¿Hay luz al final del túnel?

En pleno año 2020, en que una pandemia azota al mundo entero llevándose más de 1.500.000 vidas, Paraguay sigue con problemas del suministro de energía eléctrica y agua potable, dos servicios básicos indispensables. Las empresas estatales realizan inversiones y prometen mejoras que el usuario hasta la fecha no ven ni sienten. Los deficientes servicios públicos se sumaron a la crisis económica, en donde una de las pocas excepciones a la “regla” de la paralización fue el sector de las obras del Estado.

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“Siete días seguidos con cortes y cuatro en lo que va del día en mi barrio de Asunción. Ineptos, inútiles y lamentable el servicio”, señalaba Rodrigo Fernández Volpe al referirse a la ANDE. Y como él, cientos de usuarios se quejan del suministro de energía eléctrica, que pese a las declaraciones sobre inversiones en el área de distribución, no ven ni sienten ninguna mejoría.

Tormenta dejó a unas 400.000 personas sin electricidad, según la ANDE

Para evitar los constantes cortes de la electricidad a causa de vientos fuertes o el roce de ramas contra los cables, la institución se fijó como meta para este año que culmina, el cambio de 420 kilómetros de líneas desnudas por conductores protegidos en Media Tensión. Al 6 de diciembre pasado, la estatal informó que llegaron al 96% del objetivo con los cambios, es decir unos 405 kilómetros y al 13 de diciembre, la alcanzaron 97%, es decir unos 410 kilómetros.

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Para realizar estos trabajos, que son para un mejor funcionamiento del sistema, también los usuarios resienten la falta de energía, dado que en la mayoría de los casos se realizan los famosos “cortes programados” que duran entre cuatro y nueve horas.

Asimismo, la ANDE promete que este será un mejor verano, aunque advierte que no se puede hablar de la ausencia de los cortes de energía, dado que para ello la institución requiere invertir US$ 200 millones anuales en Distribución, por los próximos cinco años. “No aseguramos un verano sin cortes, pero sí podemos asegurar que cada día estaremos trabajando para que, este verano y los siguientes, nuestro servicio vaya recuperando calidad y confiabilidad”, había señalado el presidente de la ANDE, Ing. Félix Sosa, ante el mandatario Mario Abdo Benítez al presentar su informe por sus 100 días de gestión al frente de la institución.

Titular de ANDE pide “crédito” y promete paulatina mejora del sistema de distribución

En la instalación de nuevos transformadores, que deberían evitar la sobrecarga de estos equipos -sobre todo en días de mucho calor-, al 11 de diciembre pasado, la empresa de electricidad indicaba que ya había cumplido con el 97% del objetivo trazado para Asunción y el área metropolitana en el 2020, es decir 4.365 transformadores de distribución, de los 4.500 nuevos equipos. “Con esto aumentamos la potencia en nuestro sistema de distribución, beneficiando a 327.375 familias de todo el país”, comunicaron.

Otro gran anuncio este año en el área de Distribución fue el compromiso de Banco de Desarrollo de América Latina – CAF para el financiamiento de US$ 250 millones, de los cuales la ANDE prevé destinar US$ 100 millones a la incorporación de tecnología, que consistirá en colocar llaves telecomandadas para poder operar a distancia. “Es decir, que cuando ocurre un inconveniente, no habrá necesidad de que un móvil de la ANDE llegue hasta esos lugares. A través de un comando central, se puede accionar esa llave y que entre en servicio la línea afectada o aislar la línea”, detalló en su momento el Ing. Sosa.

Pero mientras se esperan los resultados de estos trabajos y anuncios, no solo los usuarios residenciales padecen de los constantes cortes de la electricidad, también las industrias y grandes compañías, que incluso dejan de recibir inversiones de las multinacionales a las que pertenecen porque nuestro sistema eléctrico no es predecible. “En nuestro caso, en el último trimestre se han agudizado los cortes de energía principalmente en nuestra planta industrial y eso nos ocasiona pérdidas gigantescas en un momento en donde nuestra industria está trabajando en todos los horarios, con su máxima dotación que es la que nos permiten los funcionamientos por cuadrillas”, se lamenta el director de asuntos corporativos de Cervepar y presidente de la Cámara de Bebidas Alcohólicas, Fernando Torres.

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Añade que la falta de energía no solo les genera pérdidas millonarias, sino también el perjuicio a la hora de recibir mayores inversiones porque existen otros países, en donde también la compañía invierte, que tienen sistemas eléctricos mucho más predecibles y estables que hace que las maquinarias rindan mejor.

