Lo que dejaron las elecciones

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Transcurrida una semana de las elecciones presidenciales, éste es apenas un balance parcial e imperfecto de lo que a nuestro modo de ver dejaron los comicios del domingo pasado.

- El candidato colorado no necesitó votos de fuera de su partido para ganar. Santiago Peña tuvo poco más de 1 millón 292 mil votos frente a los más de 1 millón 317 mil que obtuvo la lista colorada para senadores. Es decir, 25 mil votos más.

5 años atrás Mario Abdo ya había obtenido 1 millón 206 mil votos, y 10 años atrás Horacio Cartes ya había alcanzado 1 millón 105 mil. En ambas ocasiones ellos obtuvieron cientos de miles de votos más que sus listas para el Senado

- En contrapartida, a la principal chapa opositora le ocurrió lo contrario, con una dupla que ni siquiera logró la adhesión de los partidos que formaron parte de la Concertación.

Efraín y Núñez solo consiguieron 830 mil votos frente a los más de un millón de votos que obtuvieron en su conjunto sus diferentes listas para el senado. Es decir que al menos 170 mil simpatizantes de partidos de la Concertación optaron por no respaldar a su chapa presidencial.

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En esta línea es muy gráfico el declive de la candidatura de Efraín Alegre, quien tuvo menos respaldo que hace 10 años cuando en su primera candidatura presidencial ya había alcanzado 900 mil votos.

- A la oposición no le basta con unir cúpulas, sino que debe generar expectativa, esperanza y, de ser posible, capturar votos colorados.

Esto queda resumido en los casos de las gobernaciones de Central e Itapúa, principalmente en ésta última, en donde claramente hubo votos colorados para elegir a Javier Pereira como gobernador.

102 mil itapuenses votaron a los concejales departamentales colorados y solo 89 mil a su candidato a gobernador. 13 mil votos que fueron presumiblemente en su gran mayoría al concertacionista Pereira, quien obtuvo la victoria por más de 12 mil votos.

- La victoria colorada fue contundente, aunque erróneamente señalada por muchos como inédita. Ya en 1998 la ANR había obtenido más de 53 por ciento de votos para la presidencia, 24 bancas para la Cámara de Senadores y 45 bancas para la Cámara de Diputados.

La diferencia para el próximo periodo sí está en la fragmentación de la oposición, con diferencia de lo que ocurrió en aquel entonces.

- El voto preferencial minimiza el voto castigo y puede premiar a los de buen perfil y campaña. Por primera vez vemos los efectos del voto preferencial en unas elecciones generales, el caso más elocuente es el de Eduardo Nakayama, quien de estar en el número 30 de lista de candidatos al senado por la alianza entre su partido y otros, quedó finalmente como número 6 desplazando a políticos más experimentados.

- Queda claro también que debe reducirse la cantidad de electores por mesa nuevamente de 400 a 300, para que la espera sea menor, y profundizar aún más los simulacros y capacitaciones. Mucha gente pudo haberse visto engañada el domingo pensando que se superaría el récord de participación, pero las largas filas y la demora de varios para usar las máquinas de votación contribuyeron a esa sensación.

- Se debe prohibir con más fuerza la perversión del voto asistido, que contemplado exclusivamente para casos excepcionalísimos (no poseer miembros superiores o ser invidente) sirvió como excusa para acompañar principalmente a adultos mayores generando así el voto inducido, quebrantando el artículo 118 de la Constitución que establece el carácter secreto del voto.

- Y algo fundamental al final, indudablemente los 692 mil votos de un candidato con un discurso antisistema (aunque utiliza las reglas de éste) genera muchas preguntas y análisis sobre exclusión, marginación y voto-rabia de un gran grupo de personas. Fueron prácticamente uno de cada cuatro electores.

Es indudablemente una inquietante incógnita abierta de cara al futuro.

guille@abc.com.py