“Los escritores tienen que escribir algo nuevo, aunque esté todo escrito”, dice Mónica Bustos.

“Aunque todo esté escrito, el escritor puede escribir algo nuevo”, manifestó Mónica Bustos, joven escritora que en el 2010 se adjudicó el Premio Augusto Roa Bastos de novela, por su obra “Chico Bizarro y las moscas”. La autora señala que leer a Paulo Coelho le causó compasión y ternura, al mismo tiempo, pero que le resulta irrisorio escuchar a alguien que lo tiene como “escritor favorito”.

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Mónica apuesta por internet, y asegura que gracias a la red de redes los novelistas y poetas pueden ser más conocidos.

Además de “Chico Bizarro”, Bustos ya publicó: “León Muerto”, “Complejo de Bustos” y “El club de los que nunca duermen”. Formó parte del programa de Residencias Artísticas para Creadores de Iberoamérica en México, en el año 2010, y también de la Tercera Muestra de Arte Iberoaméricano realizado en Ciudad de México, en diciembre del 2010. Actualmente, está escribiendo dos obras y presentará su próxima novela en octubre.

-¿Cómo fue tu participación durante la última Feria del Libro de Buenos Aires?

-Conocí a destacados escritores; me encantó. Participé en el Diálogo de Escritores Latinoamericanos, una mesa que trataba sobre la música en la letra, que es un tema con el que me sentí muy a gusto; mientras conversábamos frente al público, íbamos descubriendo cuan ligada está la melodía y el ritmo a la escritura, y terminamos coincidiendo en que hay una música interna que nos “marca el paso” cuando estamos escribiendo.

En otra mesa, cuatro escritoras de diferentes nacionalidades hablamos sobre el rol de la mujer en los diferentes ámbitos en nuestros países, pero sobre todo en la literatura y si había o no algún tipo de discriminación o dificultad por ser mujeres.

-¿Creés que seguirán existiendo las ferias o todo se volcará a internet?

-Están los que prefieren comprar libros en lugares menos comerciales, los que solo los compran en las ferias y los otros a los que nos da igual de dónde los adquirimos. No pienso que internet sustituya a las ferias de libros, ferias de otras cosas tal vez sí. Porque para algunos es como ir al circo; si llega otro con animales más raros, se funde.

Pero si todavía respira es porque para otros es una búsqueda de proximidad física con un mundo abstracto. Para mí es intercambio cultural, porque a diferencia de internet —en el que uno es el que busca lo que desea conocer—, el encuentro con otros escritores y lectores hace que lo que de otra forma tal vez no ibas a buscar te busca para que lo descubras.

-¿Cómo un escritor hace conocida su obra hoy en día? ¿Cuesta más?

-Al contrario, es más fácil gracias a internet y a todos los recursos gratuitos que encontrás para publicar textos digitales, compartirlos con personas alrededor del mundo, etc. Antes, la gente no podía decidir lo que quería leer, las grandes editoriales imponían el canon y no había forma de conocer a quienes no eran publicados por estas. Hoy en día, hasta están de moda las pequeñas editoriales y cuanto más desconocido es el autor a más gente le gusta.

Creo que los escritores que sepan usar bien los recursos de internet tendrán éxito no solo promocionándose, sino también vendiendo sus libros a través de descargas o por suscripciones, etc. A veces, lo que falta no es talento, sino ganas.

-¿Cuál es el proceso de creación en esta era de la ciencia y la tecnología? ¿Varió el modo de hacer literatura?

-Hace once o doce años, para escribir sobre ciertos temas, construir escenarios o personajes, yo tenía que comprar muchos libros al respecto; lo peor era que acá no se conseguía mucha variedad, a veces tenía que recorrer bibliotecas y tampoco en ellas había lo que necesitaba, me encontraba con textos desfasados o incompletos. Gracias a la tecnología, hoy puedo informarme mejor sobre cualquier tema que voy a escribir, por más disparatada que sea mi idea. A veces, simplemente me formo bien sobre la época, el lugar, contexto, y después igual hago lo que quiero, pero por lo menos sabiendo que estoy yendo contra una corriente o creando surrealismo o fantasía, pero a consciencia y no por ignorancia.

-La historia de la literatura paraguaya del siglo XX suele ser dividida por "generaciones de una década". ¿Esto está desfasado? ¿Te considerás dentro de alguna corriente?

-Nunca pensé en eso. No sé si me corresponde a mí considerarme en una corriente; estoy muy cerca de mí como para ver en dónde estoy situada. Si lo hago, me gustaría hacerlo a la vieja usanza: escribiendo un manifiesto y luego contradiciéndome. Y claro que sería una broma, probablemente solo yo me reiría; en realidad no me interesa eso, me da miedo tanto análisis, al hacerlo perteneceré al pasado. Me voy a sentir como un archivo clasificado y archivado. Un caso cerrado. Pero en mi mente yo siempre estoy empezando.

-¿Está todo escrito?

