El arroyo Mburicaó agoniza

Décadas de inacción estatal han condenado al arroyo Mburicaó, que hoy agoniza ante la atenta mirada de pobladores e industrias contaminantes. Las esporádicas limpiezas de nada sirven, por la falta de trabajo coordinado de las instituciones involucradas.

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Todo asunceno ha oído alguna vez hablar de él. En sus mejores épocas fue fuente de inspiración de José Asunción Flores y Manuel Ortiz Guerrero. Hoy, sin embargo, lejos de ser aquel cristalino y refrescante arroyo que cautivaba a todos, el Mburicaó es directamente relacionado con basuras, vertederos y contaminación.

Con 16,5 kilómetros, y siendo el arroyo más grande e icónico de Asunción, lleva ya décadas en un calamitoso estado; aproximadamente 30 años de promesas incumplidas y proyectos que quedaron en los papeles.

Su naciente está ubicada en Eusebio Ayala y Teniente Martínez Ramella, pero todo está entubado hasta la calle Herminio Giménez, donde sale a la luz ya con aguas turbias y mal olor, lo cual hace presumir que durante ese trayecto habría muchas conexiones de desagüe irregulares.

Basta un breve recorrido durante los barrios por los cuales atraviesa, para observar numerosos caños de aguas grises -que son ilegales- y ver a personas tirando sus basuras sin vergüenza alguna.

El Mburicaó tiene muchos puntos repletos de basuras en los siete barrios por los cuales cruza, pero la parte más afectada es la de Tablada Nueva, una zona industrial con varias curtiembres y donde terminan las toneladas de basuras que fueron arrastradas por las aguas. Esta situación hoy en día es aún más visible gracias a la recientemente inaugurada avenida Costanera Norte.

Luego de pasar por una hermosa bahía a orillas del río Paraguay, siguiendo por la Costanera Norte, nos topamos con la verdadera cara de nuestros recursos hídricos. El paisaje es desolador, el hediondo olor y las basuras acumuladas bajo el puente son la principal referencia de que es ahí donde el arroyo desemboca en el río. Toneladas de desechos de todo tipo y las aguas de todos los colores que arrastran el Mburicaó terminan ahí.

La Essap, la Municipalidad de Asunción, el hoy Ministerio del Ambiente, las industrias y los pobladores que arrojan sus basuras indiscriminadamente son los principales culpables de este crimen ambiental. El arroyo agoniza y, mientras más pasan los años sin acciones concretas, más difícil será salvarlo.

David Fariña, jefe de la Dirección General de Protección y Conservación de los Recursos Hídricos de dicho Ministerio, afirmó que el principal contaminante visible son las basuras que la población arroja directamente al arroyo, seguidas por los desechos cloacales y residuales.

“Hoy visualizamos mucho más el problema porque pasamos por la nueva Costanera y vemos la imagen que tiene el arroyo Mburicaó, que presenta residuos sólidos y hasta restos de curtiembres, destacó. Hizo hincapié en que debe haber un compromiso por parte de la ciudadanía para poder combatir esta problemática.

“Nosotros, desde las instituciones, vamos a ir a hacer los monitoreos, la concienciación ambiental a las personas y empresas, vamos a intervenir las empresas que no cumplen con sus roles o la licencia ambiental o planta de tratamiento, pero tenemos que insistir en la responsabilidad que tienen las personas al depositar sus basuras ahí”, dijo.

Fariña manifestó que, por ese motivo, promueve que los barrios, ciudades o comisiones vecinales conformen lo que se llama un “Consejo del agua”, para empoderarse de la gestión del territorio. Explicó que se trata de una organización que debe ser promovida por el Ministerio del Ambiente para gestionar el territorio, principalmente las aguas: “Lo que se propone con esto es promover la gestión sostenible de los recursos naturales”.

Esta  instancia debe estar conformada por vecinos, la Essap o aguaterías privadas, asociaciones de curtiembres o empresas cercanas al cauce, la Municipalidad local, Gobernaciones o incluso el Parlamento. “Porque hoy en día, la Municipalidad, la Essap y el Ministerio del Ambiente hacen sus trabajos, ¿y qué hacen las personas? Denuncian que las instituciones no trabajan pero ellos siguen tirando sus basuras al arroyo. Debe haber compromiso del Estado pero también de las comunidades”, cuestionó.

Dicho Consejo del Agua debe surgir desde los propios ciudadanos, quienes deben solicitar asesoramiento del Ministerio del Ambiente. “Nosotros vamos a los municipios y nos ponemos a disposición, pero tiene que haber un interés de parte de las comunidades y nosotros vamos a supervisar”, afirmó. Hasta la fecha, no hay ninguna solicitud para conformar esta organización en torno al Mburicaó.

Además, Fariña destacó que la Municipalidad y la Fiscalía deben hacer cumplir las normativas ambientales y multar a quienes contaminan las aguas, pues no basta con intervenciones. Aquella persona que arroja basuras a un curso hídrico comete un delito ambiental y, por ende, el mismo Ministerio Público debe actuar.

