De fiesta en la arena: playas de Punta del Este y alrededores que marcarán tendencia este verano

Punta del Este, Uruguay.
Punta del Este, Uruguay.Shutterstock

Punta del Este se transforma este verano en un collage de playas, gastronomía y música. Con propuestas innovadoras y atardeceres de ensueño, las olas del Atlántico prometen experiencias inolvidables que definirán la temporada en el Cono Sur.

Punta del Este vuelve a prepararse para un verano de temporada alta, con reservas anticipadas, nuevas propuestas gastronómicas y un menú de fiestas que se extiende desde el mediodía hasta la madrugada.

En ese mapa de arena fina y mar abierto, cinco playas asoman como las grandes protagonistas de los próximos meses: escenarios donde se cruzan música, moda, deporte y atardeceres que ya son marca registrada uruguaya.

Playa Brava: clásicos dedos, nueva vida de beach clubs

Playa Brava es la postal más reconocible de Punta del Este, con la escultura de “Los Dedos” como punto de encuentro obligado. Pero más allá del ícono turístico, la tendencia la marcan los paradores que se transforman en auténticos beach clubs.

Famosa postal de Playa Brava, Punta del Este.
Famosa postal de Playa Brava, Punta del Este.

Durante el día, el perfil es mixto: familias, grupos de jóvenes y turistas extranjeros comparten la arena, con el océano Atlántico garantizando buenas olas para quienes se animan al bodyboard o al surf para principiantes.

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A partir del mediodía, el tono cambia: suenan los primeros sets de música electrónica y pop, se multiplican los livings sobre la arena y aparecen las cartas de coctelería de autor.

La clave estará en la franja de la tarde, cuando la Brava se consolida como punto de “after beach”: tragos, tapas y DJ sets que se extienden hasta el anochecer, pero con controles de sonido más estrictos que en el pasado para convivir con el entorno urbano.

Playa Mansa: sunset social y deportes de agua tranquilos

Del otro lado de la península, con aguas más calmas y un horizonte que regala algunos de los atardeceres más fotografiados del país, la Playa Mansa consolida un nuevo rol: el de gran anfiteatro social de la caída del sol.

Playa Mansa, Uruguay.
Playa Mansa, Uruguay.

Por las mañanas y hasta primeras horas de la tarde el clima es decididamente familiar, con un fuerte auge de actividades como paddle surf, kayaks y clases de yoga sobre la arena. La tendencia es “wellness frente al mar”: propuestas que combinan deporte suave, alimentación saludable y espacios de sombra bien diseñados.

Al final del día, la Mansa se transforma. Los paradores organizan ciclos de música en vivo y DJ al atardecer, en un formato más relajado que la Brava, pero muy cuidado en estética y ambientación. Las redes sociales ya fijaron el ritual: coctel en mano, cámara apuntando al sol que cae detrás de los barcos fondeados frente a la bahía.

Bikini Beach (Manantiales): epicentro del after beach joven

Bikini, en la zona de Manantiales, se prepara para seguir siendo sinónimo de fiesta diurna. Allí se concentra buena parte del público más joven —local y regional— que busca arena, mar y música con intensidad.

Punta del Este, Uruguay.
Punta del Este, Uruguay.

La fórmula que dominó los últimos veranos se mantiene: reposeras y camastros frente al mar, barras bien provistas, decks de madera sobre la arena y programación casi diaria de DJs reconocidos en la región. Las fiestas de tarde comienzan temprano y, en los días de mayor convocatoria, la playa se convierte en algo muy cercano a un festival a cielo abierto.

Junto con la música, la moda es un protagonista más: lentes de diseño, trajes de baño de autor y una estética “beach-chic” que luego se traslada a los restaurantes y bares de Manantiales, donde el after beach se prolonga en cenas tardías y salidas nocturnas.

Montoya: olas, sunset y un perfil más surfista

A pocos minutos de Bikini, Montoya se consolida como la opción ideal para quienes priorizan el mar y las olas, sin renunciar por completo a la movida social. La playa conserva un espíritu más surfista, con escuelas que ofrecen clases para todos los niveles y una comunidad que se reúne a primera hora de la mañana y al final de la tarde.

Punta del Este, Uruguay.
Punta del Este, Uruguay.

La novedad es la creciente sofisticación de los paradores, que incorporan cartas gastronómicas más elaboradas y programación musical curada, aunque con un volumen menor que en Bikini.

La propuesta es más sobria y apunta a un público que combina tablas, sillones plegables y computadoras portátiles: no es raro ver a quienes trabajan en remoto y terminan el día mirando el mar, cerveza artesanal en mano.

Punta del Este, Uruguay.
Punta del Este, Uruguay.

Montoya se perfila también como uno de los escenarios preferidos para pequeños festivales de cine y música independiente al aire libre, con pantallas y escenarios montados directamente sobre la arena en fechas puntuales de la temporada.

José Ignacio: lujo descalzo y fiestas discretas

Algo más alejado del bullicio central, José Ignacio reafirma su identidad de “lujo descalzo”: caminos de tierra, casas de diseño mimetizadas con el paisaje y un faro que domina la vista. Aquí, la fiesta toma otra forma: más discreta, más exclusiva y, en muchos casos, puertas adentro.

Playa de José Ignacio, Uruguay.
Playa de José Ignacio, Uruguay.

En la playa, el clima es calmado durante el día, con chiringuitos y restaurantes que privilegian el producto local —pescado fresco, vegetales de huertas cercanas— y una estética rústica pero cuidadosamente pensada. La tendencia son los almuerzos largos que se estiran hasta media tarde, entre botellas de vino blanco frío y sobremesas que pueden derivar en música y baile.

Las puestas de sol frente al faro y las cenas en la arena siguen siendo uno de los rituales soñados para quienes eligen José Ignacio. Sin grandes carteles ni campañas masivas, las fiestas más comentadas se organizan por invitación, circulan de boca en boca y refuerzan la idea de exclusividad que distingue a este rincón del este uruguayo.