Odio, amor y un buen té inglés

A lo largo de nuestra historia, en las relaciones entre paraguayos y británicos, asuncenos y londinenses, hubo momentos de amor y odio “marcados a fuego”, hasta llegar a la más armoniosa hora del té. El historiador Herib Caballero Campos pasa revista en esta charla.

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En julio de 1815, los hermanos Robertson trajeron a Asunción al médico inglés William Parlett y lo llevaron a entrevistarse con el dictador José Gaspar Rodríguez de Francia. Robertson registró el momento: “Francia escuchaba atentamente mi discurso introductorio sobre Parlett y repentinamente, volviéndose hacia él, le dijo: ¿Dónde usted estudió, señor? Parlett respondió como supongo que a menudo lo había hecho antes a los sudamericanos: En Londres. El dictador, entonces en voz baja, me refirió: Señor don Guillermo, yo estoy familiarizado con la Universidad de Oxford y he leído sobre la Universidad de Cambridge. Yo conozco que una de las más célebres escuelas de Medicina está en Edimburgo, en St. Andrews, que tiene universidad, y que hay uno o dos lugares más que en Gran Bretaña la poseen, pero es la primera vez que yo escucho de la Universidad de Londres. 

“Parlett se quedó horrorizado, y una expresión del ojo de Francia me dijo que disfrutaba de su pequeño triunfo sobre el médico”, relata Robertson. 

Este pasaje lo recoge el doctor en Historia, Herib Caballero Campos en el libro Historia de las Relaciones entre Paraguay y Gran Bretaña – Del siglo XVIII al siglo XXI, cuyas páginas repasamos en esta entrevista. 

-El primer británico del que se tiene noticias en el Paraguay es Thomas Gill, instalado en Cumbarity, Villeta.

-Era irlandés, pero en ese momento súbdito de la Corona británica y estaba residiendo, a mediados del siglo XVIII, en Cumbarity. Cuando sobrevino la Guerra de los Siete Años (1756-1763), en la que se enfrentaron España e Inglaterra, al igual que los súbditos portugueses, quienes también fueron declarados enemigos por el rey Carlos III, se procedió a confiscar sus bienes. Thomas Gill es el fundador de una generación de familia importante en la política y diplomacia paraguaya. Su bisnieto, Juan Bautista Gill, llegó a ser presidente de la República. 

-Son muy recordados los hermanos John y William Parish Robertson, quienes llegaron en 1812 y no se llevaron tan buenos recuerdos de Asunción.

-Comenzaron a negociar al igual que otros comerciantes en la región. Quisieron hacer negocios y, obviamente, por las condiciones en las que se encontraba el Paraguay; aparte de haber tenido serios problemas con el dictador Francia, debido a que un cargamento de armas que se les había encargado fue confiscado por las tropas de Artigas... Eso significó el enojo por parte del dictador. 

-¿Por eso hablaron tan mal de Asunción?

-Bueno, comparar Asunción en términos de lo que significaba para un londinense llegar a un lugar periférico del Imperio español, en el que las costumbres habían quedado bastante en el tiempo, no era para llevarse una buena impresión. Obvio que también hay un dejo de venganza que ellos quisieron dar en esa versión que escribieron sobre el Paraguay de la época. 

-En general, la relación de Francia con los británicos no fue del todo mala... Hasta contrató un médico, dice su libro.

-William Parlett, justamente, vino contratado por los Robertson, a iniciativa de Francia, para que sea el médico de los soldados de la tropa, que era lo que a él le interesaba. El problema es que Parlett, en un principio, estaba muy entusiasmado con el Paraguay, pero en la medida en la que se fue acrecentando el control absoluto del poder por parte de Francia, se fue decepcionando y pidió permiso para abandonar el país junto con otros ingleses. El Dr. Francia no se lo dio y, cuando finalmente se aceptó su petición, estaba en sus últimos días y murió en el país. Otro, uno de los pocos ingleses que en esa época había caído prisionero en una expedición que vino de Salta, fue Lucas Cressor, el único que quedó en el Paraguay hasta el final de sus días, en 1865, por eso es que se lo llamó “el decano de los ingleses en el Paraguay”.

-¿Gran Bretaña fue uno de los primeros países que reconoció nuestra independencia en tiempos de López?

-Fue uno de los primeros europeos, después de que Argentina lo hiciera en julio de 1852. Antes, el problema era que si bien Inglaterra ya había enviado una misión con George John Robert Gordon, en 1842, quien había llegado desde Montevideo para sondear los intereses e intenciones del Gobierno paraguayo con los cónsules Carlos A. López y Mariano Roque Alonso, no había ningún reconocimiento, porque no había la manera de mantener un contacto fluido con el Paraguay, pues Buenos Aires seguía sosteniendo que nuestro país era una “provincia rebelde”.

-¿Ese reconocimiento pudo haber pesado para que los López tuvieran tanta preferencia por Inglaterra?

