Jesús resucitado aparece a sus discípulos al atardecer del primer día de la semana, es decir, el domingo, y es por esto que nosotros lo celebramos como “El día del Señor.” Así, el domingo es el día por excelencia para reunirse con los hermanos de fe y festejar juntos la vida nueva en la Eucaristía, la acción de gracias por la maravillosa generosidad de Dios.
Con la fiesta de Jesucristo, Rey del universo, concluimos el Año Litúrgico. El domingo siguiente, 3 de diciembre, es Adviento, y empezaremos el ciclo “B”.
Durante tres domingos consecutivos vamos a reflexionar sobre el capítulo 25 de Mateo, empezando hoy. Es el último gran discurso de Jesús, según este evangelista, de un total de cinco.
Los fariseos y doctores de la ley siguen provocando a Jesús y quieren sorprenderlo en cualquier cosa, para tener con qué acusarlo.
El Señor nos cuenta una parábola más: un hombre tenía dos hijos y pide a ambos para ir a trabajar en su campo.
Durante cinco domingos consecutivos Jesús nos irá contando parábolas, para que entendamos mejor en qué consiste el reino que Él vino a inaugurar, y a invitarnos a colaborar activamente en su construcción.