Argentina “guarda” varios paisajes secretos

Argentina tiene muchos paisajes no conocidos, que no son tan populares o casi desconocidos para la gran mayoría y que vale la pena descubrir. A continuación se exponen seis.

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Las Cataratas de Yguazú, la Quebrada de Humahuaca, Puerto Madryn, Bariloche, entre otros, son algunas de las decenas de paisajes argentinos de fama internacional, que reciben miles de visitantes anualmente. Sin embargo, hay muchos otros sitios que cuentan con cavernas, volcanes, cerros de colores, ríos y cascadas que sorprenden por su belleza e historias, pero que son poco conocidos. Para agendar y salir a recorrer.

La gran mayoría de los visitantes que recorren la legendaria ruta 40 en su tramo por los Valles Calchaquíes sigue de largo. Muchos ni siquiera conocen su existencia. Lo cierto es que estas formaciones naturales son muy poco visitadas, pese a estar cerca de Seclantás, la “cuna del poncho” salteño. Es que para llegar no hay un camino, sino que se circula por el lecho de un río hasta un cierto punto, y luego se camina. El lugar es también llamado Valle de Las Cuevas, aunque su nombre en lengua cacán -de los pobladores originarios, de raíz diaguita calchaquí- significa “lugar donde está la luz o donde está el fuego”, porque es un sitio que suele concentrar numerosos rayos durante las tormentas eléctricas, que, para su tranquilidad, no son tan frecuentes.

El paisaje es increíble: para llegar a las cavernas con estalactitas que asemejan enormes velas derretidas hay que atravesar primero un desfiladero de sorprendentes formaciones rocosas de arenisca rojiza y tonos muy intensos. Durante todo el trayecto es espectacular el juego de colores, luces y sombras, ya que distintos huecos y entradas permiten el ingreso de los rayos del sol a determinadas horas, que rebota en las paredes rojas, ocres y amarillas. La zona era habitada por los pulares, parte de la gran nación calchaquí, y se cree que estas cuevas eran usadas como lugares de rituales, porque en ellas se encontraron numerosos fragmentos de cerámicas.

En verdad los encontró Fido Abán, de la finca Montenieva, en cuyos terrenos están las cuevas. Fido, que nació en el lugar, donde su familia vive desde hace muchos años, hace de guía en excursiones que se extienden por unas 8 horas. Parten de la finca Montenieva, 3 km al sur de Seclantás, a las 9 am. Luego de andar 20 km en 4x4, al llegar a un profundo cañadón multicolor, hay que subir por escaleras colgantes, con asistencia de los guías, para atravesar otro cañón de distintos tonos rojizos hasta la formación de Acsibi, donde están las cuevas. Son 10,5 km de caminata de bajo nivel de dificultad. La excursión cuesta $ 2.100 por persona, e incluye traslado en 4x4, almuerzo y guía.

Dónde informarse: ​www.turismosalta.gov.ar

Territorio de gigantes, la Ruta de Los Seismiles recorre casi 200 km por la ruta 60, desde Fiambalá (conocida como “la puerta de los Seismiles”) hasta el paso San Francisco, en el límite con Chile. Está perfectamente asfaltada, así que no es un problema andarla con tranquilidad, para disfrutar del paisaje de la Puna catamarqueña decorada con la impresionante presencia de 19 volcanes de más de 6 mil metros de altura: el Incahuasi (6.640 m), el Pissis (6.882 m) y el Ojo del Salado, que con sus 6.864 metros, es el volcán activo más alto del mundo, están entre ellos, junto al Walter Penck, El Cóndor y el Aguas Calientes, entre otros. El hotel más cercano a los volcanes es el complejo Cortaderas, casi frente al Pissis. Pero la mayor oferta de alojamiento está en Fiambalá, donde hay termas, así que es una buena opción de relax luego de la aventura.

