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Entonces, como cuerpo, mente y espíritu, se convierte en la obra maestra del Creador; por eso mismo, tiene la posibilidad de superarse, evolucionar, crear y crecer. El ser humano, si desarrolla su inteligencia y talento y los utiliza con fines altruistas, verdaderamente llega a mostrar su lado sensible y espiritual. El propósito de Dios, al crearlo a su imagen y semejanza, es que el hombre tenga una misión noble de hacer cosas buenas en beneficio de los suyos y de los demás. Por suerte, todavía existen personas maravillosas y valiosas, que piensan en su familia, sus vecinos, su país, y trabajan por mejorar las condiciones de vida. Vemos esto en las tareas de médicos, educadores, sacerdotes, obreros, comunicadores y algunos políticos, ya que no podemos decir que todos son malos.
En cada persona hay ángeles y demonios. Pero algunos desarrollan y utilizan más sus virtudes y dones espirituales y otros, sus defectos e imperfecciones. Todos los días hablamos solo de cosas malas y nos parece que el mundo está lleno de violencia, odio, envidia y codicia. No es así, porque en este mismo momento hay muchas personas rezando, inventando, enseñando, cultivando, escribiendo, trabajando y haciendo caridad. Es decir, haciendo cosas buenas.
Si todos y todas reflexionáramos sobre lo que significa la persona humana, para qué vinimos y hacia dónde nos vamos, como se preguntan los filósofos, realmente valoraríamos el tiempo, la naturaleza, a los amigos, familias y vecinos. Seríamos agradecidos por tantas cosas que el Señor nos regala todos los días y tendríamos un espíritu más solidario,
Los filósofos también dicen que la finalidad del ser humano es sentir, vivir, amar, pensar, actuar, reaccionar, crecer, trabajar y plasmar su creatividad en obras eternas, que trasciendan el tiempo y el espacio. Esta grandeza lo llevará un día a remontarse hacia el infinito y encontrarse con su creador.
Shakespeare, en su obra: “Hamlet”, se pregunta: ¿Qué será del hombre si su único objetivo en la vida va a ser comer, dormir o reproducirse? Esto nos lleva a pensar que vinimos no solo para sobrevivir ni a buscar lo material. Vinimos para realizarnos en todos los planos, buscando la felicidad, la paz espiritual y el bienestar total.
Cuando Dios nos hizo de barro, sin dudas, tuvo que insuflarnos su esencia divina. Y de barro nos habrá creado ya que al final terminamos en polvo, en el cementerio. Pensando en este destino y que la vida es tan breve tenemos el deber moral de buscar la paz espiritual, de fortalecer una personalidad sana, de brindarnos a los demás, de perdonar, amar las plantas y los animales y no transgredir las leyes naturales. Cuidar la salud, enseñar cosas buenas con el ejemplo, agradecer por todo lo que tenemos y compadecer a los que sufren, lloran y necesitan. Son los bellos sentimientos que nos hacen humanos y nos acercan a Dios, que nos hizo a su imagen y semejanza.
blila.gayoso@hotmail.com