Un ario puro que da brillo al Congreso

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Hay quienes recuerdan a aquel economista joven, delgado, de billetera despoblada, que a finales del siglo pasado entró a trabajar en la Universidad Nacional, donde escalaría hasta director general de administración y finanzas. En el 2013 lo eligieron diputado por Central por el PLRA. Sus faltriqueras ya estaban repletas y su figura menuda se transmutó hasta parecer un modelo de Botero, artista colombiano especialista en trazas XXL Es Dionisio Amarilla, hoy autoproclamado de “raza” aria.

Para nosotros, morochongos pinches mestizos, como diría don Juan Rulfo, es confortante ver en nuestro variopinto Congreso a un ario inmaculado que le da brillo.

Da la sensación de tener un Congreso de primer mundo, sofisticado, integrado por gente racialmente incorruptible como Dionisio. Tan incorruptible que para este periodo en el Senado rechazó virilmente que su oficina llevara el abominable número 108.

Por ser ario, de noble origen indoeuropeo, descendiente quizá de algún antiguo y rutilante rey persa (¿Darío, Jerjes?), Dionisio sufrió la incomprensión de parte de esta sociedad que no sabe discernir entre un linaje señorial y un bastardeo étnico.

Con todo, fue diputado en el 2013, senador en el 2018 hasta que la envidia hizo que en junio del 2019 lo expulsaran del Senado por tráfico de influencia. Calumnias de individuos de raza inferior que no soportaban ver a un ario excelsamente superior entre ellos.

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La hostilidad por su condición aria creció. Le atribuyeron haber gastado dos millones de dólares en el 2017 en su campaña electoral para senador. Un informe de organizaciones no gubernamentales reveló que en diciembre sus gastos ascendieron a 1.800 millones de guaraníes. Gastos arios.

En julio del 2018 la Coordinadora de Abogados del Paraguay lo denunció ante el Ministerio Público por enriquecimiento ilícito y tráfico de influencia. Pero él ya había dado su ario voto de obediencia al Quincho y ya Sandra Quiñonez sabía qué hacer con tal denuncia.

Tras ser expulsado del Congreso y acomodando su cimbreante bagaje abdominal, lanzó su profecía cual MacArthur en Filipinas: ¡Volveré!

Y cumplió (como MacArthur). Volvió en el 2023. Como debía: ni modo de quedarnos sin sus virtudes arias en este Congreso que sin el peso de su presencia sería un erial de razas turbias.

Como buen ario de sangre limpia, apareció limpio de todo. Se encargó de limpiar el camino para desorientar a molestos investigadores de mugre. De cerebro ario y magistral, él sabía que una acusación por enriquecimiento ilícito conduciría a investigar sus declaraciones juradas. Entonces, ario él, de raza superior, hizo nombrar a su esposa, Analy Valiente, directora general de Control de Declaraciones Juradas de Bienes de la Contraloría General de la República. ¡Ario!

Froilán Peralta, quien seguramente no es ario, ligó 3 años de prisión por haber sido Rector de la UNA durante las gigantescas tragadas que engordaron a muchos. Su director administrativo, ario pe añamemby, es hoy senador de la Nación. Lo que es la raza, che. ¡Viva don Dionisio! ¡Multimillon… ario de pura cepa!

nerifarina@gmail.com