Entre 2014 y 2025, la cantidad de puestos en el Poder Legislativo creció de 1.992 a 3.259, con lo que el gasto en “servicios personales” llegó a 610.272 millones de guaraníes. Insatisfechos con esa costosa evolución, los parlamentarios incluyeron 102 nuevos cargos en el ya sancionado Presupuesto del próximo año, con lo que el gasto en el referido concepto ascendería a 660.372 millones de guaraníes si el Poder Ejecutivo no vetara el aumento. El mayor desembolso anual se ha hecho un hábito compartido por oficialistas y opositores, lo que revela que la “clase política” es adicta al gasto público en favor de las respectivas clientelas. Incluso los mismos que censuran la corrupción y el derroche aprueban la invención de prebendas a costa de la satisfacción de urgentes necesidades públicas.
Se diría que para el común de los parlamentarios “la caridad empieza por casa”, más aun considerando su marcada afición al nepotismo. Es de preguntarse si alguna vez la Secretaría de la Función Pública, absorbida en 2023 por el Ministerio de Economía y Finanzas, ejerció su atribución de asesorar al Poder Legislativo sobre la política de recursos humanos a ser ejecutada. En el muy improbable caso de que lo haya hecho, considerando los “requerimientos de un mejor servicio, así como de una gestión eficiente y transparente”, sus consejos no han sido atendidos en lo más mínimo.
Sería innecesario que a los presidentes de cada una de las Cámaras se les sugiera que los funcionarios sean nombrados previo concurso público, pero allí se ha demostrado que nada importan la idoneidad en la función pública no electiva, de la que incluso habla la Constitución, ni las urgencias repentinas, lo que ayuda a entender el altísimo número de funcionarios y empleados al servicio de los legisladores. Dejando de lado que la Cámara Baja tiene unas oficinas en el interior del país, resulta que si todo el personal asistiera al Palacio Legislativo, no habría allí espacio suficiente para dar cabida a todos; por esta razón, está en marcha su restauración y ampliación, financiadas con un donativo de ocho millones de dólares de la República de China (Taiwán), de lo que resulta que los contribuyentes de ese país pagan los platos rotos por el prebendarismo paraguayo. ¿Se atrevería algún parlamentario a sostener que cada uno de los 3.259 funcionarios y empleados de hoy –¡¡¡26 por cada legislador!!!– tiene una tarea indispensable para el buen desempeño del Poder Legislativo?
La multiplicación de cargos, aprobada cada año por senadores y diputados de todos los colores, implica una afrenta al buen sentido y al pueblo que representan. Falta de todo en la sanidad, por ejemplo, pero ellos malgastan el dinero en provecho de sus respectivas clientelas y parentelas, sin perjuicio de que haya quienes luego se rasguen las vestiduras por lo mal que andan las cosas en este país. En este campo, los cartistas y los anticartistas van de la mano, como si de hecho compartieran el ideal de que el bien particular de sus allegados debe prevalecer sobre el bien común. Quienes tendrían que optimizar el uso de los ingresos tributarios, a través del Presupuesto nacional, no hablan de “achicar el Estado”, incluyendo el Poder Legislativo, eliminando gastos superfluos. Al contrario, no sería raro que algún desvergonzado senador o diputado sostenga el año venidero la urgente necesidad de seguir aumentando el personal e incluso sus salarios, para sancionar mejores leyes y controlar con mayor eficacia al Poder Ejecutivo.
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El Congreso se sirve a sí mismo, en primerísimo lugar: la población puede esperar hasta que en vísperas de las próximas elecciones generales se le vuelva a prometer el oro y el moro, sin perder de vista la jugosa dieta a ser percibida durante cinco años, con fueros que protejan, eventualmente, de la comisión de ciertos extravíos. Es deseable que los legisladores a ser elegidos en 2028 “estén mejor”, desde los puntos de vista moral e intelectual; sería lamentable, por ejemplo, que sea reelecta la senadora Lizarella Valiente (ANR, cartista): ignora por qué se crearon 102 nuevos cargos en el Poder Legislativo (Última Hora de ayer); quien podría saberlo, según ella, es el presidente del Congreso, Basilio Núñez (ANR cartista). Los comentarios huelgan. Los contribuyentes (probablemente los taiwaneses, de nuevo) deben ir preparándose para nuevos “pecheos”, porque se necesitará continuar ampliando la sede del Congreso, sin cesar.