Hoy Hiroshima conmemoró el luctuoso 78 aniversario del bombardeo atómico que sufrió el 6 de agosto de 1945 urgiendo a la desnuclearización global, meses después de la visita de los líderes del G7 a la ciudad.
La vida en la bulliciosa ciudad de Edo antes de la restauración Meiji anima las viñetas del manga Sarusuberi.
En un mes de abril como este que hoy comienza murió hace mucho tiempo uno de los grandes maestros del ukiyo-e. Recordemos al artista de los mil nombres y los mil nombres del artista.
El mismo año –1889– en que se inauguraba la Torre Eiffel, el primer número de The Wall Street Journal salía a las calles y nacía Adolf Hitler, y el mismo lunes –23 de septiembre– en que moría en Londres el autor de The Moonstone, Wilkie Collins, Fusajiro Yamauchi abría en Kioto un pequeño negocio que creció rápidamente vendiendo naipes artesanales a la Yakuza, mafia que controlaba las salas de juego y las apuestas. Lo llamó Nintendo.
Hace dos años, en una rueda de prensa en Tokio ante más de seiscientos periodistas de catorce países, el maestro Hayao Miyazaki declaró que se retiraba tras haber concluido su último largometraje de animación, Kaze tachinu (El viento se levanta). El anime, el Studio Ghibli y, en general, el universo de la ficción quedaron huérfanos de una mente osada y de una imaginación torrencial.
Revolucionó una de las expresiones más importantes de la cultura contemporánea con una nueva, revulsiva y terrible estética que se revelaría como una de las manifestaciones más representativas de la sociedad actual. El pasado sábado 7 de marzo se cerró un inolvidable y áspero capítulo de la historia del arte moderno: adiós a una leyenda.