La rendición de Stroessner y su traslado a la Caballería

Muchas veces se habló de la renuncia de Alfredo Stroessner la mañana del 3 de febrero de 1989. Esta vez queremos contar la historia según los recuerdos de un soldado que se encontraba en la tanqueta que escoltó al dictador hasta la Caballería.

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Pocas personas vieron al entonces mandamás en sus últimos minutos como Presidente. La noche del 2 de febrero de 1989, Stroessner logró salir de la casa de Ñata Legal antes de que llegara el comando que tenía las órdenes de secuestrarlo. Desde ese momento se desconocía su paradero.

En la grabación que lograron captar los radioaficionados se oye que los “Carlos” tratan de ubicar “el coche negro”, haciendo alusión al dictador. Los mismos incluso mencionan que deben impedir su paso por Gral. Santos para evitar que llegue al Puerto Itá Enramada.

En ese momento, Stroessner ya se encontraba junto a su hijo Gustavo, su nuera Patricia Heickel y su hija Gracielita en el edificio del Estado Mayor, unas oficinas militares ubicadas entre el cuartel Regimiento Escolta Presidencial y el Ministerio de Defensa Nacional.

En horas de la madrugada del 3 de febrero, el entonces Cnel. Lino Oviedo ingresa junto al presidente Alfredo Stroessner con una granada en la mano y le intima a que se entregue. Stroessner debía ser trasladado a la Caballería. A partir de allí aparecen las memorias de un combatiente de aquella noche.

Santiago Rojas Ayala era un soldado raso y estaba a cargo de la ametralladora de una tanqueta Cascavel de fabricación brasileña del Regimiento de Caballería Blindada Nº 2, a cargo de Pedro Concepción Ocampos (Carlos 2). Cuenta que salieron la noche del 2 de febrero desde Cerrito (Chaco) en columnas rumbo a la zona de combate. Su tanqueta, la Nº 716, encabezaba la marcha.

Los vehículos blindados vinieron por la Ruta Transchaco, avenida Artigas, Perú, Pettirossi, Eusebio Ayala y doblaron en la calle ubicada una cuadra antes del viaducto de Gral. Santos (Cap. Juan Bautista Rivarola). En esa esquina había una heladería, de la cual la gente salió corriendo al ver las tanquetas pasar por el lugar. La columna se dispersó rodeando el Escolta Presidencial.

Al vehículo que ocupaba le tocó la esquina de la calle Azara y Gral. Santos. Con mucha tensión, afirma, les tocó disparar cuando veían movimientos dentro del Escolta (a unos 100 metros de donde se encontraban). Momento complicado fue también para el chofer de un bus de la Línea 3 que, totalmente confundido y desconociendo lo que ocurría, se metió en plena zona de conflicto y casi fue alcanzado por las balas porque solamente se veían sus luces encandilando y avanzando hacia ellos, rememora.

Rojas nos explicó que estaban en una zona muy oscura y que ellos pensaban que en cualquier momento saldrían los tanques Sherman del Escolta para hacerles frente. Es por eso que decidió disparar a otra tanqueta que apareció de frente, pero por esas cosas del destino su ametralladora se quedó trabada y no pudo efectuar los disparos de inmediato. Segundos después, divisaron el número de la tanqueta y resultó ser una “amiga” que había abandonado su posición.

“Era la tanqueta en la que iba un gran amigo mío desde la infancia, casi mi hermano, porque crecimos juntos”, rememora aliviado. En un momento de la noche, les ordenaron cambiar de posición y se ubicaron detrás del Hospital Militar (hoy Emergencias Médicas) para hacer retenes. Esa noche y madrugada, el centro médico era también un lugar al que podían acudir los que se rendían, porque ya había sido tomado por la Caballería.

En ese sitio escucharon por primera vez la proclama del Gral. Andrés Rodríguez y se enteraron de que la Aviación ya se había plegado al Golpe de Estado. Cuando prácticamente se dejaron de oír disparos, en la radio el Cnel. Lino Oviedo (Carlos 3) pedía tanquetas para escoltar a Alfredo Stroessner hasta la Caballería para que, una vez en el sitio, firmara su renuncia. El jefe de su vehículo se ofreció y partieron rumbo al Estado Mayor por Gral. Santos y doblaron a la izquierda en Mcal. López. En ese lugar, su ametralladora calibre 7.62 fue arrancada de la tanqueta por los cables del viejo tranvía, pero siguieron su camino.

Una vez en el patio del Estado Mayor, observó a las dos mujeres que subieron al vehículo Chevrolet de color negro junto al todavía presidente Stroessner. Oviedo ordenó que una tanqueta Urutu vaya adelante regulando la velocidad de la caravana y la Cascavel de ellos atrás.

Además, pidió que disparen al vehículo (con Oviedo adentro) si el mismo aceleraba o intentaba salir de la fila.

Mientras comenzaba a amanecer el 3 de febrero, les tocó cumplir la orden de ir detrás del vehículo del dictador por la avenida Mcal. López, Perú, Artigas, Transchaco y Semidei, hasta la sede de la Caballería. En ese lugar descendió el dictador y permaneció detenido. Rojas afirmó que permanecieron por unos momentos en la Caballería, pero posteriormente volvieron a salir a las calles.

Stroessner permaneció detenido en la Caballería, en donde firmó su renuncia. Dos días después se fue exiliado al Brasil, en donde murió en el año 2006.

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