Esta problemática está vigente desde hace décadas y, pese a que todas las instituciones afirman que todavía es necesario un trabajo más integrado, coordinado y serio, hasta la fecha, ni la Municipalidad, el Ministerio o la Essap han impulsado acciones concretas al respecto y los años siguen pasando llenos de promesas incumplidas.

“Tenemos que hacer una aproximación mucho más seria con el municipio”, admitió el representante del Ministerio del Ambiente. Agregó que es muy necesario que los trabajos se inicien cuanto antes, puesto que esta contaminación podría terminar impactando en la salud de los pobladores.

 

Por su parte, David Cardozo, de la Dirección Ambiental de la Municipalidad, también destacó la necesidad de trabajar en conjunto con la Essap y el Ministerio, principalmente para detectar a los frentistas que arrojan sus desechos sin tratamiento alguno y sin conectarse a la red de alcantarillado sanitario.

“Esto tiene que ser un trabajo coordinado, no solamente nosotros, sino que necesariamente debemos coordinar con la Essap, con la Secretaría del Ambiente (hoy Ministerio del Ambiente) y con el MOPC, cuando ya estemos hablando de obras de infraestructura vial o mejoramiento de infraestructuras en los cauces hídricos”, agregó Cardozo al respecto.

La Dirección de Fiscalización Ambiental Integrada (DFAI) del Ministerio del Ambiente ha realizado un total de 89 procedimientos en la cuenca del arroyo Mburicaó, desde 2017 hasta la fecha.

“Entre los proyectos verificados se encuentran: estaciones de servicios, frigoríficos, chancherías, talleres mecánicos, lavaderos de vehículos, graserías, depósitos, industrias farmacéuticas, edificios, viviendas particulares, cementerios, desgasificadoras e industrias alimenticias”, destacó Rocío Mendoza.

Todos los registros son derivados a la Dirección de Asesoría Jurídica y, en caso de que ya constituyan delitos ambientales, son derivados al Ministerio Público. “Normalmente, la empresa denunciada inicia su adecuación”, afirmó el director de Recursos Hídricos del Ministerio.

Por su parte, la Municipalidad de Asunción ha realizado aproximadamente 20 intervenciones en torno a la contaminación del arroyo Mburicaó en los últimos dos años. “Muchos de esos sumarios aun no han concluido”, aclaró José Escauriza, de Gestión Ambiental.

Luego de las intervenciones, los fiscalizadores derivan los casos al Juzgado de Faltas de la Junta Municipal, para el sumario y sanción correspondientes. Sin embargo, según Escauriza, es ahí donde reside el problema.

Destacó que es necesario que dicha dirección pase a depender de la Intendencia y ya no de la Junta Municipal, puesto que así mejorarían los trabajos coordinados.

El año pasado, funcionarios de la Comuna realizaron un recorrido en todo el cauce hídrico y determinaron que donde se vuelve más “turbia” el agua es en la zona de los frigoríficos de Tablada y sancionaron a varias industrias. Además, también captaron un caño de la Essap que vertía grandes cantidades de residuos cloacales en la zona de la calle España, sobre el arroyo Mburicaó.

A partir de ese recorrido, empezaron a armar un proyecto para la limpieza de todos los cauces hídricos de Asunción y, entre ellos, el Mburicaó. Ya se realizó el llamado a licitación y ahora ya está a cargo de la Junta Municipal, que debe adjudicar los trabajos para así iniciar las jornadas de limpieza.

La Dirección de Obras de la Comuna es la encargada de los trabajos y la titular, Mirtha Acha, indicó que estima que las mingas tomen aproximadamente cuatro meses, en caso de que se haga todo el proceso sin inconvenientes.

El jefe de la Dirección Ambiental de la Municipalidad, David Cardozo, comentó que están trabajando en la realización de un Plan de Gestión de Recursos Hídricos, que hoy se encuentra en la Administración General de Administración y Finanzas, que debe llamar a una licitación.

“Ese trabajo nos va a ayudar muchísimo para conocer el estado de los arroyos que hoy están siendo fuertemente impactados principalmente por las descargas de residuos sólidos y líquidos”, remarcó.

La empresa que sea adjudicada tendrá que realizar un monitoreo de la situación de todos los arroyos de Asunción y plantear la conformación de un proyecto y un grupo para trabajar los planes de manejo por cuencas hídricas.

“Es fundamental para que podamos realmente tener todo el panorama general de la situación de las cuencas para poder trabajar en las intervenciones necesarias para su recuperación, restauración y, sobre todo, para que nosotros podamos detectar dónde están los cuellos de botella para una mayor fiscalización”, agregó.

 

Sobre qué hacen actualmente para proteger el cauce, destacó las intervenciones municipales y las limpiezas esporádicas en algunos puntos del arroyo que se hacen con la dirección de Aseo Urbano y el equipo “Mbusú”, que hoy en día no da abasto ante tanta demanda y cantidad de residuos que son arrojados en los cauces.

