Estoy apurado

La prisa es lo que caracteriza a este mes en que despedimos el año. Cada una de las personas tiene un sinfín de actividades y todas son urgentes, aunque no todas importantes. El efecto fin de año es como el sol de diciembre, es ebullición, gritos y bocinas ensordecedoras en el tránsito, es correr a todos lados.

Ese encuentro de excompañeros, de amigos, del exa, del club o de compañeros de trabajo tiene una hora de inicio a la que posiblemente no llegamos, estamos aún en otro lado. Es como si el mundo fuera a terminar, pero el que está terminando solamente es el año.

Cuántas metas y objetivos fueron quedando por el camino en el transcurrir de los meses y no parece probable que se puedan realizar en unos días. Podría ser cuestión de revisar las prioridades, y reorganizar nuestro tiempo en los próximos doce meses que vienen, quizá.

¿Sería imposible ir a contramano y encontrar tan solo unos minutos al día, o en la semana, para analizar lo que podría ser lo verdaderamente importante por realizar? Suena lindo, pero irreal me dirán. Aun así, cuando nosotros no sabemos parar es el cuerpo el que nos da señales, nos pide un break, y a veces nos obliga a hacerlo por medio de una gripe estacional. Talvez no es necesario llegar a extremos y “cumplir” con cada actividad o invitación que fue cursada.

De a poco están apareciendo los viajeros, los que vienen o van a ver a sus seres queridos por tierra, aire y agua, los que se anotan en cada sorteo de navidad que existe o va a existir, los que buscamos las promociones por día de la tarjeta de crédito o los que van al supermercado como si se hubiera oficializado una nueva pandemia, aunque ahora lo que se buscan son ingredientes para las comidas o prendas de vestir y no papel higiénico, como en esa ocasión.

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Todo es ahora, pero si cerramos los ojos por unos instantes y los volvemos a abrir, posiblemente ya estaremos en la etapa postfiestas y nuevamente corriendo detrás de los Reyes Magos, o de lo que hace falta para las vacaciones de verano antes del inicio de clases. Un ritmo verdaderamente endemoniado para una época en la que deberíamos disfrutar de los encuentros, a veces tan necesarios para el alma y de valorarlos. Generar los nuevos recuerdos, a pesar de la nostalgia que nos puede invadir, homenajeando a aquellos seres queridos que ya no pueden sentarse en nuestra mesa, por medio de las anécdotas y los grandes recuerdos que nos dejaron antes de partir. Hasta aquí la reflexión por hoy, les dejo porque yo también estoy apurado.

arturo@abc.com.py