-Inglaterra era la sociedad más avanzada no solamente en términos técnicos, sino también culturales y marcaba pautas a nivel mundial. Era la potencia en auge en ese momento y, obviamente, lo que pretendía don Carlos A. López era hacer un desarrollo del Paraguay y convertirlo en un país moderno. Por lo tanto, las instrucciones que tenía Solano López, su enviado a Europa, era justamente contratar técnicos ingleses y traer maquinarias que permitiesen el gran desarrollo del Paraguay, siguiendo ese modelo.

-¿El hecho de que la reina Victoria haya recibido a Solano López pesó en ese relacionamiento, dado que el papa Pío IX no lo quiso recibir y hubo problemas?

-En este caso, la reina sí lo recibió porque había un interés al ser una potencia y había intereses económicos que estaban abriéndose a América, pero era como una cuestión no excepcional. 

-En ese ínterin aparece Madame Lynch... 

-Es la mujer –como dice Josefina Plá– que trae no solamente costumbres, sino también mobiliarios, ropas al estilo europeo y eso fue marcando a fuego lo que iba a significar esa revolución en términos culturales en aquellos años. Al ser la pareja del hijo del presidente y, luego, presidente le dio mucha fuerza a su presencia e influencia, principalmente en la élite social paraguaya.

-¿Cómo la definirías como historiador?

-Es una mujer que pagó caro el amor hacia Francisco Solano López. Creo que se tergiversó bastante su figura, pero, asimismo, fue una mujer que sacó ventaja de la posición social y política que ocupaba su pareja. Hubo impactos positivos y negativos en la sociedad de aquella época.

-¿El ferrocarril fue la empresa paraguayo-inglesa más emblemática?

-Al igual que en todo el mundo, el ferrocarril era un monopolio, tenía la tecnología y el conocimiento, y allí fue necesario. Vamos a encontrarnos con la Paraguay Rail Company, que es la compañía inglesa que estuvo hasta 1960 como propietaria del mayor paquete accionario de la empresa ferroviaria y fue lo más relevante. Hoy se habla mucho de los becarios de Carlos A. López a Europa. La mayor parte eran justamente personas que tenían que venir a trabajar en el ferrocarril y fueron enviadas con ese fin.

-Uno de los becarios llegó a ser presidente, Cándido Bareiro.

-Él fue enviado para la parte de Derecho. En la segunda oleada de becarios sí es importante la presencia de personas como Astigarraga y Juan de la Cruz Jiménez, quienes fueron formados para trabajar en el ferrocarril.

-De todos los técnicos ingleses de esa época, ¿quiénes fueron los más representativos?

-El ingeniero jefe John William Whytehead, quien tenía plena confianza tanto de la administración como de don Carlos y Solano López. Era el responsable de los ingenieros que trabajaban en el ferrocarril, el arsenal y la fundición de hierro. Otro técnico importante desde el punto de vista comercial y navegación fue el capitán George Francis Morice, quien organizó la Marina paraguaya. Tampoco se puede dejar de lado a Alonso Taylor, quien construyó el edificio de estilo británico más emblemático que existe en Asunción: la Estación Central de San Francisco, y tuvo influencia en la construcción del Palacio de López junto con Ravizza, el otro arquitecto y contratista.

-¿Después sobrevino un rompimiento de relaciones?

-En 1859 se produjeron tensiones entre el Gobierno paraguayo y el británico, porque Santiago Canstatt –un uruguayo súbdito británico– estuvo involucrado en el proceso de intento de asesinato del presidente Carlos A. López. Se produjo un incidente diplomático que llevó a que dos cañoneras británicas persigan al buque de guerra Tacuarí, que trasladaba a Solano López, pero finalmente, en 1862, se volvieron a restablecer. Allí, las relaciones ya eran frías, porque el diplomático británico en el Río de la Plata, Eduardo Thornton, no veía con buenos ojos la administración de López y era bastante crítico. No obstante, cumplía las directivas del Foreign Office, que es la Cancillería británica.

-El libro cuenta que, en ese incidente con el Tacuarí, López le pidió al capitán Morice, inglés al igual que la tripulación, disparar, pero se negó...

-Se negaron porque eran súbditos ingleses; como le dijo el capitán Morice a López: Usted puede disparar, pero nosotros seremos colgados por traidores. Solano López comprendió la situación, y terminaron huyendo de esas cañoneras mucho más modernas y con mayor poder de fuego que el Tacuarí en ese momento.

-¿Se puede decir que nuestras relaciones con Gran Bretaña fueron de amor y odio?

-Hay dos cuestiones que no se tocan en el libro porque son, más bien, una discusión historiográfica de si Inglaterra tuvo o no que ver con la guerra. Obviamente que los bancos británicos prestaron dinero a los aliados, pero también el Gobierno paraguayo, de Francisco Solano López, había dado instrucciones de seguir manteniendo representantes en Inglaterra. Por demás, el Parlamento inglés fue el que divulgó el tratado secreto de la Triple Alianza y hubo una misión, la de Gould, quien vino a rescatar a los británicos que estuvieron al servicio del Gobierno paraguayo, se quedaron a luchar con el Paraguay y llegaron hasta Cerro Corá. Entonces, en ese marco, este señor (Gerald Francis Gould, secretario de la legación británica en Buenos Aires) logró la aquiescencia, el acuerdo de Francisco Solano López de negociar una especie de acuerdo final con los aliados. Esa es la presencia diplomática británica que se puede demostrar en el conflicto, así directamente. Todo lo demás forma parte de especulaciones y consideraciones no demostrables fehacientemente.

