidamente un pleito favorable al padrino, o darle al expediente una larga siesta, escondido de toda curiosidad, en el más hondo olvido.

El ministro Ramírez Candia nos recordó que en la Sala Constitucional duermen plácidamente las causas abiertas contra varios políticos como Javier Zacarías Irún, Víctor Bogado, Enzo Cardozo y la acción de inconstitucionalidad promovida por el diputado Ramón Romero Roa.

El caso de Enzo Cardozo se inició en el 2014 con la acusación de los fiscales Aldo Cantero y Martín Cabrera sobre un supuesto hecho de estafa al Estado por 68 mil millones de guaraníes. Se cumplen ya siete años del escándalo que dañó, por encima de todo, a los pequeños agricultores para quienes estaba destinado el dinero público.

Pero no solo la política manda en la justicia. También la masonería. Políticos y masones de pronto se enfrentan por un caso gordo. En este caso no gana el más fuerte sino el más astuto, o sea, el más pillo. El ministro Ramírez Candia afirma: “Hay versiones de que en todos los ámbitos del Poder Judicial la masonería tiene incidencia, se da también en el interior. Para el sector de la masonería hay cierta agilidad en la Corte Suprema”. Esta “cierta agilidad”, en el lenguaje diplomático de Ramírez Candia, es posible que signifique en los hechos una atención preferencial de prontitud y resultado favorable para el “hermano”.

Volvemos a César Diesel. El ministro Ramírez Candia dijo: “No es un hecho nuevo que las autoridades de la Corte respondan a sectores políticos, pero la elección del ministro César Diesel como presidente tuvo la particularidad de que hubo dos votos en blanco y dos ausencias, lo que demuestra que es una elección atípica y que no estoy solo en esta postura”.

O sea que, de nueve votos posibles, Diesel tuvo cinco, que es mayoría. Pero una mayoría, al decir de Ramírez Candia, “atípica”: dos ausencias y dos en blanco. Las ausencias habrán obedecido –es mi opinión– a la existencia de un plan de imponer un presidente a control remoto. Y junto con las ausencias, los dos votos en blanco que habrán sido, también, una expresión de protesta por la anomalía que se estaba dando nada menos que en la Corte Suprema de Justicia cuya función es corregir, justamente, las anomalías en la sociedad haciendo cumplir la Constitución y las leyes.

Recuerdo que el doctor Alejandro Encina Marín, respetado hombre de derecho, había dicho que deseaba culminar su carrera profesional como ministro de la Corte. Se presentó a competir, pero tuvo la mala suerte de que habían candidatos de dudosos antecedentes académicos y morales que le cuadriplicaron en puntajes. El doctor Encina Marín había considerado que sería un honor integrar la Corte como una suprema responsabilidad al servicio de la justicia.

Si es un honor ser ministro ¿Por qué se procura vivir en la deshonra, al amparo de la corrupción política?

alcibiades@abc.com.py

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