Prevención de golpes de calor: cómo proteger a tu perro en la playa y reconocer la emergencia

Perro en la playa.
Perro en la playa.Shutterstock

Con la llegada de las olas de calor, y viajes en puerta, la escena es cada vez más habitual: playas llenas, sombrillas, niños jugando… y perros acompañando a sus familias. Lo que para los humanos puede ser un día perfecto de verano, para los animales puede convertirse en una emergencia médica en cuestión de minutos: el golpe de calor.

Las altas temperaturas y la humedad, combinadas con ejercicio y falta de sombra, son una mezcla de alto riesgo. La playa, con su arena caliente y escasa protección natural, multiplica ese peligro para nuestras mascotas.

Por qué los perros son tan vulnerables al calor

A diferencia de las personas, los perros no sudan por todo el cuerpo. Su principal forma de regular la temperatura es a través del jadeo y, en menor medida, mediante las almohadillas de las patas. En días muy calurosos y húmedos, ese mecanismo se vuelve insuficiente.

Perro en la playa.
Perro en la playa.

Cuando la temperatura corporal supera los 40–41 ºC, puede producirse un golpe de calor (también llamado hipertermia), que provoca fallos en órganos vitales y puede ser mortal si no se actúa con rapidez. Este riesgo aumenta en determinadas circunstancias:

  • Perros braquicéfalos (de hocico chato, como bulldog francés, pug, bóxer).
  • Animales mayores, cachorros o con enfermedades cardíacas o respiratorias.
  • Perros con sobrepeso.
  • Animales de pelaje muy oscuro o muy denso.
  • Perros muy activos o excitables que no regulan por sí mismos el ejercicio.

En la playa, además, la radiación solar se refleja en el agua y la arena, lo que incrementa la sensación térmica, y el calor del suelo puede alterar también la regulación térmica del animal.

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La playa: un entorno de riesgo si no se planifica

Las imágenes de perros corriendo junto a la orilla o nadando en el mar pueden dar una falsa sensación de seguridad: el agua no siempre evita el sobrecalentamiento.

Perro en la playa.
Perro en la playa.

De hecho, muchos golpes de calor se producen tras periodos de juego intenso, incluso si el perro ha estado entrando y saliendo del agua.

Expertos en conducta canina y veterinaria insisten en varios factores de riesgo que suelen pasar desapercibidos para los tutores:

  • Jornada larga de playa: el perro acompaña a la familia durante horas, sin suficientes pausas en un lugar fresco.
  • Exceso de ejercicio: lanzar la pelota o el frisbee una y otra vez bajo el sol del mediodía.
  • Falta de sombra real: la sombrilla apenas cubre la superficie necesaria, o la arena bajo ella sigue ardiendo.
  • Acceso limitado o poco controlado al agua potable: el animal bebe solo cuando su tutor se lo ofrece, y a veces solo tiene acceso a agua de mar, que no hidrata y puede empeorar el cuadro.

Cómo prevenir el golpe de calor en la playa

La prevención pasa por combinar sentido común, planificación y conocimiento básico de los límites del perro. Los veterinarios coinciden en varias recomendaciones clave:

Perro en la playa.
Perro en la playa.

La primera medida es evitar, en la medida de lo posible, las horas centrales del día. Las salidas con perro se deberían concentrar en primeras horas de la mañana o últimas de la tarde, cuando el sol es más bajo y la arena está menos caliente.

También conviene informarse sobre qué playas dog friendly ofrecen mejores condiciones: accesos cortos (sin largas caminatas al sol), presencia de sombras naturales o puestos cercanos donde poder resguardarse, y acceso fácil a agua potable.

Perro en la playa.
Perro en la playa.

Por otro lado, una sombrilla suele ser insuficiente si la arena que hay debajo está a alta temperatura. Es recomendable:

  • Extender toallas o esterillas para aislar al perro del suelo caliente.
  • Colocar la sombrilla de forma que cubra al animal en todo momento, no solo al tutor.
  • Valorar tiendas de playa o tiendas tipo “igloo” para perros, que generan sombra más estable y reducen la incidencia directa del sol.

Los chalecos o mantas refrescantes, siempre que se usen adecuadamente, pueden ayudar, pero no sustituyen a la sombra ni al agua fresca.

Por otro lado, el perro debe tener acceso continuado a agua fresca, no solo cuando parece sediento. Los profesionales recomiendan ofrecer pequeñas cantidades de agua con frecuencia, en lugar de grandes volúmenes de golpe, para evitar malestar gastrointestinal.

El agua de mar no es una alternativa: la sal deshidrata y puede provocar vómitos, diarrea y alteraciones electrolíticas. Si el perro tiende a beber del mar, conviene redoblar la oferta de agua dulce y limitar el tiempo de juego dentro del agua.

Y uno de los errores más frecuentes es no ajustar el nivel de actividad al calor. Un perro que “no para de pedir la pelota” no siempre es un perro que se encuentre bien, sino uno que no sabe autorregularse y que responde a la excitación del entorno.

