Chacariteños aceptaron los kits de la extorsión a la familia de Peter Reimer: “Sin esto, ¿qué vamos a comer?”

David Reimer, el padre del secuestrado menonita Peter Reimer, entregó personalmente los víveres en la Chacarita y Pelopincho. En la ocasión, compartió con los pobladores de ambos barrios y les pidió que oren por la liberación de su hijo.

“Nos pidió rezar mucho por su hijo y es lo que vamos a hacer. Se fue con la promesa de que todos vamos a rezar por su hijo. A pesar de todo se alegró, sonrió y compartió con los niños, le alzó a mi nieta”, relató Juana Vera, una de las mujeres que recibieron el kit de alimentos.

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La ciudadana contó que a las 3:00 sus vecinos le avisaron que se estaba haciendo el reparto de los víveres y todos se prepararon para recibirlos, pese a que saben que forma parte de una extorsión del grupo criminal EPP. “No teníamos que recibir, somos pobres también como ellos, pero qué vamos a hacer, estamos todos mal y recibimos en el nombre de su hijo... Porque sin esto, ¿qué vamos a comer?”, manifestó.

Esperarán una comunicación del EPP

El padre de la víctima manifestó a ABC TV que ahora todos los colonos que colaboraron con la entrega de los kits esta mañana volverán a sus hogares en el norte del país y aguardarán alguna comunicación por parte de los secuestradores del autodenominado EPP.

Confirmó que, a una semana del secuestro, no se tiene ninguna información ni prueba de vida del joven menonita de 24 años que fue capturado del predio de la estancia Guyra Campana, en la zona de la colonia La Yeya, distrito de Santa Rosa del Aguaray, departamento de San Pedro.

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Cabe resaltar que al principio los pobladores de la Chacarita que fueron afectados por el incendio del Cabildo y se encuentran en las plazas aledañas informaron que no aceptarían los víveres de la extorsión.

“El sufrimiento y las lágrimas de esta familia nosotros no vamos a acompañar. Si nosotros somos partícipes de ese recibimiento, somos partícipes de apoyar a esa gente (EPP)”, dijo uno de los voceros días atrás y agregó que creían que era “mejor morir de hambre que aceptar”.