Básicamente, este logro reconoce, en gran medida, la estabilidad macroeconómica alcanzada en los últimos años. Los entendidos citan: orden fiscal, inflación controlada y cierta previsibilidad, todos factores clave. Esto nos destaca en una región acostumbrada a sobresaltos.
Ahora bien, el segundo grado de inversión no es un diploma para colgarse en la pared. Reconoce la estabilidad lograda, pero plantea el desafío de consolidar las instituciones y la seguridad jurídica para sostener el crecimiento. Aquí es donde nos tenemos que sacudir.
Con este nuevo estatus, se abre el acceso a financiamiento internacional en mejores condiciones. La captación de recursos directamente de los mercados y el fortalecimiento del crédito a largo plazo para el desarrollo productivo dejan de ser una aspiración lejana para convertirse en una posibilidad concreta.
Esto a su vez podrá traducirse en más obras, más inversión privada y más empleo. Supeditado a que los recursos se usen bien, con planificación y sin caer en la tentación de gastar indebidamente, porque nuestra capacidad de endeudamiento será mayor también.
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Compromiso del sector privado:las empresas deben prepararse para aprovechar el acceso a capitales del exterior, profesionalizar su gestión y elevar estándares. No basta con que el país mejore su calificación si puertas adentro se sigue improvisando.
El Estado Paraguayo, por su parte, debe dar la talla. Se esperan reglas claras, respeto a los contratos y un sistema judicial confiable. Estas no serán consignas abstractas, sino condiciones básicas para que la inversión no solamente llegue, sino que se quede.
No podemos ignorar un componente demasiado importante que tiene que ver mucho con esto. Nuestro nuevo estatus país tiene un innegable trasfondo político, vinculado a la cercanía de Paraguay con Estados Unidos, Taiwán e Israel. Celebramos este relacionamiento beneficioso, y anhelamos se mantenga una política exterior coherente y alineada a nuestros principios constitucionales.
Ahora bien, tan importante como la política exterior es hacer bien las tareas a lo interno. Aquí, hasta el momento, precisamos señales más claras que permitan tranquilidad sobre la duración de esta condición de “país para invertir”. El reconocimiento llegó; ahora toca demostrar, con buena letra, que estamos a la altura.