Se aconseja:

  • Limitar el juego intenso a periodos cortos, seguidos de descanso a la sombra.
  • Evitar carreras largas en la arena seca, que exige más esfuerzo físico.
  • Observar la frecuencia del jadeo y la capacidad de recuperación durante las pausas: si el perro tarda en recuperar una respiración tranquila, es hora de detener la actividad.

En cuanto al pelaje y las almohadillas, contrariamente a lo que se cree, rapar completamente a un perro no siempre es buena idea: el manto puede actuar como aislante y proteger de las quemaduras solares, siempre que esté limpio y bien cepillado. Lo que sí se recomienda es eliminar nudos y capas de pelo muerto.

Las almohadillas, en contacto directo con la arena caliente, pueden quemarse. Conviene comprobar la temperatura de la arena con la mano o el dorso del pie; si quema, también quemará al animal. En esos casos, mejor permanecer en zonas húmedas y cercanas a la orilla o reducir la estancia.

Síntomas de alerta: así se reconoce un golpe de calor

El golpe de calor no siempre se presenta de forma brusca; a menudo hay señales previas que pueden pasar desapercibidas si el entorno es muy estimulante, como suele ocurrir en la playa.

Los síntomas más habituales incluyen:

  • Jadeo muy intenso y rápido, distinto al habitual tras el ejercicio.
  • Salivación excesiva, con babas espesas.
  • Debilidad, tambaleos o dificultad para mantenerse en pie.
  • Encías muy rojas o, por el contrario, pálidas.
  • Lengua muy enrojecida y caliente.
  • Desorientación, mirada perdida o falta de respuesta a las órdenes.
  • Vómitos o diarrea, a veces con sangre.
  • En fases avanzadas, convulsiones, pérdida de conciencia o colapso.

Ante la presencia de varios de estos signos, especialmente si el animal ha estado expuesto al sol y al ejercicio, hay que actuar como si se tratara de una urgencia, sin esperar a que “se le pase”.

Qué hacer (y qué no hacer) ante un posible golpe de calor

La rapidez es determinante. Cada minuto cuenta para evitar daños irreversibles en órganos como riñones, hígado o cerebro.

Perro en la playa.
Perro en la playa.

Sin embargo, la forma de enfriar al perro debe ser controlada: los veterinarios insisten en evitar extremos que puedan empeorar la situación. Los pasos básicos recomendados son:

  1. Retirar al perro del sol y del calor de inmediato. Llevarlo a una zona sombreada, fresca y ventilada, alejada de la arena caliente. Si hay un paseo marítimo con sombra y suelo más frío, es el mejor lugar provisional.
  2. Iniciar un enfriamiento progresivo, nunca con agua helada. Puede utilizarse agua fresca (no fría) aplicada sobre la cabeza, el cuello, el abdomen y las ingles, donde pasan vasos sanguíneos importantes. Mojar también las almohadillas ayuda a la regulación térmica. No se recomienda sumergir al perro bruscamente en agua muy fría, ya que podría provocar vasoconstricción y dificultar la pérdida de calor, además de un posible shock.
  3. Ofrecer agua en pequeñas cantidades, sin obligar al animal a beber y sin permitir que ingiera grandes volúmenes de golpe. Si no quiere beber, no se debe forzar.
  4. Ventilar al perro, si es posible, con un ventilador portátil, abanico o generando corriente de aire. La evaporación del agua en el cuerpo acelerará el descenso de la temperatura.
  5. Contactar con un veterinario de urgencias lo antes posible. Aunque el animal parezca mejorar, el golpe de calor puede haber causado daños internos que no son visibles de inmediato. Lo recomendable es acudir a una clínica donde puedan monitorizar temperatura, realizar análisis y administrar fluidoterapia si es necesario.

Entre las acciones desaconsejadas se incluyen:

  • Cubrir al perro con toallas mojadas por completo: pueden actuar como barrera y atrapar el calor.
  • Administrar medicamentos por cuenta propia.
  • Esperar largos periodos “a ver si se recupera solo”.

Planificar antes de salir: el botiquín básico para el perro playero

Aunque la mejor herramienta es la prevención, contar con un mínimo de recursos puede marcar la diferencia hasta llegar a una clínica veterinaria. Los profesionales sugieren, para quienes acuden con frecuencia a la playa con su perro, llevar siempre:

  • Agua potable suficiente para toda la estancia, no solo para las personas.
  • Recipiente plegable para facilitar la hidratación.
  • Toallas de algodón para mojar y refrescar zonas concretas del cuerpo.
  • Un pulverizador o botella con difusor para ayudar al enfriamiento gradual.
  • Información localizada de clínicas veterinarias de urgencias cercanas.

Del mismo modo, se recomienda tener al día las revisiones periódicas, especialmente en perros con factores de riesgo, para detectar problemas cardíacos o respiratorios que puedan agravarse con el calor.