Muchos países de América Latina conocieron lo que significa vivir en el miedo y el terror de esa forma de cruel tiranía. Bajo el pretexto del “Plan Cóndor”, implementado durante la guerra fría. Es terrible la ausencia de la libertad y el control total de los ciudadanos, que no podían pensar ni expresarse libremente. Ni siquiera reunirse para conversar, organizarse o ver una obra de teatro, que pudiera ser de contenido peligroso para el régimen. Estaban prohibidas algunas obras de Augusto Roa Bastos. De hecho, el mismo Stroessner mandó al exilio al reconocido escritor que le dio el apodo de “tiranosaurio”.
El atropello a los Derechos Humanos era constante y muchos políticos, intelectuales, periodistas, líderes campesinos, artistas, escritores, músicos y docentes fueron detenidos, encarcelados y torturados por pensar y querer un país diferente. Inclusive fueron desaparecidos y sus restos no se encuentran hasta hoy día. Claro que las personas que fueron cercanas al gobierno y recibieron beneficios, recuerdan con nostalgia esos años y reivindican la figura del dictador, asegurando que existía seguridad y la gente podía dormir bajo los mangos. Se vivía en el silencio de loa cementerios, la boca cerrada y los pensamientos acallados. Nadie se podía manifestar por las calles; diarios y radios que decían la verdad, eran clausurados. Caso ABC Color y Radio Ñandutí. Igual suerte corrió el Semanario “el pueblo”, del partido febrerista. Monseñor Ismael Rolón habló en 1982 de La descomposición del tejido moral de la nación y la Iglesia descomulgó a algunas figuras de la dictadura. Son célebres los ataques y atropellos a Radio Ñandutí, Iglesia Cristo Rey, Hospital de Clínicas y otros lugares considerados sitios de comunistas. Resulta casi tragicómico recordar después de tantas décadas. Más en esos momentos eran muy dolorosos.
No solamente hubo robos y enriquecimientos ilícitos escandalosos por parte del gobierno. Nunca devolvieron el dinero, las propiedades, las tierras, las estancias, cultivos y ganaderías que pertenecían a otras personas. Los hermanos nativos fueron sacados de su hábitat para vender esas tierras a sojeros y ganaderos que envenenan el suelo. No solamente entregaron la flora y la fauna riquísima, sino que tocaron nuestra moral, dignidad e integridad. Esto es lo imperdonable, ya que la humillación es lo que más lastima como dijo una vez Elvio Romero. Como pueblo y como nación, nos encontramos sin salidas, sin sueños ni espe yranzas. Sometidos y sojuzgados por una caterva de criminales, asesinos, delincuentes y ladrones.
Todos los jóvenes tienen que saber a ciencia cierta los hechos del pasado reciente. No hay que ocultar nada al respecto. En libros de historia tiene que figurar estos acontecimientos muy tristes para evitar que sucedan de nuevo. El globalismo nos puede someter a ciertos tipos de controles en este tiempo de tecnologías avanzadas e inteligencias artificiales. Tenemos que estar muy despiertos. Bajo ningún punto de vista podemos perder la libertad que tanta sangre, sudor y lágrima ha costado. La política es un oficio maravilloso, busca el bien común y la equidad. Debe ir por los caminos de la luz y la verdad. No desviarse por las sombras y la oscuridad. En la Biblia está escrito que solo la verdad, nos hará libres.
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