-En la Asunción del 1900 florecieron los negocios ingleses, entre ellos el almacén o el bazar, con el mejor té... 

-Muchos ingleses, entre ellos Thompson, Stewart, contratados por los López, se quedaron a vivir en el Paraguay y fundaron familias. Empezó a desarrollarse un comercio; por ejemplo, hubo un bazar inglés en la calle Palma, al poco tiempo de terminada la guerra. La primera compañía de transporte público fue el tranvía entre la Estación Central del Ferrocarril y el Puerto: el Trailway de Asunción, estirado a mulitas. La inversión fuerte inglesa se dio, justamente, de la mano de los dos préstamos que, lamentablemente, fueron malgastados y malnegociados en Londres: los famosos préstamos de Londres. Eso hizo que los tenedores de los bonos funden la Anglo Paraguayan Land Company, que logró hacerse de algunas tierras como pago de las compensaciones por sus bonos. Una de las firmas fue la Liebig’s, compañía ganadera que desarrolló el extracto de carne. Fueron las empresas de capital inglés que tenían fuerte influencia en el Paraguay. 

-¿Qué representó la presencia del príncipe Felipe de Edimburgo en el Paraguay, en 1962?

-Fue una cuestión de cortesía diplomática que se hizo en toda América del Sur, no solo en el Paraguay, y también se explica en el contexto de las dos inversiones británicas importantes: la Liebig’s y el ferrocarril, cuya compra comenzaba a negociarse por el Estado paraguayo. Había una línea de cruceros que hacía viajes entre Asunción y Londres. En ese marco de aproximación diplomática y comercial, y el contexto de la Guerra Fría, fue importante y relevante. Se hizo también una muestra de productos británicos para la adquisición por parte de empresas paraguayas.

-¿Qué epílogo, a qué conclusión llega con su investigación en este libro?

-A pesar de lo que mucho que se cree, que parecen países muy distantes en términos geográficos y culturales, la barrera del idioma, se nota que en algunos momentos las relaciones tuvieron muchos altibajos; las relaciones más estrechas se desarrollaron en la mitad del siglo XIX, bajo el gobierno de los López. Fueron mucho más intensas que en el siglo XX. Se volvieron a ampliar durante la Segunda Guerra Mundial, preocupados por el avance de los nazis y su influencia en el Paraguay. Se insistieron con las clases de inglés y las tareas organizadas por el Centro Anglo Paraguayo. En general, se permite no solamente ver las relaciones estatales, sino las personales que han enriquecido este vínculo entre Inglaterra y el Paraguay.

FICHA TÉCNICA

Historia de las Relaciones entre Paraguay y Gran Bretaña – Del siglo XVIII al siglo XXI, de Herib Caballero Campos, es una edición de la Fundación Nicolás Darío Latourrette Bo, impresa por Servilibro. La obra coincide con la finalización de la misión diplomática del embajador del Reino Unido en el Paraguay, el Dr. Jeremy Hobbs, y la Sra. Eréndira Granados. El 24 de julio se cumplieron 190 años del natalicio de Francisco Solano López.

CRONOLOGÍA

1812-1815: los hermanos Robertson fueron los primeros británicos en llegar tras la independencia. Quedaron impresionados por la exuberante belleza del Paraguay.

1842: George Robert Gordon fue el primer oficial británico que, tras visitar el país, llegó a Inglaterra y habló de la necesidad de artesanos calificados, herreros, mineros y químicos.

1855: el navío Tacuarí llegó a Asunción comandado por George F. Morice. En él vino William Whitehead, quien llegó a ser ingeniero jefe del Estado. 

1856: el Paraguay e Inglaterra firmaron un tratado de amistad, comercio y navegación, con lo cual 200 técnicos e ingenieros se asentaron en el país para la industrialización.

1858: llegó George Thompson, uno de los más destacados técnicos, para trabajar en el ferrocarril. También, el médico William Stewart, nombrado cirujano del Gobierno. Llegó a ser vicecónsul británico y se quedó a vivir en el Paraguay. Arribó también Alonso Taylor, constructor de admirables obras arquitectónicas y creador del moderno taller de locomotoras de Sapucai.

1861: se inauguró el primer servicio de tren con locomotoras inglesas de Asunción a Trinidad.

1865-1870: durante la Guerra contra la Triple Alianza, algunos británicos permanecieron para defender al Paraguay. Cincuenta murieron en el conflicto. Cuatro cirujanos y un boticario estuvieron a cargo de los servicios médicos.

Fuente: Embajada Británica en Asunción 

www.gov.uk/world/paraguay

pgomez@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Claudio Ocampo/Gentileza.

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