Compatriota se destaca en EE.UU. por sus investigaciones sobre el cáncer

Gustavo Ayala, un distinguido patólogo paraguayo, se destaca en Estados Unidos con estudios diversos sobre el cáncer. Actualmente, sigue desarrollando una investigación sobre el vínculo entre cáncer y nervios, que podría generar en el futuro alguna droga contra la enfermedad. Lamentó la reducción de financiación en investigación en el país del norte, pero dijo que se mejorará.

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Gustavo Ayala estudió medicina en la Universidad Nacional de Asunción y realizó sus especializaciones en las universidades de Georgetown y Yale, de los Estados Unidos.

Actualmente es profesor y director de la División de Patología Urológica de la Universidad de Texas y es jefe distinguido del Departamento de Patología y Medicina Laboratorial en la misma casa de estudios.

Ayala estuvo unos días en el país para participar del Simposio Internacional de Medicina, de la Universidad del Norte.

–¿Cómo inició su labor de investigador?

–Me rodeé de gente muy inteligente que me ayudó a encaminarme y aprender la técnica. Pero aprendí también que la técnica no hace a la ciencia, sino que el pensar la hace. El cambiar los paradigmas.

–¿Cómo se consigue eso?

–Hay que encontrar una pregunta, y para ello hay que emprender el viaje con la gente. En mi caso, el mundo clínico. Tenía que saber cuáles eran las preguntas clínicas claves. Yo tomé por eso una observación morfológica, y no tenía un modelo para estudiarla; creé uno.

–¿Cuáles fueron sus primeras líneas de investigación?

–Comencé a investigar con el profesor Antonio Cubilla, en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud. En la facultad me llamaban la “Mitocondria”, porque siempre busqué ir más allá, y quería indagar en todo momento. Luego me inicié en la investigación en ciencias biológicas.

–¿Cuál cree que son sus principales trabajos científicos?

–Son dos cosas: el descubrimiento de la importancia de los nervios en el cáncer y la importancia del cuerpo en la determinación de la agresividad del cáncer. Parte de esa relación se da con los nervios.

–¿De qué trata la investigación?

–Es un proceso muy simple, como la curación de una herida. Cuando se produce una herida, se produce una reacción del cuerpo para cerrar esa herida, y el cáncer es una herida constante.

Dependiendo de cuán grande sea la reacción, el cáncer puede ser más o menos agresivo, sin importar las mutaciones del cáncer.

Uno puede tener un cáncer bueno, pero si tiene una reacción agresiva, se complica todo.

–¿Cómo es un cáncer es malo?

–Hay dos maneras: o el cáncer en sí es malo desde un principio o esa célula cancerosa puede ser buena y estar creciendo en un ambiente malo.

Siempre comparo con los hijos. Tengo mellizos. Tienen sus propios genes y son diferentes. Están creciendo en el mismo ambiente; así que sus diferencias son genéticas.

Pero alguien puede tener mellizos idénticos, y si le ponen a uno en un ambiente bueno, se va a desarrollar como persona de bien, pero si el otro se desarrolla en un ambiente de delincuentes y criminales, va a terminar siendo una persona de mal. Lo mismo pasa con las células del cáncer.

–¿Si una célula buena se desarrolla en ambiente corrupto, se volverá agresiva?

–Sí, así es. Es el concepto que estamos tratando de desarrollar. Utilizamos para ello técnicas nuevas que van más allá de la investigación reduccionista.

–¿Por qué reduccionismo?

–En el reduccionismo lo que hacemos es tratar de mantener todas las condiciones iguales y modificar un solo factor. Nos encanta estudiar los genes porque son fáciles de reducir. Podés matar o mantener un gen con las técnicas actuales. Uno hace eso con los diferentes grados de verdad. Allí es fácil hacer la ciencia biológica, porque es muy controlable.

Y también podés trabajar con los ratones, y quizás los resultados sean más difíciles de controlar o interpretar, porque hay muchos otros factores que tratamos de controlar, y no podemos.

–In vitro e in vivo.

–Sí, y tienen pocas posibilidades de ser ciertos en el cuerpo humano. De allí las grandes fallas de la mayoría de las drogas nuevas para el cáncer.

–¿Por qué?

–Porque fueron hechas para tratar un gen, no una enfermedad. Las drogas genespecíficas nacieron de la ciencia reduccionista, por una necesidad científica. Porque esa es la manera en que podemos hacer ciencia, pero tienen poca aplicabilidad en sistemas biológicos complejos.

–Antes de su trabajo, ¿se conocía la relación entre nervios y cáncer?

–Muy poco. No había modelo para estudiar esto, y los grados de verdad son muy bajos. Es un aporte a la ciencia en general, porque soy uno de los pioneros en la materia. Comencé con esta línea ya hace 15 años.

–¿Su trabajo podría contribuir al desarrollo de nuevas drogas contra el cáncer?

–No soy yo el que debe decidir eso. Pero sí se podría utilizar neurotoxinas para eliminar al cáncer.

–¿A cualquier tipo de cáncer?

–El cáncer no es una enfermedad, es el conjunto de varias.

–¿Cómo ve la situación de la investigación científica en Estados Unidos luego de la crisis?

–Está terrible. Se acceden difícilmente a los fondos de financiación. Si hace 10 años se financiaban el 25% de los proyectos presentados en las distintas universidades, hoy se apoya solo al 5%. Es un retroceso que responde a una realidad económica.

–¿Va a cambiar esto?

–Sí. Estados Unidos es un país grande que seguirá apostando por la ciencia por la simple razón de que rinde frutos. El problema es que la mayoría de las veces el fruto no se tiene rápidamente.

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