Cráteres y baches ponen en peligro la vida de los asuncenos

Los desagües pluviales inconclusos, legados por el exintendente asunceno Óscar “Nenecho” Rodríguez, suponen no solo una colosal malversación de fondos públicos, sino también una continua exposición al peligro en el tránsito terrestre, debido a la inoperancia de la administración municipal, hoy dirigida por Luis Bello (ANR, cartista), el exconcejal que había secundado fielmente al impresentable de marras. De ello dan cuenta dos graves percances ocurridos recientemente: un automóvil cayó casi por completo en un pozo abierto en el barrio San Pablo porque, según la conductora, el lugar no estaba iluminado y la señalización era defectuosa. Algo similar ocurrió en dicho barrio con una camioneta, debido a que el lugar no estaba señalizado, al decir de los vecinos. Como si hubieran cumplido una brillante y honesta gestión, los responsables de la catastrófica situación se lanzarán en breve, si es que ya no lo han hecho, a costosas campañas electorales. Mientras tanto, la capital del país es toda una vergüenza, debido a la pésima calidad de los servicios y de la infraestructura municipales.

Los desagües pluviales inconclusos, legados por el exintendente asunceno Óscar “Nenecho” Rodríguez, suponen no solo una colosal malversación de fondos públicos, sino también una continua exposición al peligro en el tránsito terrestre, debido a la inoperancia de la administración municipal, hoy dirigida por Luis Bello (ANR, cartista), el exconcejal que había secundado fielmente al impresentable de marras. De ello dan cuenta dos graves percances ocurridos en noviembre y diciembre últimos, en horas de la noche: un automóvil cayó casi por completo en un pozo abierto en el barrio San Pablo porque, según la conductora, el lugar no estaba iluminado y la señalización era defectuosa. Algo similar ocurrió en dicho barrio con una camioneta, debido a que el lugar no estaba señalizado, al decir de los vecinos, cuyos reclamos hicieron que los trabajadores de la obra coloquen una señalización provisoria.

La responsabilidad primaria correspondería a los consorcios CCC Tecsul y Pluvial Abasto, encargados de los trabajos, por los que ya se habría abonado un total de 41.978 millones de guaraníes; empero, la Municipalidad tiene el deber inexcusable de velar para que se tomen las medidas de seguridad adecuadas en la zona de obras, seguramente previstas en los respectivos contratos. La negligencia municipal, que pudo haber tenido consecuencias fatales, también se refleja en los baches que los conductores de vehículos deben sortear en muchísimos lugares, con el riesgo de que el desvío cause un accidente. A propósito: en abril de este año, el Estado fue condenado judicialmente a indemnizar con 900 millones de guaraníes, más intereses, a los padres de un adolescente que falleció en 2019 en un accidente ocasionado por un bache en la Ruta PY01; al caer en él, un camión abandonó su carril e impactó en un vehículo que transportaba a la víctima.

No sería raro que un accidente parecido ocurra en Asunción en cualquier momento, atendiendo el estado de sus calles y avenidas. Según la Ley Orgánica Municipal, una de las funciones de las municipalidades es regular y fiscalizar el tránsito, “incluyendo lo relativo a la seguridad y la circulación de vehículos y de peatones”. En Asunción, la seguridad de los conductores y de los transeúntes está siempre en riesgo, dados los cráteres que adornan sus vías públicas. Aparte de que la Municipalidad está en bancarrota, sus autoridades no tienen ganas de cumplir con una obligación legal; la negligencia que vienen exhibiendo pone en riesgo vidas humanas, de modo que el drama de los pozos y de los baches no es un tema menor. Sumada a la corrupción y a la ineptitud notorias, la insensibilidad del actual intendente y de la gran mayoría de los ediles, discípulos todos de Nenecho, hace temer que incidentes como los antes referidos se repitan.

Como si hubieran cumplido una brillante y honesta gestión, los responsables de la catastrófica situación urbana, administrativa y financiera se lanzarán en breve, si es que ya no lo han hecho, a costosas campañas electorales, en las que el clientelismo nutrido probablemente con dinero público jugará un gran papel. La decencia y el sentido común impiden desearles lo mejor. Los asuncenos no deben caer dos veces en el mismo “pozo”, ensanchado y ahondado por Nenecho y sus acólitos, no solo mediante los bonos desviados: se aprovecharon hasta de la pandemia para hacer suculentos “negocios”; como ya lo admitieron catorce partícipes en el caso de los “detergentes de oro”, entre ellos el condenado exdirector general de Administración y Finanzas, Edwin López Catebeke, que causaron a la Municipalidad un daño patrimonial de 1.808 millones de guaraníes; Nenecho sigue en su condición de acusado por lesión de confianza y asociación criminal, junto con su exjefe de Gabinete Wilfrido Cáceres.

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Hay que recordarlo porque esas fechorías, además de las referentes a los 500.000 millones de guaraníes, fueron consentidas por los mismos que hoy siguen mandando en el Palacete Municipal. También el amor propio exige que los asuncenos impidan con su voto que estas indignantes historias se repitan. Sabiendo lo que ya se sabe, sería imperdonable volver a confiar en quienes habrían convertido a la Municipalidad en algo similar a la cueva de Alí Babá: es indispensable limpiarla de muchas lacras, para que Asunción sea mucho más acogedora, para bien de los residentes y visitantes. Mientras tanto, la capital del país es toda una vergüenza, debido a la pésima calidad de los servicios y de la infraestructura municipales.