Sobre las pérdidas de producción, Cervepar registró en el último bimestre del año, aproximadamente US$ 5 millones por los cortes de energía. “Es decir, producto que se dejó de hacer por tiempo de no funcionamiento de las máquinas. Tenemos un régimen de funcionamiento de la cervecería de 24 horas, y tenemos cortes programados, por lo cual yo hago referencia a los cortes no programados por interrupción del servicio de energía eléctrica”, aclara Torres.

Pero su sector no es el único golpeado. Muchas otras industrias resienten mensualmente las pérdidas a causa de la falta de electricidad en uno de los países con mayor generación de energía eléctrica limpia y renovable del mundo. “Calculamos que estamos teniendo más de 40 horas mensuales de parada y esto hace que ocasione pérdidas enormes, y sin hablar de que con los cortes, estos pollos en los galpones pierdan la vida”, comenta Blanca Ceuppens, de Pollos Pechugón.

Además, dice que en las plantas de incubación, los huevos que se están podrían llegar a ser desperdiciados, si no tienen la energía eléctrica constante.

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“Las 40 horas representan aproximadamente 120.000 dólares mensuales. Eso sin contar (la pérdida por) los clientes pequeños que no pueden darse el lujo de tener un generador, porque nos pasa que nos dicen hace cuatro o hace seis horas no tengo energía eléctrica y piden devolver el producto, y la pérdida allí es más grande. Hay muchas pollerías o despensas pequeñas que no pueden invertir en generadores”, sostiene.

Sobrefacturaciones y exoneraciones

Pero en este año de pandemia, los usuarios de la ANDE no solo debieron soportar los cortes de energía a los que prácticamente ya la estatal los tiene incómodamente habituados, sino también se sumaron las denuncias por sobrefacturaciones. A causa de las estimaciones realizadas por la institución al inicio de la cuarentena, más de 40.000 facturas tuvieron que ser modificadas ya que no se hicieron las respectivas lecturas de los medidores por temor a la propagación del virus. Esta situación, además de otras que se sumaron, terminaron por echar al anterior presidente de la ANDE, Ing. Luis Villordo, quien dejó el cargo a mediados de agosto pasado.

ANDE: forman una larga fila para reclamar por sobrefacturaciones

Esta situación también derivó en su interpelación ante la Cámara de Diputados, donde obtuvo el voto de censura. Y al retirar sus pertenencias de la institución que dirigió por un año (desde agosto de 2019), recibió el abucheo de sus compañeros.

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El escándalo de las sobrefacturaciones -o sobreestimaciones y subestimaciones, como dicen en la estatal- opacó uno de los mayores beneficios que otorgó el gobierno a través de exoneraciones en los pagos de las facturas de aquellos usuarios que consumieron hasta 500 kwh/mes. Subsidio que se fue alargando hasta alcanzar medio año, y totalizó en exoneraciones de pagos por casi US$ 97 millones.

Aprueban con modificación ley que anula facturas de ANDE y Essap durante la pandemia

Por otro lado, la Essap también exoneró facturas entre abril y agosto, y benefició a 102.000 usuarios, que representan el 44% de los clientes de la aguatera estatal. Y así como ocurrió con la Ande, también en el caso de la aguatera el servicio deficiente opacó dichas exoneraciones.

¡Lavate las manos!, pero sin agua

El agua también escaseó en diversos momentos del año. Los cortes por parte de la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap) son cada vez más frecuentes, así como la baja presión de agua, pese a los trabajos de contingencia que se realizan ante la bajante del río Paraguay. Según se observa en los reclamos que recibe el ente en las redes sociales, hay barrios enteros en donde no proveen del vital líquido durante días.

Essap deja nuevamente sin agua a usuarios de San Antonio

La Essap periódicamente tiene un nuevo motivo por el cual deja sin agua a sus usuarios, que además del bajo nivel del río, incluye la falta de electricidad, que en ocasiones no es más que una cuestión interna de la empresa proveedora que le genera fallas en el sistema de distribución en Asunción.

Los usuarios están cansados y hastiados de leer la respuesta acostumbrada: “Estamos trabajando para restablecer el servicio en la brevedad posible, disculpe las molestias ocasionadas”, que dicen en sus comunicaciones a través de Facebook y Twitter.

