La política maniqueísta y su rentabilidad

Desde la aparición de Horacio Cartes en el escenario político toda discusión gira en torno a él, su proyecto y cómo hacer para sacarlo de escena. Es verdad que Cartes tuvo sus vaivenes, pero siempre se trasladó dentro de los márgenes del conservadurismo social y lo que llaman “liberalismo económico”, con la promoción de la filosofía emprendedora y motivacional. Su dinero, más esa capacidad de desplazarse ideológicamente según los tiempos políticos lo ayudó a perdurar como el líder más importante de los últimos 10 años.

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La posición central de Cartes también obligó a sus opositores a plantear distintas estrategias para derrotarlo o por lo menos acumular capital político para hacerle un contrapeso. En ese trajín, las figuras opositoras tuvieron que amoldarse a diferentes circunstancias y eso muchas veces forzó a la distorsión de proyectos políticos interesantes. Como antecedente se puede nombrar la alianza del Frente Guasú con el cartismo para habilitar la reelección vía enmienda o a Avanza País, que tuvo pactos importantes para la elección de un contralor y demás temas. Del partido liberal ni siquiera hace falta hablar porque sus vínculos con el cartismo ya fueron evidenciados hasta el hartazgo.

No obstante, dentro del PLRA, la figura de Efraín Alegre ostenta la etiqueta del anticartismo radical, aunque con su alianza con Soledad Núñez dicha imagen pudo haberse desgastado un poco ¿Por qué tanto preámbulo e identificación de los actores políticos? Bueno, lo que ocurre es que la centralidad de Cartes, aparte de ser nociva para el bienestar de nuestro país, es nociva para la discusión ideológica y la proyección de programas que tengan la intención de solucionar los problemas más cotidianos del ciudadano paraguayo.

La carencia de contenido hoy hasta parece ser una norma para algunos sectores de la oposición, quienes se limitan únicamente a conseguir la alternancia, como si fuera que el simple hecho de derrotar a Cartes garantizara el desarrollo de ideas favorables a la mayoría, el auxilio a los desfavorecidos, la participación de las minorías y otras necesidades verdaderamente urgentes. A Cartes hay que derrotarlo, pero no para dejar un testimonio, sino para depurarlo de las escena y erradicar todos los conceptos que introdujo en nuestra comunidad desde que pegó el salto de empresario supuestamente exitoso a actor político.

¿Pero por qué perdura el maniqueísmo cartismo versus anticartismo? Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones y en el asunto abordado, una de esas determinaciones es la rentabilidad que tiene para algunos actores canalizar únicamente su discurso político contra el cartismo, como lo hace Efrain Alegre. La identidad de Alegre es producto de su lucha contra el cartismo y además es esa la línea ganadora dentro de la Concertación, que en simples palabras, más que una concertación es una alianza multipartidaria liderada por el PLRA.

El maniqueísmo cartismo versus anticartismo, sumado a la victoria del Partido Liberal dentro de la Concertación son dos elementos que generan la interpretación de que en cierta forma el PLRA está dispuesto a defender su autoridad en la política bipartidista, lo cual es una mala noticia para los que pensamos que los cambios tienen que estar liderados por proyectos políticos ajenos a los partidos tradicionales y que estén interesados en darle al menos tierra, techo y trabajo a los que hoy no figuran en la agenda de la clase dirigente.

diego.diaz@abc.com.py

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