Además, comentó que ya tienen un “pequeño documento” con el análisis sobre el estado en general del Mburicaó y a partir de éste realizaron también el primer borrador de la propuesta de Ordenanza de Protección de los Recursos Hídricos de Asunción. Este proyecto será presentado a la Intendencia y luego a la Junta Municipal para su estudio y sanción.

Esta ordenanza contemplaría la protección y el manejo de los recursos hídricos, un monitoreo y sanciones a los infractores que arrojen sus residuos sólidos o líquidos a las aguas. No obstante, cabe destacar que ya existen varias normativas nacionales y reglamentaciones municipales que protegen los cauces hídricos, solo que son totalmente violados todos los días.

“Nosotros necesitamos concientizar a los ciudadanos y dejar de ver a los recursos hídricos como un pozo donde arrojar residuos, porque hoy lo que estamos haciendo con esa práctica es matar nuestros arroyos que ya están fuertemente urbanizados. Necesitamos trabajar por la protección de los márgenes que todavía quedan”, admitió.

Sobre la concienciación ciudadana, mencionó que a través del Centro de Capacitación Ambiental están presentes en instituciones educativas y centros municipales, donde brindan charlas de capacitación sobre el desarrollo sustentable y problemas ambientales.

No solo las basuras domiciliarias e industriales son las contaminantes de nuestros cauces hídricos; también hay desagües residuales y clocales irregulares que desembocan directamente en el arroyo. No obstante, cabe destacar que los que se conectan al alcantarillado sanitario de la Essap, como exigen las normativas, de igual manera terminan sin previo tratamiento en el río Paraguay.

“No podemos en pleno 2018 no tener plantas de tratamiento (cloacal). Es un suicidio, estamos cavando nuestro propio hoyo”, lamentó Pedro Velázquez, de Control de Calidad del agua potable de la Essap.

El ingeniero destacó que el río Paraguay aún es “muy noble” y “poco o nada” sufre los golpes de contaminación por parte de las aguas del arroyo. Explicó que eso pasa gracias a la velocidad de la corriente y la cantidad del agua y a unos pocos metros ya se va saneando.

El agua del río Paraguay pasa por todo un proceso de potabilización y saneamiento antes de llegar a los hogares de Asunción y, según Velázquez, los controles son rigurosos y constantes.

No obstante, Velázquez lamentó que el arroyo Mburicaó ya esté prácticamente perdido y ya no sirva como fuente de agua limpia, como décadas atrás, cuando las personas podían incluso bañarse en sus aguas.

Igualmente, expresó su preocupación por la situación de todos nuestros cauces hídricos y por la falta de tratamiento de las aguas cloacales. Comentó que las obras de alcantarillado la ciudadanía “no ve ni siente”, por lo tanto son inversiones “difíciles de hacer” pero sumamente necesarias para el ambiente y la salud. “No sentís, pero te va liquidando. Hay que invertir y tomar decisiones drásticas”, dijo al respecto.

En total, hay 16 cuencas de desechos cloacales, de las cuales 14 van directo al río Paraguay, todas sin tratamiento previo. Con la construcción de dos plantas de tratamiento, tres de cuencas por fin podrán pasar por un proceso antes de ir a parar al río.

“Después de 60 años por fin podremos decir que por lo menos tendremos un sistema de tratamiento”, destacó el gerente de Alcantarillado Sanitario de la Essap, Néstor Roa. Una vez culminadas las obras, recién en 2019 se iniciará el proceso de saneamiento de residuos cloacales antes de parar a nuestros cauces hídricos. “Espero que esto sea una política de Estado y se continúen las obras de alcantarillado”, expresó.

Comentó que la Municipalidad debería controlar el vertido directo al arroyo de las aguas servidas (de lavarropas y canillas). “Deben ir a la red cloacal”, explicó. Sin embargo, solo basta un breve recorrido para constatar cómo en muchas zonas hay caños que arrojan dichos líquidos al Mburicaó sin tratamiento previo.

 

Todos los representantes públicos admitieron que es necesario un mejor trabajo coordinado para elaborar un proyecto realizable y a largo plazo con miras a la recuperación del arroyo. Sin embargo, todo lo declarado se resume en simples promesas y planes no ejecutados hasta la fecha.

Las pocas organizaciones ambientales que se han animado a limpiar el cauce no avanzan más que unas cuadras, ya que solas no pueden continuar. Tampoco se puede eximir de culpa a los pobladores que arrojan sus basuras sin pudor alguno e ignorando las esporádicas mingas que se realizan.

Lejos de ser un cristalino arroyo, que décadas atrás ayudaba a aplacar el intenso calor de la capital y hoy hubiera servido de atractivo turístico para la ciudad, el Mburicaó agoniza y muere lentamente ante la atenta e inerte mirada de todos.

Reportaje:

Ana Jazmín Lezcano

Imágenes con dron:

Óscar Lescano

Fotografías:

Arcenio Acuña

Edición de video:

Mario Silvero

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