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Sheldrake, de criterio amplio, analizó bastante sobre estas cosas, pero cómo el mismo lo dijo, nadie se tomó el tiempo ni el interés de hojear sus trabajos. Sin embargo, las neurociencias ahora se ocupan de localizar en el cerebro dónde se ubica esta capacidad, este poder que es como un sexto sentido.
Según esos científicos, la intuición nace a nivel neuronal, en la corteza cingulada. Cingulun significa en latín “cinturón”. Se halla, a mitad de la corteza cerebral, como un cinturón, y se considera parte del sistema límbico. Tenemos que recordar que en este lugar habitan las emociones y los sentimientos. Y allí como la figurita de un caballito de mar, se encuentra el hipocampo, el fantástico mundo de los recuerdos y de la memoria.
Todos los seres humanos, somos intuitivos. Tenemos una innata facultad de percibir lo que está sucediendo y lo que puede ocurrir, aun estando lejos, a kilómetros de distancia. Se considera que las regiones cinguladas, son más grandes en las mujeres. Esa es la razón por la cual una mujer adivina muchas cosas, sabe cuándo le mienten y es muy empática. No se trata de algo sobrenatural ni extrasensorial. Es parte de nuestra esencia, naturaleza y autoconciencia. Es lo que nos ayuda a poseer una sabiduría interior.
La intuición es grandiosa, poderosa y maravillosa. Si la cultivamos más y mas puede ayudarnos en muchos aspectos. En analizar mejor las situaciones, ver otros puntos de vista y llegar a tomar decisiones correctas. Para ser intuitivos 100 x 100 tenemos que hacer una conexión con el yo interior. Realizar muchas meditaciones y alejarnos del mundanal ruido. En el marco de la naturaleza, en la paz y el silencio, se manifiesta este poder y esta energía fantástica. La intuición nos avisa, cuando va a pasar la tormenta y cuando volverá la calma. Somos seres de luz que vinimos a buscar el amor, la verdad, la libertad, la salud, el éxito y la felicidad. Recurriendo a la mente intuitiva podremos hallar las respuestas y una claridad para salir de las dudas.