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Intentó defenderse, pero se embarró más. En primer lugar, no desmintió nada de lo que se viene ventilando (tampoco lo podrá hacer) y, acto seguido, le hizo una pésima publicidad al grupo donde colocó su dinero.
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Pero aquí no termina la cosa. Su hermano y parte de sus ahora exsocios comerciales abrieron una offshore en Luxemburgo. Lo llamativo del caso es que tanto Santi como su hermano decidieron el mismo día desligarse del grupo después de muchos meses de beneficios al holding.
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Ni hablemos del terrorismo de Estado que instaló el mero mero pichado por las publicaciones.
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Cuentan los que saben que ayer en Diputados se alborotó un poco el “gallinero”. Ya comienzan a hablar tímidamente de juicio político. Méritos sobran, pero por ahora faltan votos.
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Parece que muchos del equipo del “quincho” no sabían que “Pinocho” no es nada tan títere y les está “fumando en pipa” a todos. Mientras algunos se van, este chico ya vino dos veces de Luxemburgo.
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Una de las “perritas del Patrão” estuvo simpática ayer. Se la ve muy feliz. ¿Qué le puede preocupar si su medio limón ya concretó el “lindo negocio” de los pupitre$ “Hércules” chinos?
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Hasta se dio el lujo de dedicarles a sus colegas y al pueblo paraguayo una canción: “...me importa un culo”. Si eso no es soberbia, la soberbia dónde está. Ni las turbinas la salvarán cuando caiga de la punta de la planta de guayaba donde se encuentra ahora.
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Y hablando de billetes, parece que se viene un nuevo metrobús. Da miedo cuando el gobierno de “Horror Colorado” anuncia proyectos grandilocuentes con presupuestos bien altos y resultados “mágicos”.
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Lo único que falta es que creen un jingle y que después dejen una vez más un millar de ciudadanos sin comercios, sin ingresos, como el proyecto metrobús.
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Nadie ya confía en el imputado intendente de Asunción “Re-Necho” Rodríguez (ANR, HC). Las recaudaciones se reducen por varios motivos, entre ellos, porque este personaje nunca informó qué hizo de los G. 500.000 millones de los bonos.
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Por ahora, tiene protección política y viento a favor de la Fiscalía. ¿Hasta cuándo soportará la ciudadanía?