-Todo fue escrito probablemente ya en papiro. A los quince años leí en la Biblia que hacer muchos libros era una tarea sin fin porque todo se había dicho ya y que leer causaba fatiga. Sentí eso como un desafío. Y por eso basé en Eclesiastés mi primera novela: "León Muerto". Fue una gran experiencia, logré contar otra historia diciendo lo mismo. O conté lo mismo diciendo otras cosas. Nada nuevo hay bajo el sol, decía, y esa fue una de las primeras lecciones que aprendí sobre cómo contar historias. Tenés que saber que todo está escrito. Igual, creo que esa parte de la Biblia se refería a otra cosa, al final lo que importa es cómo uno entiende lo que lee. El lector aporta la novedad en la interpretación.

-¿Cómo concebís la labor intelectual de escribir?

-Trato de no concebirla como labor intelectual, para mí es placer y me llena completamente. ¿Sabés cuándo cuesta? Cuando creés que eso no es suficiente.

-Hay autores que no recomiendan leer a Coelho o escritores similares. ¿Cuál es tu postura?

-A Oliverio Coelho sí hay que leerlo. ¿Te referís a Paulo?

-Sí.

-Mi postura ha sido hasta ahora no leerlo, bah, leí un párrafo y preferí no perder mi tiempo. Sin embargo, me dio un poco de ternura o compasión, o hasta simpatía cuando leyendo la historia de Raúl Seixas me topé con sus anécdotas con Coelho durante la dictadura, pero hasta ahí. No voy a decirle a nadie que no lea a tal autor o tal libro, pero me parece irrisorio cuando alguien lo menciona como escritor favorito o uno de sus libros como lo mejor que ha leído. Como una chica que vi en una interesantísima feria de libros usados en Buenos Aires, se acercó a preguntar si no había algo viejo de Gaturro, buscaba algo así como una primera edición, como si fuera algo de culto.

-¿La tendencia de la literatura también es volverse mediocre?

-Veo remakes mediocres que se hacen de joyas del cine. La literatura no tiene remakes, los escritores tienen que escribir algo nuevo. Aunque todo está escrito. Eso es lo lindo, esa imposibilidad, esa contradicción. No creo que la literatura se vuelva mediocre, solo hay mediocres que se dedican a la literatura u obras geniales que creemos mediocres porque todavía el mundo no maduró para ellas.

-¿Hay muchos escritores jóvenes hoy en Paraguay?

-Hay muchos y muy buenos, pero también es cierto que es cuestión de tiempo para que abandonen la escritura y se mantengan ocupados estudiando o trabajando en algo diferente pero que sí les va a dejar más plata, y sin darse cuenta ya no son jóvenes ni escritores. Pero la culpa no es de los que dejan de escribir o de dedicarse al arte. Tampoco es la culpa de aquel al que no le alcanza para comprar un libro al mes ni dos al año. ¿Cómo va a haber gente que pueda vivir de esto, entonces? Lo lógico es no tener tiempo para escribir, porque esto no es lo que te da el pan. Me pregunto si serviría en nuestro país algo como el Vale Cultura de Brasil, un vale para gastar en productos culturales nacionales.

-¿Cambió algo en vida y trabajo luego de haberte adjudicado el Premio Roa Bastos?

-Escribo desde los 9 años, más o menos. Publiqué a los 19 mi primera novela con ayuda de mis padres; al año siguiente, otro libro de cuentos. Y durante ese tiempo no sabía si realmente alguien me leía, si alguien me iba a entender, si alguien podía sentir con esos personajes lo que yo sentía.

Obtener el Premio Roa Bastos fue saber que alguien más leyó “Chico Bizarro”, que alguien más lo entendió, que alguien más sintió alguna emoción con esas letras. Con el tiempo esa sensación se multiplicó; el libro tuvo vida propia y gracias al premio alcanzó un nivel de difusión que de otra manera no hubiera tenido. Augusto Roa Bastos me dio una mano, eso es lo que siento.

-¿Qué estás escribiendo ahora?

-Estoy escribiendo dos novelas a la vez. Estoy lejos de terminar cualquiera de las dos. Son muy diferentes entre sí. Hablar de ellas, pensar en ellas, me emociona, tengo ganas de escribir apenas las pienso.

-¿Cuándo los publicarás?

-En octubre publico mi nueva novela; no es ninguna de las mencionadas recién, esta ya la terminé hace rato. Es una cosita rara que no tiene nada que ver con “Chico Bizarro” ni con “El club de los que nunca duermen”. Excepto, quizás, por el sentido del humor. No es nada que no se haya escrito antes, porque todo ya está escrito, pero estoy segura de que va a causar impresión. Cuando salga te voy a hablar más al respecto; a veces suelto spoilers cuando intento hablar sobre mis novelas.

-¿Paraguay incentiva a la creación literaria?

-Qué triste va a ser que diga que no. Me incentivan las personas que me buscan para contarme que leyeron mi libro, las palabras que me regalan, parece como si me conocieran de toda la vida. Es una linda sensación y me pasa con frecuencia, ya no me pregunto como antes del Premio Roa Bastos si alguien me lee.

Editor: Alcibiades González Delvalle - alcibiades@abc.com.py

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