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A eso, añadirle las respuestas de quienes están al frente de la institución, que culpan a los usuarios de sus propias desgracias. “Hay un consumo exagerado y lógicamente faltará agua. Una cosa es que se garantiza la capacidad instalada, que la gente entiende que no faltará agua (sic). Con la alta temperatura y falta de lluvia, la gente riega, lava sus coches, limpia pisos y hace otra serie de cosas”, señaló al respecto recientemente el gerente del ente, Carlos Antonio López.

Essap dice que “hay un consumo exagerado”

Mencionó que un domingo de mucho calor, toda la zona alta de la capital y alrededores sufrió muchísimo. “Bombeamos las 24 horas y lo mismo bajó el tanque. Eso significa que se supera el consumo”, refirió. Dijo que las bombas que operan son de mayor capacidad de lo que están produciendo y entonces se produce este desfasaje.

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Puntualizó que en el pasado, cuando la empresa era aún Corposana, había un consumo por zona, que era intermedio, bajo y alto. Hoy, las zonas están todas mezcladas y, según él, falta sectorizar, lo que costaría mucho dinero. Sin embargo, añadió que la Essap está abocada a la adjudicación para la construcción de otra planta de tratamiento en Viñas Cue.

Como cada año, la Essap promete que no se resentirá la provisión de agua, pero nunca falta un nuevo motivo para que suceda lo contrario. Montserrat Urunaga reside en el barrio Gaspar Rodríguez de Francia, detrás del Parque Carlos Antonio López, en un edificio donde soportan la falta de agua durante el día y deben aguardar la noche o madrugada para realizar los quehaceres de la casa e higienizarse. “Los que están en planta baja tienen algo de agua, pero desde el primer piso ya es un suplicio. Nos levantamos a las 2 de la mañana para lavar la ropa. Solo a veces tenemos agua. Juntamos en balde. Y ni hablar del olor de los baños”, reclamó.

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Pero en plena crisis del agua y mientras la ciudadanía hace filas en las estaciones de servicio para adquirir botellones de agua, o espera a la madrugada para tener presión en sus duchas o canillas para higienizarse y juntar algo del líquido, la Essap sí podría utilizar su escaso presupuesto en el pago de más de G. 4.000 millones (aunque supuestamente luego redujo el monto a G. 1.000 millones) a una escribanía pública que le gestiona una escritura por las modificaciones hechas en su estatuto por el aumento de su capital social. Este caso trascendió justo días después de que la propia institución señalara que no tiene recursos para invertir en el mejoramiento de la provisión de agua.

Municipalidad expresa su hartazgo por los cortes frecuentes de la Essap

Ante la avalancha de quejas y pedidos de solución a la persistente falta de agua en los barrios de la capital y de Gran Asunción, la Essap comunicó recientemente que ya está en marcha la construcción de base e instalación de 12 plantas móviles potabilizadoras compactas. Las mismas estarán distribuidas de la siguiente manera: siete en el Puerto de Asunción, uno en los barrios Sajonia, Villa Jardín de Limpio; Emboscada y San Bernardino (Cordillera) y en Nanawa (Presidente Hayes).

Según la Essap, con estas plantas y considerando las altas temperaturas, garantizan la provisión de agua potable en este verano. Informaron que cada una de las plantas compactas de tratamiento tiene una capacidad de producción de 100 m3/h.

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No obstante, aclararon que se prevé que estarán entrando recién en funcionamiento para el mes de enero de 2021, para “aumentar la producción de agua potable” y así “garantizar un mejor servicio a los usuarios”. El ente anunció además que está en obra una planta de pretratamiento para Ciudad del Este, donde la demanda de agua va en aumento.

La excepción a la regla: Las obras públicas

Pero como siempre hay algo qué rescatar de positivo, según el tradicional saludo de paraguayos del “mba’eteko?” y la respuesta del “iporã” -aunque solo sea un modo de sobrevivir a las dificultades-, también en este año pandémico hubo un rubro que se destacó por no parar y que se rescata como algo esperanzador. De hecho, en medio de las empresas privadas cerradas, miles de desempleados o suspendidos y una economía sumamente golpeada -todo esto soportado por la ciudadanía con cortes intermitentes de luz y agua-, se destaca el buen impacto de las obras públicas. Es la excepción a la regla y lo que también resalta por ser una buena noticia en medio de una lluvia de situaciones adversas.

Las obras viales no paran y estiman que serán claves para la economía

Se trata del rubro que no paró con la pandemia del covid-19 y que ayudó a la economía de varias familias paraguayas, con la generación de 90.000 empleos, según datos del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), que pretende llegar a una inversión de US$ 800 millones este año, con la ejecución de diferentes proyectos de infraestructuras.

Varios testimonios dan cuenta de que gracias a las obras, compatriotas siguieron teniendo ingresos, incluso trabajadores de otros rubros que se mudaron a esta actividad y se “reinventaron”. Como el caso de Pablo Gómez, un joven que pasó del rubro gastronómico a obrero del sector construcción.

Obras públicas no pararon con la pandemia  y se aplicaron protocolos sanitarios.
Obras públicas no pararon con la pandemia y se aplicaron protocolos sanitarios.

Pablo, de 25 años, cuenta a ABC que va todos los días desde Capiatá para trabajar como montador industrial en la obra de las oficinas de Gobierno, que se levantan en el Puerto de Asunción. Relata que con la pandemia tuvo que dejar el trabajo que tenía en la cocina de un local de comida mexicana, y que después consiguió su actual ocupación en el rubro de la construcción, que le sirvió para ayudar a sus padres y también solventar sus estudios.

Su compañero, Rodrigo Galeano Ramírez, de 27 años, de San Lorenzo, se encarga del montaje de vidrios de los futuros edificios públicos y señala que gracias a su trabajo nunca faltó nada en su casa.

Pero seguir trabajando durante pandemia no fue festejado por todos los que pudieron hacerlo y de hecho, al principio generó temor a contraer el virus.

Rubén Zaragoza, de 42 años, de J. Augusto Saldívar, también obrero de dicho proyecto, cuenta que en un principio tenían miedo de los contagios, pero que aún así siguieron adelante. Los tres trabajadores coinciden, no obstante, en que “trabajar es lo esencial”.

La pandemia golpeó fuertemente a todos y si bien las obras no pararon, se vieron afectadas por inconvenientes con la provisión de insumos y materiales, tanto a nivel nacional como internacional, comenta a su vez el ingeniero Rubén Galeano, director de Obras de los edificios en construcción.

Las obras con financiamiento local son las que se verán afectadas, explicó el ministro. No así las construcciones en marcha, como el Corredor Vial Botánico, que es parte de la Costanera II.
Las obras con financiamiento local son las que se verán afectadas, explicó el ministro. No así las construcciones en marcha, como el Corredor Vial Botánico, que es parte de la Costanera II.

Resalta que, evidentemente, las restricciones de horario y de circulación por la vía pública generó una merma en la cantidad de obreros, durante casi cinco meses, con una asistencia del 50% de los trabajadores. Pero lo más importante para el profesional es que, con el cuidado necesario, las personas pudieron seguir trabajando y ganando el sustento diario.

El lavado de manos, que es constante, la toma de temperatura corporal, el uso irrestricto y obligatorio de tapabocas, desinfección permanente de locales, prohibición de consumo de tereré, una distancia prudencial a la hora de almorzar, entre otras medidas, son el día a día de los obreros. Y, sobre todo, la premisa es seguir trabajando y contribuir a la economía tan golpeada en estos tiempos de una pandemia.

Esto también se ve en la zona de obras de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) de Bella Vista, que se erige en el bañado Norte de la capital, donde Miguel Ángel Mareco, de 27 años, también de Capiatá, es encargado de obras. Explica que tuvieron que parar las tareas por un corto tiempo -luego de un comentado caso de contagio que se registró en ese lugar-, pero que siguieron sin inconvenientes después de realizarse las pruebas del coronavirus y tener el resultado negativo. Además, cumplen estrictamente todos los protocolos sanitarios.

“En comparación con la gente que se quedó sin trabajo, yo pude tener un ingreso fijo. Al principio, mi familia tenía un poco de miedo de que me contagie, pero yo siempre aplicaba el protocolo al llegar a mi casa, y de esa forma me cuidaba y le cuidaba a mi familia”, expresa.

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Asimismo, Eder De los Santos Brítez Geraldo, de 35 años, del Bañado Tacumbú de Asunción, trabaja como armador y cuenta que durante dos meses estuvo sin actividad laboral por la cuarentena, pero después, ya en la segunda fase, se reintegró. “Desde mayo ya no paré. Gracias a Dios volví, porque tengo 4 hijos, unos gemelos varones y dos nenas más, y yo mantengo a mi familia. Trabajo a full para darles una educación y que tengan una profesión”, resalta.

Julia Isabel Araujo, de 35 años, de Santísima Trinidad de Asunción, es enfermera y ayudante de limpieza y tampoco paró durante la pandemia. Ella es parte de la brigada de Emergencia de la PTAR de Bella Vista. Cuenta que su ocupación le ayuda a tener ingresos y cumplir con todos sus compromisos personales y familiares. “Como parte de esta obra me siento realizada en mi profesión de enfermera, ya que es una profesión humanitaria y brindo mi servicio acá con mucha entrega y con mucho cariño. Y eso me da satisfacción personal y profesional”, manifiesta.

Los que siguieron trabajando aún durante la cuarentena estricta coinciden en señalar lo afortunados que se sienten al tener empleo y llevar ingresos a sus familias en un año pandémico.

Narciso Benítez, de 45 años, de Loma Pytâ de Asunción, encargado de seguridad de este proyecto del MOPC, toma la temperatura a sus compañeros y deja en claro que su termómetro infrarrojo decide quién pasa y quien no. Las opiniones de estos obreros evidencian el gran movimiento que genera el rubro de la construcción, que no paró pese a las dificultades no se detuvo.

Inversión de US$ 800 millones

Pero, ¿cómo se logró la continuidad de las obras públicas? Dicen los economistas que “no existe almuerzo gratis”. Efectivamente, alguien siempre paga la cuenta. Precisamente, en este caso, el viceministro de Administración y Finanzas del MOPC, Carlino Velázquez, resalta que ha sido un año atípico, lleno de interrogantes y desafíos. Entre ellos, mantener la dinámica de la economía y evitar un colapso en vista de la caída importante el gasto de consumo y la inversión privada.

Se espera que al cierre del año, la ejecución presupuestaria cierre en US$ 800 millones, que se traduce en inversión para generación de mano de obra, además de la provisión en sí de la infraestructura.

La Cámara Paraguaya de la Construcción (Capaco) y la Cámara Vial Paraguaya (Cavialpa) celebran que la política del Gobierno se haya enfocado en la ejecución de las obras públicas, como estrategia de reactivación económica.

“Con la pandemia toda la economía paraliza y uno de los sectores que se exceptuó de la paralización es el sector de Obras Públicas, que nosotros creemos que fue un factor importante para que la economía paraguaya no haya caído tanto. Esto atendiendo a que 80.000 a 90.000 personas trabajan en este rubro. El movimiento que genera eso es muy importante. Entendemos que fuimos un sector muy beneficiado”, resalta el presidente de la Capaco, José Luis Heisecke.

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Mientras que la falta de lluvias perjudicó a algunos sectores, a las construcciones le vino muy bien. Heisecke indica que el clima de este año tuvo un impacto positivo en la ejecución de los diferentes proyectos de infraestructura y que a mediados de julio, con la reactivación de las obras privadas, también se está ayudando al despegue económico con la generación de 100.000 empleos más.

Paul Sarubbi, presidente de Cavialpa, también valora la decisión del Gobierno, en conjunto con las empresas constructoras, de diseñar e implementar un protocolo de cuidado para que las obras públicas no se detengan. “Esto a su vez tuvo impacto positivo en el gran ecosistema de actores que participa del desarrollo de estos proyectos. Fue un año récord en ejecución de obras ayudado también por las favorables condiciones climáticas y las grandes inversiones hechas por el sector privado en equipos y mano de obra”, afirma.

Todo el movimiento de las obras públicas y privadas se traduce en una estimación de crecimiento de 9,8% de este sector según datos del Banco Central, mientras que la economía global caerá (se proyecta cerrar con -1%). La proyección es que para el 2021, la industria de la construcción nuevamente tanga un peso importante y alcance de un crecimiento en torno al 5% (por encima de la cifra de la economía en su conjunto, que crecería 4% por el “efecto rebote”).

Pese a la gran inversión anunciada por las autoridades para las instituciones que se encargan de la provisión de servicios básicos como lo son la electricidad y el agua, la ciudadanía sigue sufriendo las falencias de los entes administradores, que se “lavan las manos” culpando a los usuarios, como lo hizo el representante de Essap. Es hora de que lleguen las soluciones siempre prometidas. Sobre todo, luego de este año pandémico en el que hubo endeudamiento por doquier para paliar de cierta manera la crisis, que esas soluciones sean verdaderamente tangibles y ofrezcan la tan ansiada mejora en la calidad de vida a los paraguayos que son los que finalmente sostienen un sistema que en la mayoría de los casos por la gestión de sus autoridades deja mucho que desear.

Si no fuese por el crecimiento de las obras públicas, quizás el impacto de todo lo que trajo la paralización de la mayoría de los sectores hubiese sido peor.

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