Todo el que cree que hay un solo Dios en tres Personas distintas: el Padre Creador, el Hijo Redentor y el Espíritu Santificador, es cristiano; y quien lo niega, no es cristiano.
Dios, por su benévola decisión, quiso manifestarse a nosotros y “retirar el velo” que cubría Su rostro, dándonos a conocer algunas cosas de Él mismo.
Sin embargo, al querer entender a Dios, estamos confrontando el infinito con el finito, el mortal con el eterno y el omnipotente con el necesitado. La conclusión evidente es que el infinito nos supera, y si algo podemos comprender de Él, mucho más nos queda por conocer.
“Misterio” no es no saber nada, pero es saber cada vez más de Dios, en una experiencia personal que no termina nunca. Es bueno que sea así pues, si Dios pudiera ser comprendido por el pequeño cerebro humano, ¿qué Dios sería este?
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Por otro lado, el Dios único en tres Personas es cercano a nosotros. El Evangelio nos asegura que Él ama a los seres humanos que están peregrinando en este mundo, quiere salvarlos, a pesar de todas sus maldades y violencias.
Viene a nosotros en la persona de su Hijo, que asume nuestra realidad imperfecta para hacerla perfecta. Pero, en esta exigente transformación, las tres Personas divinas colaboran, cada una realizando su misión.
Dios se relaciona con nosotros por amor, que es la cercanía más grande que puede existir entre las personas.
Todos, seguramente, ya hemos hecho esta experiencia: cuando uno ama, quiere estar junto, siente placer en compartir las cosas y desea el bien del otro.
Ser cristiano y creer en la Santísima Trinidad es permitir que Dios entre en contacto con nosotros y cambie nuestra vida, en el sentido de hacernos más semejantes a Él.
Así, como en la Trinidad reina la donación, que sepamos vencer nuestro egoísmo y no tengamos miedo de comprometernos con causas justas.
Como Él es una Divina familia, que consigamos mantener unida nuestra familia humana, a través de la ternura y de la responsabilidad.
Como la Trinidad es comunicación total, que no huyamos del diálogo con los otros, alegando no tener tiempo, para luego enseguida derrochar horas y horas con el celular o televisión.
Dios es Amor, y debemos manifestar su amor a través de obras concretas de bondad y justicia.
Paz y bien.