El rebaño humano

Algo significativo debió pasar a juzgar por la frustración de las esperanzas de cambio en parte de la mayoría nacional; y por el inesperado golpe propinado por el oficialismo contra la Asamblea Nacional –inmunidad y diputados– paso que no se atrevía a dar por temor a una severa respuesta mundial. Como nada ocurrió en la hora y día señalados, aparecen síntomas de desánimo en la oposición democrática y la sensación, en el desanimado gobierno, de que no todo estaría perdido. Añádase el natural y lógico clamor –en oposicionistas alejados de la mayoría– porque sus propuestas no fueran acogidas.

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-la flauta hubiese sonado, se quejan. ¿Cómo pueden darlo por seguro?

Conjeturas, conjeturas, conjeturas. ¿De dónde parten? Para justificar el atentado contra la única rama del Poder Público legítima por reconocimiento interno e internacional, y de impecable origen electoral, se tacha de golpistas a los parlamentarios. Quien ejecuta un golpe de estado quebranta la Constitución y debe ser enjuiciado. La deducción de un delito de tan severas consecuencias debe pues atenerse estrictamente al debido proceso. La vida ha distinguido el golpe de estado de la maliciosa cháchara que acusa de serlo a legítimas luchas contra desmanes autocráticos.

Evocaré a Juan Perón, certificado especialista en conjuras militares. Para el caudillo argentino el asunto transcurría por tres fases. 1) concepción, organización. 2) ejecución. Ambas, privativas de militares. Los civiles no pueden participar y ni siquiera conocerlas porque careciendo de la disciplina del soldado, comprometerían el sacro secreto. 3) aclamación y ditirambo. Aquí sí entran los civiles. Aplaudirán y cubrirán de loas a los complotistas, consolidando el sistema autocrático. Habrá diferencias según los casos, pero la tríada de Perón es de la esencia misma de los golpes de estado (JD Perón, Tres revoluciones Peña Lillo Editor SA)

Así fueron diseñados los golpes chavistas de 1992, como lo confesaron partidos y líderes civiles de izquierda relegados de las operaciones y después invitados a exaltarlas.

Díganme amables lectores: ¿habrá algo en común entre un golpe así definido y los actos del 30-A, encabezados por Guaidó y el vicepresidente de la Asamblea Nacional (AN), rodeados por multitudes desarmadas? ¿Alguien encontró el secreto plan del golpe y percibió la disciplina del soldado?

Putin sabe que tengo razón. Las conspiraciones soviéticas del siglo XX lo proclaman. Raúl, por supuesto, también lo sabe.

Atentados contra congresos latinoamericanos como los del uruguayo Bordaberry y el peruano Fujimori, son pálidos en comparación con el cerco permanente tendido en Venezuela contra la Asamblea Nacional.

El “estado permanente de golpe” subestima el temple de los acosados parlamentarios. Resalto la declaración del secretario general de AD, Henry Ramos Allup y el frío autocontrol del vicepresidente Zambrano, y de Capriles, Borges, Florido y suma y sigue, porque han sido tachados de “colaboracionistas”, cargo inconciliable con los zapatazos que soportan.

No es necesario amar a quien no se trague, pero sí lo es detener el juego ciego contra la reputación de partidos y políticos de la amplia unidad estructurada el 5 de enero alrededor de Guaidó y la Asamblea Nacional. Si recordamos la sorda guerra cainita que reinaba en la oposición, parece un milagro la poderosa solidaridad mundial y nacional que hacen hoy de Guaidó y la AN los ejes del cambio democrático. Ese milagro debe ser aprovechado. La confluencia de factores adversos al proceso vocacionalmente totalitario abre un complejo de posibilidades incruentas. No entenderlo es inmolarse.

Hippolite Tayne, autor del concepto de Dictador Necesario, escribió:

El rebaño humano no sabía sino pelear hasta que la fuerza bruta le impuso un verdugo militar.

Tomen nota, pues. [©FIRMAS PRESS]

@AmericoMartin

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