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En el tercer trimestre de 2024, la población ocupada masculina fue de alrededor de 1.672.000, mientras que la femenina llegó a más de 1.234.000. De esta manera, de un total de 2.906.475 ocupados en el país, el 57,5% estuvo conformado por hombres y 42,5% por mujeres.
La diferencia no ha variado en los últimos años y estaría influenciada por factores como la segregación de género en el mercado laboral y las dificultades que enfrentan las mujeres en el acceso a empleos formales, especialmente en sectores tradicionalmente dominados por hombres.
Al observar los datos sobre la ocupación por grupo de edad, se destaca que el segmento de 30 a 44 años representó el mayor porcentaje de población ocupada, manteniéndose estable en alrededor del 35% en los distintos trimestres y años considerados. Este segmento se encuentra en la etapa más productiva de su vida laboral, contribuyendo de manera significativa a la economía. Como segundo y tercero grupo de más ocupados figuraron los trabajadores con 45 a 59 años y 25 a 29 años, respectivamente. En contraste, la población ocupada de 15 a 19 años y la de 60 años o más representaron los porcentajes más bajos, lo que puede atribuirse al periodo educativo de los jóvenes y de jubilación de los adultos mayores o con menor participación laboral.
Nivel académico
La distribución de acuerdo con el nivel educativo reveló una concentración significativa en el grupo con 10 a 12 años de estudio, que representó aproximadamente el 30% de la población ocupada. También es destacable la participación de personas con menos de 6 años de estudio, que constituyen una proporción considerable en la ocupación. Este fenómeno puede estar vinculado a la economía informal, donde los requisitos educativos son mínimos. Mientras que aquellos con estudios superiores (16 a 18 años) ocupan un porcentaje menor, tal como se muestra en el gráfico. La baja ocupación de personas con elevados niveles académicos podría reflejar limitaciones en la demanda de empleos calificados o una estructura económica que no favorece la empleabilidad de personas con estudios superiores.
Finalmente, la estructura del empleo en Paraguay evidencia ciertos desafíos estructurales. La persistente disparidad de género refuerza la necesidad de políticas inclusivas que promuevan la igualdad de oportunidades laborales para las mujeres. Además, la preeminencia de los grupos de edad intermedios resalta la importancia de garantizar la estabilidad laboral para la población en su etapa más productiva, aunque sería igualmente beneficioso fomentar la inclusión de los jóvenes en el mercado laboral mediante programas de formación y empleo juvenil. Por último, el bajo nivel de ocupación de personas con estudios superiores apunta a un mercado laboral que debe adaptarse a la creciente oferta de profesionales altamente calificados, promoviendo la diversificación económica y el desarrollo de sectores que demanden habilidades avanzadas.
*Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones.