Transición camino al fracaso

La transición en la Gobernación de Guairá, famosa por su inestabilidad política, parecía ir por buen camino. Arrancó con el pie derecho, pero se fue hundiendo al camino del fracaso. El gobernador electo en enero para completar el periodo del destituido Juan Carlos Vera Báez, el médico y exdirector de la IV Región Sanitaria, Carlos Barreto, colorado abdista, se mostró en su discurso con las puertas abiertas al equipo de transición y, en un principio, así parecía.

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El equipo del gobernador electo, el colorado cartista César Luis Sosa, pidió varios informes que sí fueron respondidos. Uno de ellos era sobre Recursos Humanos y reveló que hasta el 30% del plantel de funcionarios serían planilleros. La Gobernación cuenta actualmente con 199 funcionarios (125 contratados y 74 nombrados) y más de 60 figuran y ni siquiera se sabe dónde están, lamentó Cesarito Sosa. No cumplen su función, pues unos no asisten a su lugar de trabajo y otros marcan, se retiran y luego vuelven a marcar su salida, contó también a los medios un integrante del Equipo de Transición, Alcides Mercado.

Luego de que se supo sobre los planilleros, el abrazo republicano terminó. Carlos Barreto dejó de responder los demás pedidos de informes. Y, principalmente, no habla sobre las licitaciones y contratos que está concretando de forma fugaz, apurado, antes del 15 de agosto. El problema es que son contratos que, se sospecha, están direccionados con pliegos de bases y condiciones a medida de empresas digitadas. Por ejemplo, constructoras locales se quejaron porque en tres llamados para obras –por G. 3.395 millones– se establecieron exigencias que elimina a la mayoría, como el requisito de una experiencia que únicamente pueden cumplir unas pocas empresas, coincidentemente, amigas de Barreto y otros caudillos colorados oficialistas.

Otro punto es que utilizó casi el 90% del rubro de asistencia social. De 2.000 millones, solo queda un remanente de G. 200 millones.

Carlos Barreto tiene aspiraciones políticas y, como todo proselitista, dio su palabra de ser distinto, prometió el cambio. Sin embargo, demostró ser uno más del montón que el pueblo guaireño ya está acostumbrado en una gobernación que pasa de mano en mano, que se asalta a la fuerza, y que se termina usando siempre como botín político. Su periodo termina en poco más de un mes. Pero sus planilleros, la dilapidación de los aportes sociales y los contratos digitados que firma ahora los seguiremos pagando por mucho tiempo.

carlos.avalos@abc.com.py

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