En una sociedad paraguaya que busca permanentemente erradicar el maltrato sea físico o psicológico hacia la mujer, todos debemos partir de la base, y ese cimiento se llama papá y mamá. Los hijos/as deben estar instruidos y aprender desde niños/as que el machismo no conduce a nada bueno. El caso de Katia Britez ocurrido hace unos días, conmocionó a todos y nos invita a reflexionar que nadie es dueño/a de nadie.
Conscientes que muchos padres y madres repiten lo que creen es “normal”, termina en tragedias con agresiones a personas o hasta la muerte. Es más que seguro que varones que crecen en un entorno de discusiones, celos, reclamos o violencia, terminan en la mayoría de los casos, en reiterarlos con sus futuras parejas.
Sobre las niñas que observan este tipo de situaciones, tienen una mamá sumisa y que se deja dañar en cualquier sentido, en un gran porcentaje, de grande temen, aguantan o esperan hasta la último para denunciar a sus agresores, al que los une varios vínculos como familiar, económico o de amistad.
Tanto para los que crecieron de esa forma, como para los que no, el mensaje que se impone en nuestros tiempos es no repetir la historia. Los antecedentes nos obligan a marcar un antes y un después e ir eliminando el machismo que es negativo cuando se afecta psicológica y físicamente.
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Una vez que se tiene un hijo o hija dentro de una vida matrimonial o de pareja, uno de los valores más importantes a enseñar es el respeto y la comprensión. Si los familiares son propensos a la violencia hacia la mujer, se debe educar sobre esas situaciones equivocadas y dar el ejemplo como padres.
Primero, el papá tiene el deber de respetar y comprender a la mamá de sus hijos. Segundo, las madres no deben dejar ser sometidas ni aceptar que son propiedad de su pareja. Entre peleas y celos, los menores absorben todo, y se complica que de grandes eviten actuar como lo hicieron sus padres.
Por eso, el futuro está en el presente. Porque si siendo padres no priorizamos el buen trato, las palabras comprensivas y una actitud de buen relacionamiento tanto hacia el hombre como la mujer, las historias de feminicidios u homicidios seguirán vigentes, y las frases “no importa cuando leas esto”, o “por qué sucedió”, tendrán siempre la misma explicación de años pasados. El machismo debe quedar atrás y apostar a una convivencia sana.