Fuerza femenina

La situación permanente de violencia genera un esfuerzo social y judicial que, al parecer, todavía no da los frutos necesarios. Las víctimas de maltrato, a menudo, se sienten desamparadas e invisibilizadas. ¿Qué dice el sicoanálisis al respecto? Conversamos con la Lic. Mónica Chama.

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“Los rostros de la violencia” fue el eje central de una jornada organizada por el departamento de Psicología de la Universidad Católica. Una de las exponentes fue la Lic. Mónica Chama, presidenta del Consejo de la Mujer del Instituto Internacional de Derechos Humanos, Capítulo para las Américas, IIDH América.

La misma analizó desde el sicoanálisis el tema del feminicidio.

“Es la puesta en acto más aberrante de la violencia contra la mujer. Al hombre le suele resultar intolerable que el deseo de una mujer vaya más allá de su condición de progenitora. Para ellos, las mujeres son todas madres que se transformarán inmediatamente en brujas perturbadoras y lujuriosas prostitutas apenas su impostura masculina se ve amenazada. Hoy, el discurso que en algún momento los erigió portadores de un poder imaginario no solo los excluye de ese lugar, sino que, además, no les ofrece un nuevo ideal con el cual identificarse”, expresa Chama.

Agrega: “Ya no son los ‘señores amos’, los proveedores, los salvadores y su poder ante el ‘sexo débil’ se va desvaneciendo. Me pregunto: ¿Su violencia no señalará sus propias dificultades para acompañar a una mujer que ha dejado de ser lo que era? No porque sea otra cosa que una mujer, sino porque se anima a mostrarse de otra manera que una madre. ¿No señalará su impotencia para ocupar un lugar diferente al de ‘dueño’ de sí mismo y de los otros? El golpe aparece como único camino para sacarse de encima una realidad molesta y que se personaliza en alguien cercano, mensajero, testigo. Generalmente, la mujer que acompaña su vida, a veces la familia de esta y hasta a los propios hijos. Parece que estos hombres dañan a quien enrostra lo que no quieren ver”.

-En todas las culturas, épocas y países, la mujer fue maltratada, subyugada, en mayor o menor medida. En las últimas décadas se comenzó a considerar un problema grave, con una importante repercusión en la sociedad y, por tanto, necesario de legislar. ¿Cómo revertir esta situación que parece de nunca acabar? Por muy incomprensible que parezca desde fuera, no parece ser sencillo salir de esta situación. 

-Efectivamente, hubo un momento en el que la diferencia fue convertida en desigualdad, el mundo fue dividido en amos y esclavos, elegidos y excluidos, los que hablaban y los que no tendrían voz, y las mujeres pasamos a formar parte de este conjunto.

La razón, en un solo gesto, nos encerró en un rol materno y amoroso, y nos conminó al mundo privado, lugar específico de su opresión. Si bien la historia nos enseña que desde los inicios de los tiempos las mujeres hemos luchado contra esa opresión, recién en los últimos 30 años el tablero del mundo ha ido cambiando. Sin embargo, hay algo que falla y no vemos aún. Podría enumerar convenciones internacionales, modificaciones constitucionales, legislaciones específicas, planes y programas estatales y, a ello, sumarle el trabajo de oenegés. Cuantiosos intentos de garantizar una dignidad que, pese a todo, la cotidianeidad sigue negando a las mujeres. Las inequidades subsisten airadamente y la violencia es cada vez más brutal. La crueldad no cesa y el dolor tampoco.

Trabajo en conjunto

La sicoanalista cree necesario avanzar en el trabajo conjunto para restaurar el lazo social que se ha desintegrado notoriamente en los últimos años. “En este sentido, el encuentro en el que participé en Asunción marca el camino. En las jornadas ‘Los rostros de la violencia’, organizadas por el departamento de Psicología de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, se aunaron las voces de representantes del Estado, la sociedad civil, profesionales y alumnos intentando idear respuestas frente a este verdadero escarnio, que es la brutal violencia contra las mujeres”.

Insiste en que es necesario el trabajo de todos, el compromiso de los periodistas, la formación de las fuerzas de seguridad, los operadores de justicia. “Hay que sumar voces. No es tarea sencilla, es cierto, pero ello no debe restarnos esperanza”.

Maltrato sicológico: ¿antesala a la violencia física?

Chama dice que la violencia física es el pasaje al acto de algo que las palabras ya no pueden simbolizar, es la tempestad del narcisismo masculino cercado por la vivencia de una impotencia sin salida. “Aquella violencia de injurias, desvalorizaciones o sutiles gestos de dominio y desprecio por lo femenino puede o no dar paso a situaciones más complejas, pero, sin duda, son alertas que las mujeres debemos atender y que, muchas veces, son minimizadas por nosotras mismas cuando son alternadas con ‘declaraciones de amor’ que sí queremos escuchar”, afirma.

Diferentes manifestaciones

Para la sicoanalista, hay diferentes manifestaciones de la violencia y maneras de conceptualizarla. Ella prefiere hablar de violencia contra las mujeres porque cree que lo que está verdaderamente en juego es la dimensión propiamente sexuada de las relaciones entre el hombre y la mujer. “No olvidemos que el misterio de lo femenino y la intriga ante su poder generaron siempre tanta admiración como angustia agresiva. Lo femenino subyuga tanto como aterra”, señala.

Agrega que no se cansará de decir que cuando se violenta a una mujer, se violenta una lógica, una manera de mirar el mundo, de plantear soluciones. “Se violenta la denuncia que hacemos con nuestra presencia: el lugar en el que se han encaramado no les corresponde por designios divinos o cartesianas razones, es una construcción que no queremos perpetuar, proponemos otra”.

