Autoridades corruptas contradicen el ideal del servidor público

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En los días pasados, el video de un candidato a intendente de Karapã'i del departamento de Amambay se viralizó, luego de que Carlos Rubén “Chicharõ” Sánchez, vinculado al narcotráfico, enviara el material a grupos de Whatsapp
En los días pasados, el video de un candidato a intendente de Karapã'i del departamento de Amambay se viralizó, luego de que Carlos Rubén “Chicharõ” Sánchez, vinculado al narcotráfico, enviara el material a grupos de WhatsappABC Color

Enriquecimiento ilícito, narcotráfico y lavado de dinero constituyen las populares pero indignantes fechorías que ensucian un gobierno y reducen a añicos el ideal del buen líder. La repulsión ciudadana hacia la política es consecuencia de los politiqueros.

De corazón noble, espíritu servicial y juicio equitativo, el ejemplo de un buen político se basa en la concepción que los ciudadanos crean a partir de sus necesidades de gobierno. Sin embargo, la teoría solo retrata un sueño pues, en la práctica, el acto de servir al pueblo se ve contaminado por distintas formas de deshonestidad y corrupción.

En contraste con un buen gobernante, el politiquero se sirve de las influencias propias del ambiente en el que se mueve para concretar sus propios intereses. Con esta definición y una rápida mirada a la esfera de la política nacional, uno puede vislumbrar las intenciones económicas detrás de quienes, en cada campaña, se ofrecen como incansables servidores de la ciudadanía.

Así, encontramos una larga lista de exmandatarios, dirigentes y candidatos que, por su actuar contrario al ideal de líder atento y desinteresado, causan repulsión en sus compatriotas. De esta manera, las acusaciones que pesan sobre el ex primer mandatario Horacio Cartes sacudían la confianza de la gente durante su gobierno, ya que el expresidente está presuntamente vinculado a una red de lavado de dinero y tráfico de drogas.

En la misma línea, el reciente arresto de la exdiputada colorada Cinthia Tarragó, en Estados Unidos, poseía el mismo trasfondo: acusación por parte del FBI de blanqueo de dinero proveniente del narcotráfico. Asimismo, en los días pasados, el video de un candidato a intendente de Karapã'i del departamento de Amambay se viralizó, luego de que Carlos Rubén “Chicharõ” Sánchez, vinculado al narcotráfico, enviara el material a grupos de Whatsapp; en la grabación se muestra al aspirante con varios billetes sobre sí mismo, afirmando que estos habían sido donación de “un amigo” anónimo.

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La sospechosa procedencia del dinero da razones a los ciudadanos para pensar que campañas proselitistas como esta son financiadas por personas “generosas” que actúan en el narcotráfico. Con tantos motivos de duda, cabe recordar que la política debería constituirse como el más alto medio de servicio a la comunidad y no como un instrumento para cubrir espaldas, cumplir intereses particulares y conseguir contactos poderosos.

Las manchas de la política se extienden hasta aquellos que, a los ojos de la gente, parecen representar una “diferencia”. El ahora exsenador Payo Cubas, quien fue expulsado por sus colegas en el transcurso de la semana, debido a comportamientos violentos contra unos policías, se mantuvo en el ojo de varias tormentas a lo largo de su estadía en la Cámara Alta. De esta manera, consiguió alejarse también del tipo de defensor que en verdad necesita un pueblo ya que, incluso, el polémico político afirmó que no quería ser presidente de siete millones de inútiles.

Parece que nadie está exento de un acuerdo tácito en el que los gobernantes desgarran las vestiduras de la política y le arrebatan la dignidad. Sin embargo, como ciudadanos, nuestra falencia es carecer de ojo crítico y mano dura que nos permitan exigir a los “servidores públicos” el comportamiento que corresponde.

Por Belén Cuevas (17 años)