Otra alternativa más que interesante enCatamarca es visitar el circuito “Norte Grande” desde Belén, que recorre parte de la ruta nacional 40 para luego tomar distintos caminos provinciales y recorrer singulares paisajes marcados por los “jasis”, formaciones de arenisca moldeadas por el agua y el viento que regalan un “pequeño valle de la Luna”. Luego se visita el pueblo de Corral Quemado y más tarde, de regreso en la 40, Hualfín, tierra del bravo Cacique Chelemin y sus hualfines (pueblo originario diaguita). Esos vestigios se plasman en el Pucará Pozo Verde, que conjunga su gran belleza paisajística con construcciones arqueológicas. Y el cautivante marco del pueblo, con sus alrededores cubiertos de viñedos y campos de pimientos. La excursión desde Belén es de día entero y cuesta desde $ 990 por persona en base de cuatro pasajeros, más el almuerzo (www.chakuaventuras.com.ar).

Dónde informarse: www.turismo.catamarca.gob.ar

Dicen que hay quienes han llegado a contar hasta 33 colores, aunque se lo conoce por un nombre algo más modesto: “El cerro de los 14 colores”, y está cerca del pueblo de Humahuaca, en un cañadón contiguo a la Quebrada de Humahuaca. Es que sus tonos verdes, anaranjados, ocres o amarillos nunca son los mismos;van cambiando según la hora del día o la incidencia del sol y de las lluvias.

Las Serranías de Hornocal conforman uno de los paisajes más espectaculares de la Argentina, que muy pocos de los que recorren la famosa Quebrada se acercan a conocer. Forman parte de la formación Yacoraite, que viene regalando colores desde Perú, pasa por el altiplano boliviano y llega hasta Jujuy. Este corte en las sierras se destaca por su formación calcárea de numerosos minerales que, al ser erosionados por el viento y la lluvia, dejaron a la vista sus colores, dispuestos como con la mano en formaciones triangulares que zigzaguean a lo largo del cordón montañoso, cuya cima supera los 4.700 metros sobre el nivel del mar.

Se puede llegar fácil con el auto propio: por la ruta 9 hasta Humahuaca, y de allí 20 km por ruta provincial 73 -de ripio y en buen estado-, que supera los 4.200 metros sobre el nivel del mar y termina en un mirador, justo enfrente de esta espectacular paleta de pinturas naturales.

La excursión desde Humahuaca dura 3 horas y siempre se hace por la tarde) cuesta $ 840 por persona para dos pasajeros; y $ 700 por persona para cuatro (serandino.tur.ar).

Dónde informarse: www.turismo.jujuy.gov.ar

Bien al noroeste de la provincia, a 542 km de Neuquén capital y a 136 de Chos Malal, que suele ser la base para recorrer este corredor noroeste, la Cordillera del Viento o “el Norte del Sur”, como suelen llamarlo, es un regalo para los ojos.

Huinganco, Andacollo, Las Ovejas y Varvarco son algunas de las poblaciones de este recorrido, en una zona que conserva la antigua tradición de la trashumancia. A 15 km de Varvarco, Los Bolillos es conocido como “el santuario de los tótems patagónicos”: un sitio en el que se acumularon fragmentos de erupciones volcánicas de hace millones de años, y con tiempo, paciencia y la erosión del agua y el viento, la naturaleza se encargó de esculpir macizos de arenisca hasta convertirlos en figuras sorprendentes, con enormes rocas con forma de agujas, conos y domos de distintos tonos, del rojo al ocre y el negro. Una de las formaciones es “Los Monjes”, y se la puede distinguir porque asemeja una procesión de religiosos. Desde una pequeña colina, la vista de esta procesión con el valle en perspectiva hará que haya valido la pena el viaje.

El sector ocupa aproximadamente mil metros de largo por casi 500 de ancho, y se encuentra dentro de las 92.000 hectáreas del Área Natural Protegida Domuyo, porque está muy cerca del volcán que lleva ese nombre, que, con más de 4.700 metros, es la cima más alta de la Patagonia. Además de postales imperdibles, regala en sus laderas géiseres, fumarolas y pequeñas vertientes y arroyos de aguas termales como Los Tachos, Las Holletas y Aguas Calientes, donde se pueden tomar baños termales en sitios agrestes. Una maravilla. Tanto como el cercano parque arqueológico Colo Michi Có, considerado el sitio con mayor concentración de arte rupestre de la Patagonia, con petroglifos de 1.500 años de antigüedad; la sorprendente cascada La Fragua, en Manzano Amargo, y las lagunas Varvarco Campos y Varvarco Tapia, en el cercano paraje Los Cerrillos. Además de Chos Malal, dos opciones para hospedarse son Varvarco y Manzano Amargo. La excursión desde Chos Malal al área protegida Domuyo cuesta $ 2.250, con 2 pasajeros como mínimo (www.vallesyvolcanes.tur.ar).