-¿Cuál es la intervención sicoterapéutica y legal que realiza un sicoanalista ante estos casos?

-Tanto ante el dolor que causa como ante la soberbia debilidad que muestra la violencia, los sicoanalistas tenemos mucho que aportar al respecto. En principio, nuestro fundamental aporte al campo “de lo social” es insistir en que la hipótesis del inconsciente implica que hay un campo de las relaciones humanas que escapa a la dimensión de la demanda, a la esfera del contrato y los derechos, no se trata de educar voluntades o sembrar buenas intenciones. El ser humano es un tanto más complejo, hay que acompañarlo en un cambio de paradigma.

Para Chama, lo terapéutico implicará acompañar a las mujeres en la “invención” de una mujer que no sea la virgen, la dama de hierro o la madre, sino aquella que cada una sostenga en su deseo. “Con respecto a los hombres, ayudarlos a pensar este cambio en la mujer no como una castración insoportable a su virilidad, sino como una posibilidad para desplegar –él también– la demostración de sus afectos, debilidades y miedos, posibilidad que el discurso patriarcal le ha negado”.

La sicoanalista señala dos puntos: 1- En ocasiones, el discurso que hace de la mujer solo una víctima puede permear nuestra práctica, porque “víctima” también es una construcción que puede fascinar a unos y otros, y enviarnos a deambular por un laberinto sin encontrar salida. “Desde el momento en el que una mujer pide ayuda deja de ser una víctima. No la victimicemos nosotros”. 2- Sin duda, es imprescindible un esquema claro de sanciones legales y judiciales, atención a las alertas, protección y cuidado hacia las mujeres, un compromiso de todos en impulsar y concretar la denuncia pertinente ante toda violencia.

-Sin embargo, faltan acciones dirigidas a los varones...

-Creer que los hombres no han perdido nada sosteniendo ese engaño de “héroe” o “villano” que necesita todo su tiempo y energía para mantenerse “potente”, creer que los hombres no son víctimas del imaginario que sostiene la desigualdad es reeditar los lugares con un remozado discurso. Sabemos que por estructura será difícil convocarlos a formar grupos o reuniones de trabajo. Hay que ser creativos e inventar estrategias que los incluyan como actores de una nueva relación entre los sexos. Ellos también necesitan ayuda. No son nuestros enemigos. No les hagamos creer que son potentes victimarios, pues solo reforzaríamos su fingida omnipotencia.

-¿Qué puntos en común tienen las personas que ejercen maltrato físico o sicológico? ¿Hay un perfil típico o maltratadores muy dispares?

-Si hay algo en común entre estos hombres que ejercen maltrato físico, es que no pueden separar en su realidad síquica a una madre de una mujer y, en ocasiones, a una mujer de sus hijos. Por eso también los matan. Los crímenes “del machismo” representan la imposibilidad de neutralizar una madre que, como fantasma, aparece total, omnipotente, manipuladora.

Para la profesional, lamentablemente, las exigencias de la época, en la que se valora el éxito a cualquier precio, se faranduliza la vida privada, se sobrevalora la inmediatez y, con ella, todo parece rápidamente desechable sin consecuencias, duplican la presión de “no mostrar ninguna debilidad” ninguna duda, ninguna dificultad. Todo puede hacerse, decirse, tenerse... Falta un imaginario que conduce al sentimiento de impotencia ante la menor frustración.

Estado y propuesta

-Las muertes por violencia de género parecen ir en aumento en los últimos años. En el Paraguay, en lo que va del año, tenemos un importante número. ¿Qué medidas debería tomar el Gobierno para minimizar este fenómeno?

-Sí, la violencia contra las mujeres es cada vez más brutal y despiadada. Yo también me pregunto ¿cómo seguir?, ¿cual será la estrategia de estos tiempos? Porque hoy es políticamente correcto hablar de los derechos de las mujeres, de su lugar. Es más, nos hemos convertido en una “temática”; creo que hay que revolucionar eso también. El problema no son las diferencias, sino no tolerarlas. No se trata de tener los mismo derechos porque somos iguales, sino de aceptarnos diferentes; aun así, tener los mismos derechos. Los Gobiernos, los distintos estamentos gubernamentales deben escuchar, comprender que no se trata de políticas “sectoriales”, sino que las mujeres y muchos varones que nos acompañan estamos reclamando un mundo diferente, con otras voces.

Chama enfatiza que “todas y cada una tenemos derecho a que nuestra voz sea escuchada con sus tonos, ritmos y cadencias. Es nuestra mirada, nuestra manera de plantear soluciones, nuestra peculiar manera de habitar el mundo, la que debe ser incluida, promovida en el discurso y, fundamentalmente, incorporada a la experiencia”.

Por ello, nos empeñamos en delinear acciones que impulsen otra lógica, que replanteen el lugar en el mundo tanto de las mujeres como de los hombres, poniendo verdaderamente en crisis símbolos culturales, prácticas arraigadas, sentidos instituidos. “Rescatar esos saberes femeninos desterrados y olvidados, y confiar en nuestras fuerzas y la de nuestras compañeras de aventura; de eso se trata el ‘empoderamiento’”.

Finalmente, la sicoanalista argentina puntualiza que la relación o no relación entre los sexos será siempre problemática. “Pero si podemos valorar las diferencias y restarles los imaginarios que sostienen las desigualdades instituidas y naturalizadas, tal vez logremos un mejor encuentro”.

ndure@abc.com.py

Fotos: Pixabay.

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