Alquiler de tierras crece con la expansión agrícola

Alquiler de tierras crece con la expansión agrícola
Alquiler de tierras crece con la expansión agrícolaGentileza

En Paraguay, el mercado de alquiler de tierras para cultivo atraviesa un momento de alta demanda, impulsado principalmente por la producción de soja y maíz.

Los precios de las tierras varían según la zona, el tipo de suelo y la cercanía a rutas o silos. Actualmente oscilan por hectárea al año entre G. 1.800.000, equivalente a más o menos 800 kg, y G. 2.500.000 (1.400 kg) y dicho pago se entrega en el silo.

“Hace 30 años llegué a Paraguay y los alquileres no eran tan altos. Todo cambió cuando subió el precio de la soja; ahí aumentó el interés por arrendar tierra”, recuerda Lindemar Cesca, presidente de la Asociación de Productores de Soja, Oleaginosas y Cereales del Paraguay (APS) y productor de Alto Paraná en diálogo con ABC Rural.

Demanda de productos requiere más campo

La expansión agrícola y la modernización de la maquinaria han generado que muchos productores busquen más hectáreas de las que poseen, para aprovechar al máximo sus equipos y aumentar su producción.

El fenómeno no se limita a una región específica. Aunque históricamente la zona de la cuenca del río Paraná concentra la mayor actividad, hoy la demanda se extiende a departamentos como Amambay y San Pedro.

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En algunas áreas, predios que antes se destinaban a ganadería fueron reconvertidos a cultivos de soja, debido a que este último ofrecía mayor rentabilidad en ciertos periodos.

Sin embargo, el productor advierte que la tendencia puede cambiar: “La ganadería también se está recuperando económicamente, así que hay que estar atentos a la evolución de ambos mercados”.

Alquiler con condiciones

El alquiler de tierras se ha consolidado como una alternativa rentable para muchos, principalmente por la rápida recuperación de la inversión. “Una plantación de soja se cosecha en cinco meses, lo que permite que el arrendatario tenga retorno rápido.

Con el maíz ocurre lo mismo, aunque con un riesgo algo mayor”, explica.

Esta dinámica hace que los contratos sean atractivos tanto para quienes desean generar ingresos estables como para quienes buscan expandir sus operaciones sin incurrir en los altos costos de compra de tierras.

Según los datos del mercado, las tierras de mayor rendimiento —generalmente suelos rojos con mejor precipitación— pueden generar desde 1.400 hasta 1.500 kilos (el precio varía según tipo de suelo) por hectárea de alquiler anual.

En general, los contratos se establecen por períodos de tres a cinco años e incluyen cláusulas que obligan al arrendatario a mantener la tierra en buen estado, aplicando correctivos como cal agrícola y conservación de suelos, con el objetivo de preservar la fertilidad y garantizar la producción futura.

Primera cosecha para pago de tierras

La seguridad en el pago es otro factor que hace atractivo el alquiler. “El primer ingreso de la cosecha se destina al pago del alquiler. Por lo tanto, el propietario no corre grandes riesgos financieros, siempre y cuando alquile a alguien que sepa trabajar la tierra”, agrega el productor.

Este esquema reduce la incertidumbre y hace del arrendamiento una inversión relativamente estable en comparación con otros negocios agrícolas o inmobiliarios.

En cuanto a los actores del mercado, la mayoría de los arrendatarios son paraguayos, aunque en el pasado se registró presencia de productores argentinos en departamentos como Alto Paraná y Canindeyú. La mayoría ya posee maquinaria y experiencia en la zona, lo que facilita la gestión de las hectáreas alquiladas.

Comprar tierra se ha vuelto más complicado debido a los elevados precios, por lo que el alquiler sigue siendo la opción más viable para muchos agricultores.

Los contratos, formalizados ante escribanía, incluyen detalles específicos sobre mantenimiento del suelo, curvas de nivel, aplicación de fertilizantes y seguimiento del propietario. Esta supervisión garantiza que la tierra se mantenga en condiciones óptimas y minimiza los conflictos entre arrendador y arrendatario.

“Difícilmente hay disputa. La primera cosecha va al propietario, y el resto queda para el productor que alquiló. Solo existen problemas si alguien no cumple con los cuidados de la tierra”, señala.

Otro factor que influye en la variación de precios es la ubicación de la parcela y el tipo de suelo (argiloso y arenoso). Además, el mercado responde directamente a los precios internacionales de los granos; cuando el valor de la soja sube, aumenta también la disposición de los productores a pagar más por hectárea.

La resiliencia del sector se ha puesto a prueba en los últimos años, con períodos de sequía que afectaron la producción. Sin embargo, tras la recuperación de las lluvias, los productores anticipan un incremento en la demanda de alquileres para el próximo ciclo agrícola.

“Después de cuatro años de sequía, ahora viene una etapa de abundancia de lluvia. Creo que el interés por alquilar tierras va a crecer”, sostuvo.

En resumen, señaló que el mercado de alquiler de tierras en Paraguay refleja una dinámica de alta demanda frente a una oferta limitada, donde la producción de soja y maíz dicta gran parte de las decisiones. La combinación de contratos formales, supervisión de suelos y retorno rápido de la inversión ha hecho de este sistema un pilar del agroparaguayo, consolidando la tierra arrendada como un activo estratégico para los productores que buscan crecimiento, eficiencia y seguridad en sus operaciones.