Tino y sentido común, únicos talentos necesarios

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A pesar de los años y décadas de entreguismos, traiciones a la patria, pusilanimidad, sobrefacturaciones, maletines invisibles, exclusiones políticas y coimas disfrazadas de abusivos beneficios, la Itaipú sigue generando noticias de necedad e ignorancia en su manejo. Pareciera que nuestra capacidad de asombro jamás estará satisfecha.

Todos sabemos que los Estados no se manejan por sentimientos, sino por intereses. No existe un Estado que “ama” a otro por hablar su mismo idioma, por tener músicas similares o, quién sabe, hasta una historia de emancipación común del mismo colonizador. Los Estados son independientes, soberanos y lucharán hasta lo sumo por mantener el Estado que les conviene.

Ningún país de la tierra caerá en una revolución civil por defender a otro. Nadie incurrirá en una inflación galopante, en una deuda externa impagable o en la generación desmedida de impuestos, por “salvar” a otro Estado. La inmolación del pueblo, de sus gobernantes o la “cesión” territorial amistosa a favor de otro Estado, solo existe en las fábulas. Hecha esta pequeña aclaración de ciencias políticas, vayamos a lo que hoy nos convoca, un buen negocio en Itaipú.

El sentido común, que no es el más común de los sentidos, también faltó en nuestras relaciones energéticas, en general y en Itaipú en particular. Veamos, ¿cuál es el único interés del Brasil en Itaipú? Si usted ha respondido la energía, pertenece al reducido grupo que tiene sentido común y ha dado en el blanco.

La falacia que la hidroeléctrica de Itaipú solo se ha construido para solucionar un problema limítrofe con el Brasil es tan grande como la luna. La verdad es que la avidez energética del Brasil, desde la década de los 50, era insaciable. Su principal motor del desarrollo en la región central, sureste y suroeste, sería la Itaipú, por 50 años. Esto ya es un hecho comprobado.

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Los ideólogos de Itamaratí, una vez concebida la obra de “hermandade” con el Paraguay, solo debían asegurarse de su hegemonía. Cualquier intento independentista del Paraguay, al igual que un foco revolucionario, debía ser sofocado, ¡a cualquier precio! Es así que se creó una superestructura administrativa que obnubilaría a cualquier ingeniero paraguayo, ni qué decir a un militar, a su familia y a los obsecuentes políticos que rodeaban al dictador supremo.

La Itaipú nunca debió tener una administración mayor que una simple hidroeléctrica, como las numerosas ya existentes en el Brasil en la década de los 70. Crear un gigante burocrático era parte de un libreto bien establecido por las partes. “Hagamos una piñata que alcance a todos”.

Nuestros “doctores” en energía y en geopolítica parece, no obstante, que son bomberos y enfermeros de accidentes e incendios. No pasan de proponer “curitas” y polvos químicos para el futuro de nuestras principales hidroeléctricas que, con esta misma inercia, aún nos abastecerán por 30 años más.

Veamos algunos escenarios. ¿Qué haría yo si soy el Brasil? Pues seguiría coimeando a los paraguayos con los supersalarios, con las prerrogativas de faraones, con los “gastos sociales” que perpetúan un “sistema” político que me conviene. En fin, seguiría domesticándoles con chauchas y palitos para seguir llevándome el filet mignon, es decir energía limpia, segura y barata.

¿Qué haría un administrador de media cuchara? Ni siquiera ponemos en este nivel a un Estadista. Pues sencillo. Nombraría un equipo negociador de mediana honestidad, de mediano patriotismo y de mediano sentido común. Vea bien el lector que no estamos armando un equipo de ángeles, arcángeles y querubines; ni de PhD, especialistas, notables, o sabios del Oriente, sino de hombres comunes que puedan defender los intereses del país que les dio vida, ciudadanía, esperanzas y glorias.

¿Cuál sería la misión de este equipo? Pues sentarse ante sus pares brasileños y decirles: Han pasado 50 años y este proyecto nos ha favorecido muy poco, durante mucho tiempo. Hemos cedido nuestra parte para fortalecer vuestro desarrollo. Hemos cumplido el pacto firmado en 1973, aun siendo desventajoso para nosotros. A partir de ahora el Paraguay, a pedido de nuestros mandantes, demanda equidad en este negocio. El Paraguay contratará las 10 máquinas de 50 Hertz y la diferencia que no usemos, la ofreceremos al mercado energético regional. Y para que Uds. vean que somos agradecidos y confiables, tendrán la preferencia de compra, pero con los precios del mercado. Como en el Tratado no existe obligatoriedad de “cesión”, pues eso ya implicaría una cuestión forzosa, que atentaría contra nuestra soberanía, le ofrecemos comprar en barra, en la frontera, en las mismas condiciones físicas actuales, toda la energía que Paraguay disponga. Ahí veremos la reacción brasileña.

Conclusión: Como ya existe un precedente exitoso en el Acuerdo Lugo-Lula, en el que accedimos a 25 puntos favorables a nuestro país, la cuestión será fácil. Como dijimos, solo necesitamos negociadores honestos, con mediano conocimiento energético, con mediano conocimiento histórico, con mediano conocimiento económico y con decorosa existencia. El anhelo supremo sería conseguir hombres virtuosos, no dados al vino, a los placeres de la carne y cuyo dios no sea el dinero. Como es difícil obtener hombres así, creemos que con hombres de medio pelo o mediocres lograríamos algo mucho mejor que el “negocio” actual.

Otra cuestión a considerar: todos los actos administrativos, según el tratado y nuestras leyes, son de responsabilidad civil y penal de los firmantes; así que veamos bien los documentos firmados en el pasado, pero que pueden estar molestándonos para nuestras negociaciones futuras. La Ley de Transparencia lo permite (anexo).

No me tomen mal, pero el equipo actual de negociación da lástima. Llamen a 10 personas comunes y ofrézcanle un salario mínimo y el reembolso de los gastos de dos comidas al día y un tereré bien frío. Les aseguro que el resultado será mil veces mejor que lo obtenido en 50 años. Es increíble lo que se logra con personas honestas y medianamente justas.

Nunca

Itaipú nunca debió tener una administración mayor que una simple hidroeléctrica, como las numerosas ya existentes en el Brasil en la década de los 70.

Libreto

Crear un gigante burocrático era parte de un libreto bien establecido por las partes. “Hagamos una piñata que alcance a todos”.

(*) Exasesor del DGP, del 2008 al 2012 en IB.