Dónde informarse: www.neuquentur.gob.ar

“No creo haber visto en mi vida lugar más aislado del resto del mundo que esta grieta rocosa en medio de tan extensa llanura”, escribió hace 185 años un tal Charles Darwin mientras recorría este remoto rincón del sur de la Patagonia. El explorador estaba entonces deslumbrado por un sitio único en la zona y en toda Sudamérica, que se mantiene casi intacto desde aquel entonces.

Geológica y faunísticamente única, por lo que fue nombrada Reserva Natural Intangible, la ría de Deseado es invadida por las aguas del mar cuando sube la marea, y la influencia del agua salada llega hasta casi 40 km tierra adentro. Es uno de los sitios con mayor biodiversidad de fauna marina del país. En las altas paredes del cañadón de la margen sur está la “Barranca de los Cormoranes”, donde habitan cinco tipos de esta especie –como los grises de patas rojas y los roqueros– y en todo el recorrido hay distintas pingüineras que entre octubre y abril reciben a miles de pingüinos de magallanes.

También se ven gaviotas australes, lobos marinos de un pelo, tres especies de ostreros y, cerca de la desembocadura, las amistosas toninas overas, que nadan junto a las embarcaciones. Y en unos 30 minutos de navegación mar adentro se llega a la Isla Pingüino, declarada Parque Marino por ser uno de los sitios de mayor biodiversidad marina de la Patagonia. Además de un histórico faro y los restos de una antigua factoría lobera, se visita la única colonia de pingüinos de Penacho Amarillo accesible de toda la costa patagónica.

Otra excursión imperdible es por tierra hasta los Miradores de Darwin, que permiten disfrutar de la fauna típica de la estepa patagónica –ñandúes, guanacos, zorros–, una cueva con pinturas rupestres y los puntos panorámicos, con una increíble vista panorámica del cañón de la ría.

La excursión por la ría (2h 30’) cuesta $ 1.300 por persona; a Isla Pingüino, $ 2.500, con almuerzo y refrigerio (www.darwin-expeditions.com).

Dónde informarse: turismo.deseado.gob.ar

¿Cascadas en la llanura pampeana?, puede que se pregunte, sorprendido. Y sí, no es un error. En el sur de la provincia de Buenos Aires, entre Tres Arroyos y Copetonas, cerca del balneario Reta, hay dos cascadas capaces de sorprender a más de uno. Puede que no sean un viaje en sí mismo, pero si enfila para los balnearios del sur –Reta, Oriente, Claromecó, Orense– vale la pena el desvío. Una es la Cascada Cifuentes, muy cerquita del puente de la ruta 3 que atraviesa el río Quequén Salado. De allí sale un camino de tierra que, en menos de 3 km, lo lleva al pie miusmo de la cascada. La otra opción es doblar por la ruta 72, detenerse a la vera del camino y hacer un par de km a pie para verlas desde el otro lado, aunque desde más lejos. La caída tiene entre 5 y 7 metros de altura y es muy ancha, por lo que, si el río viene con buen caudal, es bastante impresionante.

La otra cascada es la de Cueva del Tigre, llamada así porque en una cueva justo allí se escondió por un tiempo el cuatrero Felipe Pacheco, apodado “el Tigre del Quequén” y mencionado por León Gieco en su tema “Bandidos Rurales”, cuando era perseguido por la justicia. Está en un desvío en el camino entre Copetonas y Reta y es más pequeña que Cifuentes, pero también muy bonita. Y ya qu anda por la zona, puede completar el tour dándose una vuelta por el Puente Viejo, un puente carretero bajo cosntruido en 1912 desde el que se ven los restos de un antiguo puente ferroviario, y también por La Usina, un complejo hidroeléctrico construido en 1924 que aprovechaba una caida de agua y abastecía a una fábrica de cemento y por un tiempo también a poblaciones cercanas. Ah, y si es octubre, no se pierda la Fiesta del Mate y la Torta Frita en Copetonas.

Dónde informarse: www.tresarroyos.gov.ar

Fuente: clarin.com

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