En un océano de problemas, el MEC prioriza evitar el uso de celulares

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Aunque muchos de nuestros colegios tengan árboles de mango como infraestructura, al parecer, un teléfono celular usado en clases es más cuestionable que las condiciones de una institución.
Aunque muchos de nuestros colegios tengan árboles de mango como infraestructura, al parecer, un teléfono celular usado en clases es más cuestionable que las condiciones de una institución.Imagen extraída de la Web

Sin techo, pupitres ni ventiladores, nuestra educación es la eterna aplazada que sufre consecuencias de la clase política. Ah, pero ojo con los celulares pues, para el MEC, es una prioridad evitar estos aparatos dejando de lado las condiciones de nuestras escuelas.

Nadie, con uso de neuronas, niega que la salvación de cualquier país hundido en la ignorancia y la mediocridad es un sistema educativo que brinde las herramientas necesarias para el estudiante. Aunque muchos de nuestros colegios tengan árboles de mango como infraestructura, al parecer, un teléfono celular usado en clases es más cuestionable que las condiciones de una institución.

De entrada sabemos que algo no cuadra, cuando el dinero destinado por parte del Fonacide desvía su camino a la educación y llega a la cuenta bancaria de algún que otro político ladrón. "Lo que sobra para educación" compone la frase que la clase política nos da a entender cuando no se alcanza, al menos, el 5% del PIB del 7% que, según la Unesco, debería ser destinado a la formación de niños y jóvenes.

El presidente de la República promulgó la semana pasada una ley que busca regular el uso de estos aparatos en instituciones educativas privadas, públicas y subvencionadas. La normativa fue sancionada por el Congreso en noviembre del año pasado.

Desde el punto de vista profesional, los smartphone son contraproducentes para el alumnado, pero dichos aparatos, muchas veces, cumplen mejor el rol de profesor que un docente "capacitado".

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Por supuesto que las redes sociales, los chats en WhatsApp o FreeFire son grandes distractores que imposibilitan la concentración óptima de cualquier persona que esté recibiendo cátedra. Sin embargo, no todo el problema apunta a la tecnología, pues, desde un panorama general, un alumno tampoco se concentra con 40° grados de calor, un ventilador podrido, pupitres con tres patas y media o ventanas rotas que dejan pasar al frío en temporada de invierno.

A mediados del 2019, un informe realizado por la International Education Database, una agencia norteamericana especializada en la medición del impacto educativo a nivel mundial, posicionó a Paraguay en el tercer puesto de países con peores sistemas educativos en toda América.

Cada promulgación del Poder Ejecutivo debería aplicarse desde la coherencia social y no desde puntos de vistas de un sector reducido. “Primero lo primero”, dicen por ahí; pues bien, antes de preocuparse por un celular, hablemos de cada cáncer que padece la educación y que afectará a los estudiantes desde este viernes 21 de febrero.

Por Ezequiel Alegre (19 años)